Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"
Recurrir a los sucesos históricos desde el descubrimiento del archipiélago, si bien refuerza la memoria, en este caso resultaría algo redundante ante tanto material disponible en diferentes formatos. El tema que podremos plantear está referido a los sentimientos, las vivencias, los recuerdos, las anécdotas, los valores, las reivindicaciones.
Malvinas resulta mucho más, como otras cuestiones, que una fecha determinada para la conmemoración y la reflexión. Malvinas es un hecho constante, permanente…
Cuando la dictadura cívico - religioso - militar iniciada “oficialmente” el 24 de marzo de 1976, comenzaba a mostrar sus “debilidades”, en ese momento, nos ocurrió Malvinas. El régimen no podía ya sostener, no solamente el aparato represivo oculto, o no tanto, ante la mirada internacional; le era imposible sostener un programa económico destinado a desmantelar gran parte de la industria nacional y de las empresas del Estado. Optó por recurrir a una descabellada, como demencial, acción que la “posicionara” convenientemente ante la opinión pública local y foránea.
La decisión del desembarco en las Islas Malvinas, más allá de las motivaciones con las que pretendían justificar tal acción relacionadas a factorías y personal de las mismas, tuvo sus orígenes en el decreciente “apoyo poblacional”.
Bien vale reconocer que gran parte de nuestra sociedad, del país, apoyaba tanto la llegada de la dictadura como sus nefastas acciones con las que mantenían “el orden”.
Nada puede lograrse en soledad, todo requiere de apoyo y sustento. Los que encabezaban el proceso no estaban solos, ni aislados…tanto partidos políticos de diferentes corrientes, como diferentes organizaciones sociales, profesionales, religiosas, y varios etcéteras más, veían con buenos ojos el orden impuesto, a fuerza de desapariciones, torturas, asesinatos, robos, etc.
Malvinas fue la excusa, la bravuconada de descerebrados que intentaban retener un poder que se les diluía entre los dedos como el agua.
Para esos personajescos, Malvinas no tenía nada que ver con la cuestión del honor, la territorialidad, la identidad y la soberanía; Malvinas era una excusa para perpetuarse en el poder, de ser posible.
Tanta locura, tanta irracionalidad, nos volvió a marcar con sangre y fuego esta historia tan reciente.
Llevados, obligados en su mayoría, a “defender la Patria”, cuando la Patria venía siendo violada desde un poco antes del 24 de marzo del ’76, llegaron a las Islas Malvinas jóvenes que jamás habían soñado la pesadilla que habrían de padecer.
Entre tanto, en el continente los aparatos de desinformación y ocultismo pretendían hacer creer que se trataba de una gesta heroica, cuando en realidad fue el envío hacia una masacre; gran parte de la sociedad festejaba de todas las formas posibles la mentira, la traición y la cobardía de los generales y sus cómplices. Los auténticos héroes veían día a día cómo se iba descubriendo la mentira ante las fuerzas enemigas y los traidores connacionales.
Quienes se expresaban contrariamente ante las acciones tomadas, padecían el desprecio sindicados como traidores y antipatrias. Pocos fueron los que podían percibir el olor a mentira…
La historia, esta parte de la historia, como en otros casos, nos enfrenta pueblo contra pueblo, porque aún persisten los que justifican la descabellada y criminal acción y los que sostienen la imprudencia de descerebrados que ejercían el poder en el País.
Las Islas Malvinas son Argentinas, son una causa continental, de eso no cabe la menor duda; y han sido usurpadas por la pirata corona británica, de eso tampoco caben dudas.
De lo que sí pueden caber dudas es respecto de la supuesta legitimidad que se argumentó para llevar a cabo la acción bélica de recupero que nos dejó tremendo saldo de dolor y muerte.
Y no solamente ello, también nos dejó otra gran herida que la misma sociedad ha sido responsable, al ningunear, negar, desconocer a los verdaderos héroes: aquellos jóvenes soldados, conscriptos, voluntarios que padecieron la peor pesadilla de sus vidas, con el engaño de defender la Patria. Los Héroes de Malvinas aún hoy continúan esperando el merecido reconocimiento de “toda” la sociedad argentina…
La cuestión Malvinas también ha servido para darnos cuenta, para reconocer a los enemigos de nuestra tierra. Los gobiernos de varios países hermanos, como parte de sus sociedades, fueron traidores y cómplices por las muertes padecidas. Recordemos la posición del genocida gobierno pinochetista como ejemplo.
Diferente fue el gobierno del Perú que actuó apoyando la soberanía argentina y demasiado se había demorado el reconocimiento a tan loable actitud.
Malvinas es una herida abierta, muy difícil de cerrar. Una herida que tal vez cicatrice algo, cuando sea devuelta a nuestra Argentina para profundizar nuestra soberanía. Mientras tanto, la herida no cierra y el dolor, el recuerdo vuelven cada 2 de abril para hacernos recordar que aún nos falta parte de la Patria, que aún nuestra identidad está en litigio, que aún les debemos a cada uno de los verdaderos héroes el merecido homenaje y reconocimiento de todo, todo el pueblo Argentino y continental. No una medalla, no una reparación económica, eso lo da cualquiera… el llevar presente en cada una de nuestras acciones, el heroísmo, el patriotismo que aquellos fueron capaces de sostener a pesar de todo.
Malvinas seguirá siendo una herida abierta mientras no sentemos en los juzgados a los criminales que sentenciaron a nuestros hijos a una muerte segura. Seguirá siendo una herida abierta, mientras no revisemos la historia y condenemos las traiciones y sus hacedores.
Malvinas continuará siendo una herida abierta mientras no entendamos que no son los discursos, las manifestaciones de palabras las que hacen Patria y Justicia, son las acciones concretas y definitivas las que marcan la diferencia entre la herida y la salud. Mientras la herida persista, parte de nuestra historia continuará enferma de silencio, indiferencia y mentira.
Para que Malvinas deje de ser una herida, recuperemos la memoria, reconozcamos a nuestros héroes como merecen y enjuiciemos y condenemos a los traidores que volvieron a derramar sangre de nuestra gente.
Que así sea.
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