Por Iroel Sánchez
Recogen los tratados de linguística que en las Antillas, incluida Cuba, el llamado voseo, o trato de vos, os, vosotros, vuestro… como tratamiento de confianza sucumbió hace siglos ante el triunfo de tú, té, tuyo… Lo cierto es que encontrar a un cubano voseando en La Habana del año 2014 es absolutamente imposible, a no ser que -como muchas otras cosas- ese voseo forme parte de la especial realidad construida por determinada prensa que ni se toma el trabajo de hablar con los cubanos.
De paso por La Habana, el periodista Juan Jesús Aznarez no resistió la tentación de volver sobre uno de sus ejercicios favoritos a la hora de hablar de Cuba en el diario español El País, la literatura de género. Cuenta el reportero que oyó una conversación en una paladar habanera entre tres jóvenes miembros del Ministerio del Interior cubano. Lo raro es que Aznarez pone hablar a sus personajes -a los que dice escuchó tras una mampara- como si estuvieran en La Habana del Siglo XVI o en la España actual: “Yo no os digo nada de eso… Yo os digo que aquí hay una realidad que hay que arreglar”.
Luego, el reportero del diario español recoge un supuesto diálogo suyo con dos muchachas para el que no se requiere viajar a La Habana, basta pasear por su conocido Madrid, donde -según la prensa española- los indices de emigración juvenil y de prostitución son bastante elevados:
“Sospecho que las canas de este enviado y la cicatriz ocular de un accidente de moto llevaron a los hirientes comentarios de dos veinteañeras de Centro Habana, que se acercaron a la ventanilla de mi coche de turista. “Aquí no hay futuro. Yo me iría aunque sea con un viejo en silla de ruedas”, se ofreció Claudia, estudiante de enfermería y proclive al puterío. “Y yo con un tuerto”, agregó, más precisa y sugerente, su amiga.”
Finalmente, Aznarez alude superficialmente a la socióloga María Isabel Domínguez, a la que le cambia el apellido, y para terminar saca de contexto una frase del bloguero Harold Cárdenas en La joven Cuba. Así, “os digo”, ya tenemos un gran reportaje sobre la juventud cubana, no escrito por un tuerto, sino por quien tiene veinte veinte para lo que sus editores quieren ver y es ciego absoluto para lo que se aparta de su prejuiciada misión, proclive a ya sabemos qué.
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