Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"
En todos los procesos históricos, quienes han tenido y tienen fundamental importancia a la hora de la acción, fueron y son los jóvenes…
La permeabilidad de que goza esa franja de la sociedad que es pasible de cambios profundos, vertiginosos y decisorios, le ha permitido situarse en los contextos históricos como motor indispensable para cualquier transformación que se promoviese, tanto por parte de quienes manipulan voluntades, como por ellos mismos que en determinados momentos, son quienes deciden y ejecutan.
“…Durante la década de 1960 los jóvenes adquirieron, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, un protagonismo fundamental. El movimiento hippie, las luchas anticolonialistas y antiimperialistas, la resistencia a la guerra de Vietnam, los levantamientos de Mayo del '68, por citar sólo algunos ejemplos, se nutrieron de jóvenes que desde distintas perspectivas y estrategias cuestionaron el orden instituido…” (1)
En esa mencionada década de los sesenta, como para tener un punto de referencia, quedó demostrado que los jóvenes son los que tienen el papel protagónico en los procesos de transformación social, que trascendió las reformas y fue capaz de afectar las estructuras del sistema…
Un sistema siempre dedicado a excluir, controlar y dominar. Un sistema que cíclicamente reintenta la manipulación de la sociedad, pero fundamentalmente de los jóvenes, y recibe como respuesta, desde el hartazgo, la reacción que por diferentes vías impulsa esa franja etaria que soporta los embates y devuelve con fuerza un resultado adverso a los intereses mismos del sistema.
Decía el Eterno Comandante Hugo Chávez, dirigiéndose a los jóvenes: “…son ustedes dueños de la pasión, del coraje y de la pureza que el mundo necesita para salvarse…” (2)
Ello además de su afirmación, conviene en un claro mensaje a quienes pretenden ignorar la fuerza de este segmento societario para romper con ataduras, atraso y exclusión.
El sistema dominante en el planeta, ha incurrido de manera también cíclica, en el yerro de suponer el permanente control sobre los jóvenes. Ninguno de los procesos que han conducido a tremendas fatalidades a nivel global, han podido contar con la continua aceptación de parte de los jóvenes; muy por el contrario, son ellos los que han impulsado, hasta desde una mal supuesta debilidad, el avance de la necesaria transformación para derrocar el ilegítimo poder constituido…
Todos los procesos revolucionarios han tenido el gran e indispensable condimento de la juventud. Sin ella hubiesen sido imposibles de llevar adelante.
Por supuesto que también han sido jóvenes los caídos en campos de batallas que no buscaron, que no propusieron ni mucho menos anhelaron.
Las grandes conflagraciones que sacudieron el planeta, nos padecieron la pérdida de un importante número de jóvenes que fueron arrastrados hacia la locura disfrazada de, por ejemplo, la libertad de los pueblos.
El imperialismo en todas sus modalidades y facetas no ha dudado a la hora de sacrificar sangre joven en pos de su determinación a dominar y controlar.
En una entrevista al Presidente del Centro Nacional de Historia (CNH) y Director del Archivo General de la Nación, de la República Bolivariana de Venezuela, Luis Felipe Pellicer, éste expresó entre otros conceptos: “…la juventud siempre ha llevado la vanguardia en los procesos revolucionarios, no solo porque están aptos físicamente, sino también porque tienen las ideas para insurgir contra los sistemas de opresión…” (3)
De hecho, el proceso revolucionario en Venezuela tiene el indispensable condimento de la juventud que, activamente participa en todos los frentes en que es necesario llevar compromiso, convicción y la necesaria predisposición para avanzar en la construcción de la alternativa revolucionaria.
Las décadas de los sesenta y setenta, en cuanto a efervescencia, tuvieron la impronta juvenil en cuanta manifestación, marcha y revuelta se iniciase a fin de contrarrestar el avance de un salvaje capitalismo que, creado para dominar, someter y controlar, se vio en varias oportunidades acorralado por la contundencia de la resistencia al modelo que pretendía imponer.
En Nuestro Continente fueron jóvenes los que enfrentaron el fascismo inserto en los gobiernos de facto, con los que el imperio mundial pretendía someter a los pueblos.
Fueron jóvenes los que integraron, desde los movimientos surgidos en barrios marginados, los espacios de lucha. Lucha con diversas modalidades. Se pueda estar de acuerdo o no, hasta la lucha armada como alternativa al poder imperante, fue la alternativa por la que optaron jóvenes convencidos del camino y sus motivaciones.
Por eso los procesos injerencistas que cumplían lo elaborado para la región, como el Plan Cóndor, tenían como objetivos principales a los jóvenes.
Chile, Uruguay, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, etc. tuvieron en los jóvenes el muro de contención ante los avances del neo-fascismo. Las listas de los desaparecidos en nuestras naciones dan cuenta de ello.
Se especulaba que luego de eliminar a un gran número de jóvenes, por un lado se mal aceptaría el escarmiento como ejemplo y por el otro se posibilitaría que en el futuro, las posteriores generaciones habrían de ser más sumisas y maleables… La historia ha mostrado que fue una especulación errada, desconectada de los procesos generacionales en los cuales, desde el natural impulso de romper moldes hasta la rebeldía que se expresa desde el arte hasta la interpretación política, la juventud marca las diferencias.
La década de los noventa, con la impronta neoliberal, pareciera que en el proceso evolutivo social la juventud se hubiese tomado un respiro, para lograr mejor y mayor impulso después… Es una especulación un tanto antojadiza, sólo como para no ahondar en mayor análisis.
A fines de esa segunda década infame se sentía por los rincones, en espacios públicos, el palpitar de la sangre nueva que reclamara por acción y transformación. Al menos en Argentina era lo que se podía percibir.
Luego de reiteradas frustraciones, traiciones, y una velada nueva intención por perseguir y estigmatizar a la juventud, ésta volvió a tomar impulso y comenzó a recuperar espacios.
Y a los espacios que se recuperaron, se agregaron aquellos en los que en otros tiempos se dejaba reservados para los que “tenían trayectoria”. En los primeros años de la década de los setenta (último gobierno del Gral. Perón), luego de haber tenido una participación activa que posibilitó el retorno del anciano general, los jóvenes reciben el rechazo y la expulsión en la participación política. Se reniega del sector juvenil, se los desplaza provocando un quiebre, en esos momentos, irreparable.
En los últimos tiempos, en cambio, se le abre la puerta a la juventud para que comience a ocupar espacios, para debatir, construir, ejecutar de manera activa en lo político cuanto también en lo social. Con este viraje en cuanto a la relación jóvenes - política, se crea el necesario reaseguro para que el proceso de reconstrucción social prosiga con el necesario impulso que garantice su avance.
A diferencia de lo padecido en la década de los setenta en que los jóvenes que militaban fundamentalmente en barrios carenciados, eran perseguidos, hostigados, hoy las prácticas políticas y sociales en esos barrios son ejecutadas por los jóvenes bajo el paraguas del Estado. Un Estado que ha interpretado que es imprescindible la participación juvenil para reformar, reconvertir, revolucionar.
Los jóvenes de estos tiempos están marcando caminos, están reinterpretando el cómo hacer política desde una perspectiva diferente, marcadamente diferente.
La arena política y social cuenta con nuevos actores. Es necesario e imprescindible que el resto acompañemos, apoyemos y, de ser necesario, brindemos algunas de las experiencias, para que quienes van construyendo el presente y parte del futuro, sepan que los estamos viendo con los ojos de la esperanza…
Que así sea.
Notas, Referencias y Material Consultado:
(1) http://www.educ.ar/dinamico/UnidadHtml__get__4b0cab58-7a06-11e1-80ec-ed15e3c494af/index.html
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