Por Carlos Del Frade
(APe).- -Lxs pibxs son pibxs – decía la consigna de la convocatoria de la Asamblea Permanente por los derechos de la Niñez y la Juventud y la CTA Regional Rosario. “Narcotráfico, pobreza, exclusión y violencia con niños y jóvenes como víctimas. Pongamos en común ideas y alternativas para construir con ellos, un presente digno y un futuro posible”, eran los temas de la juntada del jueves 8 de mayo. Y en el primer piso del centro cultural La Toma, llamado así por la experiencia de ex trabajadores de un supermercado que jamás se resignaron al destino de ser desocupados por uno de los tantos patrones mercantiles de la ex ciudad obrera y que supieron convertir el espacio en un comedor universitario y un amplio espacio cultural, político y social, centenares de personas, la mayoría de ellas pibas y pibes muy jóvenes, manifestaron su compromiso para transformar la realidad e ir mucho más allá de las celebraciones de los gobiernos socialistas y kirchneristas por el primer mes de ocupación de las barriadas por miles de robocops federales.
-Los trabajadores que estamos todos los días en los barrios estamos precarizados, no solamente por la inestabilidad laboral sino también por los salarios que cobramos – dijo Laura Rodríguez, representante de ATE Rosario.
Para Gustavo Brufman, secretario de derechos humanos de la CTA regional, “todas las compañeras y todos los compañeros le pusieron el hombro y la energía necesaria a este encuentro. Había una gran necesidad desde el corazón mismo de la precariedad en la que se despliega nuestra lucha. Abiertos a todas las puntas que se despliegan desde la puesta en evidencia una vez más que la infancia popular pone al descubierto las miserias más profundas de la hipocresía del sistema pero además nos permite pensar la refundación misma de la política diaria y cotidiana”.
-No se puede dejar de pensar que el tema del narcotráfico y la violencia tuvo un gran desarrollo mediático en los últimos meses. Como si todo hubiera sido construido desde los grandes medios de comunicación para llegar angustiados al 9 de abril y entonces, cuando llegaron las tropas federales, claramente se vivió eso en los barrios como un gran alivio.
Hay que darse una política para los medios donde se discute lo simbólico de la sociedad – dijo, con lucidez y sensibilidad, la periodista Sonia Tessa.
A su turno, el pastor Eduardo Trasante, que sufrió los asesinatos de dos de sus hijos, Jeremías –en el llamado triple crimen del primero de enero de 2012 en Villa Moreno- y Jairo -a principios de 2014 luego de salir un bar del pleno centro rosarino-, “remarcó la necesidad de buscar un encuentro entre todas las organizaciones sociales para transformar la realidad política de la ciudad y la región”, al mismo tiempo que recordó el último escrito de su segundo hijo horas antes de ser baleado en el que buscaba “un futuro mejor”.
-En el barrio, más allá de los gendarmes, siguen los tipos de siempre vendiendo droga en los pasillos y a los que conducen autos de alta gama; siguen los chicos bailando loquitos por la calle como consecuencia de lo que consumen; siguen intactos los negocios que surgieron después del impacto cultural, social y económico que tuvieron las políticas neoliberales; siguen los pibes yéndose de las escuelas porque aburren y lo que aburre aburra – dijo con una cada vez más joven claridad, Oscar Lúpori, principal referente del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
La jornada terminó con la necesidad de continuar trabajando por los pibes, denunciando las hipocresías que se erigen detrás de las tropas federales e impulsando la declaración de emergencia de la niñez y la adolescencia desde la Asamblea. Una jornada cargada de rebeldía, sensibilidad y esperanza.
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