Por Manuel E. Yepe *
Foto: Virgilio Ponce
“Tienes que leerte esto. Es una joya del pensamiento crítico de los países del Sur”, me dijo mi esposa, la socióloga cubana Marta Núñez Sarmiento, cuando concluyó la evaluación de una obra colectiva de quince autores, trece de ellos mexicanos, un británico y un italiano, convocados por José Luis Orozco y Jesús Gallegos Olvera y editado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El libro Estados Unidos ¿Una hegemonía del fin del mundo?, publicado en noviembre de 2013, culminó 15 años de desarrollo del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica auspiciado por la UNAM en materia de estudios sobre política exterior y pensamiento político en Estados Unidos.
Diríase que la obra amplía la incertidumbre general acerca de si la crisis de la hegemonía que Estados Unidos mantiene en el planeta puede ser presagio, tanto de su propia autodestrucción, como del fin de los que se le oponen, de las poblaciones indefensas y, quizás, del mundo en su conjunto.
Los 14 ensayos incluidos en el libro entrelazan criterios que arman una visión holística sobre la hegemonía mundial que hoy ejerce EE. UU., y si la ejercerá en el futuro.
El capítulo “EE. UU. frente al fundamentalismo árabe musulmán” aborda el enfrentamiento de dos fundamentalismos políticos y religiosos que difieren en que el estadounidense busca ser el hegemón y el otro “no ha definido su objetivo ni siquiera en el ámbito local”.
Los autores de este libro no cometieron el error de hablar de una hegemonía estadounidense y pronosticar su futuro sin acudir a los orígenes de los eventos actuales. El ensayo “El fantasma que aterra al globo terráqueo” resalta el papel de las corporaciones como mecanismo básico del poder capitalista desde sus orígenes a fines del siglo XVII y enfatiza que su estudio a fondo es un ejercicio académico vital para develar su protagonismo en el actual sistema de poder estadounidense.
Se pondera el error que cometen los académicos del “Norte” cuando presentan a las corporaciones como entes autónomos en las relaciones entre el mercado y el Estado, sobre todo quienes las ubican como parte de la sociedad civil para sustentar el mito de que buscar ganancias no constituye una manifestación de corrupción y para encubrir el hecho de que son ellas las primeras beneficiadas en la historia de la configuración política del capitalismo mundial.
La época que vivimos no es post imperial sino “reimperialista” y los científicos sociales deben superar los análisis enfocados solo en la economía e indagar más en las múltiples formas de la mentalidad imperial, recomiendan los autores.
Una virtud del libro es que sus visiones parten de científicos sociales de países del “Sur”, sobre todo estudiosos mexicanos con una larguísima tradición en todas las ciencias que interpretan a las sociedades, en contraste con los libros sobre este tema que inundan bibliotecas, librerías y búsquedas electrónicas a partir de enfoques de autores del “Norte”, “despojando (a los lectores) de la visión de los damnificados intelectuales de la hegemonía de EE. UU.”.
Dos capítulos del libro abordan las implicaciones para la hegemonía estadounidense en América Latina de la irrupción de China en ese escenario. Señalan el origen de las interdependencias económicas entre EE. UU. y China, y los beneficios y peligros que ambas partes han enfrentado en el último cuarto de siglo, luego que China se insertó en el mercado mundial y en las organizaciones económicas internacionales, beneficiándose de las políticas de estímulo al consumo y apreciación del tipo de cambio practicadas por EE. UU. para estimular sus exportaciones y la compra de Bonos del Tesoro estadounidenses.
En el libro se hace notar que hay una disminución del poderío de EE. UU. sobre América Latina y que China ha aprovechado el hecho de no haber tenido conflictos históricos con Latinoamérica, en tanto Estados Unidos sí los ha tenido en abundancia.
Los autores argumentan sobre la capacidad demostrada por EE. UU. para transformar su papel hegemónico, reencarnándolo de diversas maneras. Hoy, organiza las guerras en todo el planeta enmascarándose por medio de la interconexión de lo militar con las tecnologías de avanzada, amenazando las vidas y las propiedades de otros pueblos.
El libro no pasa por alto datos sobre la “guerra inmaterial” que consiste en penetrar en las mentes de los ciudadanos de otros países para inyectarles sus patrones culturales, incluidos los de consumo, a través de los medios de comunicación masiva y de sus diferentes formas de cultura. Se refiere también a la introducción de virus y venenos para afectar y aniquilar a los seres humanos, la fauna y la flora. Y, por supuesto, menciona el uso de los drones para extender ilimitadamente las fronteras de sus agresiones con mínimas bajas para las fuerzas armadas estadounidenses.
* Periodista cubano especializado en política internacional.
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