Por Julio C. Gambina
La Argentina continúa recolectando solidaridad internacional para negociar con los “fondos buitres” que demandaron al país en EE. UU. y que obtuvieron sentencia favorable por 1.500 millones de dólares.
Oficialmente se indica que las discusiones son con el delegado del Juez de Nueva York y no con los litigantes, para cubrirse de una relación amigable que podría disparar demandas de acreedores ingresados al canje por 120.000 millones de dólares, por lo menos, llevando las acreencias a cifras inmanejables para la economía local.
En lo inmediato se teme que la sentencia puede habilitar demandas entre 15.000 y 22.000 millones de dólares de otros acreedores de la deuda en default del 2001 y que no ingresaron a los canjes de deuda del 2005 y 2010.
Estos apoyos globales logrados provienen de países, entre los que destaca el propio EE. UU., pese a la posición de autonomía ante la Justicia estadounidense sostenida por el gobierno de Obama. Fue la actitud explicitada por Washington en la reunión de cancilleres de la OEA, convocada a solicitud de la Argentina para discutir la situación ante el fallo desfavorable en Nueva York del Juez Griesa.
También apoyaron la posición argentina países como Brasil, Francia, México, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba, Chile, entre otros.
Entre los organismos internacionales destaca el conjunto de países agrupados en el G-77+China, organismos internacionales como el FMI, e incluso parlamentarios del Reino Unido.
Cada uno de ellos se solidariza con motivaciones diferenciadas. Los asociados al bloque de los dominados en el Sur con la expectativa de que algo se modifique en el sistema mundial, y los representantes de la dominación por temor al colapso que pueda generar la desobediencia de un país “pagador serial” y la potencial imitación en que se pueda derivar la conducta rebelde de un acreedor global.
Preocupa que un país que cancela deuda en divisas se vea “obligado” a entrar en default. Es la diferencia con el 2001, donde todos preveían la cesación de pagos por insolvencia explícita. Desde el 2005 la Argentina evidenció su intencionalidad de volver al sistema financiero y al mercado de préstamos mundial, más aún con los pagos al CIADI, la compensación a Repsol y el acuerdo con el Club de París. La rebeldía estaría asociada a lo impresentable del orden mundial que devuelve la especulación financiera exacerbada por los buitres y una justicia funcional al capitalismo delincuencial de época.
En la región, además de los gobiernos, y antes que la desacreditada OEA, se pronunciaron el ALBA - TCP, el Mercosur, la UNASUR, y la CELAC.
Hasta el Consejo de Administración del Banco del Sur se manifestó solidario y aprovechó para reclamar urgente puesta en funciones, recordando la necesidad de una nueva arquitectura financiera regional.
Cada cual atiende su juego
Claro que cada quien se pronuncia según sus intereses. El FMI teme perder su papel de garante global de los procesos de negociación de deuda en un momento donde el problema ya no es patrimonio de países empobrecidos, sino una realidad creciente en el capitalismo desarrollado, especialmente con EE. UU. con deuda equivalente al 100% del PIB.
Otros ámbitos del poder mundial temen por una nueva y profunda cesación de pagos de un país que viene cumpliendo con las exigencias de cancelación de deuda y otros compromisos para pertenecer al sistema mundial, tal como pagar las sentencias del CIADI, compensar a Repsol por la expropiación parcial de YPF y arreglar con el Club de París.
¿Por qué teme el poder mundial al default argentino actual? Una cesación de pagos ahora podría disparar, especialmente en la región, una recreación de las propuestas de nueva arquitectura financiera regional, en desmedro de la lógica liberalizadora y especulativa del sistema financiero y el mercado de capitales mundial.
La nueva arquitectura financiera es una cuestión que se discutía entre 2006 y 2010, desde el Banco del Sur, la necesidad de construir una moneda regional, el Fondo del Sur y la estrategia de articulación productiva con base en la soberanía alimentaria y energética, todo en un marco de integración alternativa no subordinada a la lógica de libre comercio sustentada por el ALCA entonces, y por la Alianza Pacífico en la actualidad.
En la segunda mitad de la primera década del Siglo XXI se presentaba la ofensiva del cambio político en la región y se anticipaban propuestas que otorgaban contenido transformador de cambio económico, incluso anticapitalista. En 2005 se formula la idea de un socialismo del Siglo XXI desde Venezuela, y en 2010 surge el concepto de Socialismo comunitario desde Bolivia, mientras que en 2009 las constituciones de Bolivia y Ecuador se proponían el Vivir Bien o el Buen Vivir respectivamente como horizonte civilizatorio para sus sociedades.
El anticapitalismo empezaba a designarse con categorías que requerían precisiones, contribuyendo al debate sobre un nuevo modelo productivo y de desarrollo. Por eso la contraofensiva de las clases dominantes con los golpes en Honduras o Paraguay y otras iniciativas para contrarrestar la ofensiva del cambio político y la potencialidad del cambio económico.
Ese es el marco del temor a la suspensión de pagos de la deuda por parte de Argentina, cambiando la lógica de reinserción local en el mercado mundial financiero sostenido desde 2003 con la política de desendeudamiento y cambio de acreedores externos por instituciones oficiales. Estas instituciones locales, Banco Central, ANSES, etc., acumulan compromisos de pagos futuros de difícil materialización, afectando muy especialmente los fondos previsionales acumulados por los trabajadores y gestionados por la ANSES.
Quien tiene temor al default es el poder económico mundial, prisionera de la lógica jurídica liberal de la interpretación judicial en Nueva York y la conservadora y reaccionaria Corte Suprema estadounidense. Por ello no debe sorprender que hasta las instituciones reaccionarias como el FMI se desmarquen del fundamentalismo de Griesa y la Justicia de EE. UU.
¿Para qué sirve tanto apoyo en el mundo?
En ese marco global, la Argentina tiene que mover las piezas del tablero mundial y declarar la imposibilidad de cumplir con el fallo de Nueva York y con ello suspender la totalidad de los pagos de la deuda e investigar u auditar las acreencias, supliendo lo no realizado en treinta años de gobiernos constitucionales.
La investigación debe sumarse e incluir los fallos de la Justicia argentina, caso de la sentencia de junio del 2000 del Juez Ballesteros denunciado el fraude de la deuda contraída por la dictadura genocida hacia fines de 1983, más las causas en proceso, incluida muy especialmente la relativa al mega - canje del 2001 con un impresentable sobreseimiento reciente de los imputados locales y extranjeros. Las denuncias judiciales incluyen las operaciones de canje recientes, por lo que afirmamos que la investigación debe ser integral, de la deuda fraudulenta en origen de la dictadura genocida y sus sucesivas renegociaciones en diferentes turnos constitucionales hasta el presente.
Suspender todos los pagos supone auditar la deuda en origen de la dictadura, y la promovida en el nuevo ciclo constitucional desde 1983 con los sucesivos canjes que intentaron legitimar el fraude del espurio endeudamiento.
Es solo en esas condiciones que puede hacerse realidad el eslogan que apunta a honrar las deudas contraídas, pero nunca los fraudes.
Pero convengamos que no alcanza con suspender los pagos e incluso lograr la cancelación de las deudas, ya que si se continúa con el modelo económico y la inserción subordinada en el orden capitalista, el país volverá a sufrir las restricciones externas y el cáncer del endeudamiento.
Superar la coyuntura supone enfrentarse a los fondos buitres y la justicia de EE. UU., sí, pero también al orden capitalista y por lo tanto impulsar cambios profundos en las relaciones económicas y en la inserción mundial.
Es un rumbo a empujar desde la integración regional contra el orden capitalista tal como sostuvo recientemente Evo Morales en Bolivia en sendos cónclaves internacionales: la cumbre del G77 + China y la reunión sindical antiimperialista convocada por la COB, Central Obrera Boliviana y la FSM, Federación Sindical Mundial.
La solidaridad internacional y los pronunciamientos están expresados, y dan cuenta del aislamiento de los fondos buitres y la lógica judicial de Griesa y del sistema hegemónico de Justicia en EE. UU., en un marco de agudización de la crisis mundial y su expresión en la potencia hegemónica a puertas de una nueva recesión.
EE. UU. da cuenta de una caída del PIB del 1% para el primer trimestre del 2014 y signos muy preocupantes en el segundo trimestre que cerró a fines de junio.
La crisis se expresa, según el Departamento de Comercio de EE. UU. en la baja más importante de las ganancias corporativas, del orden del 10%, las más pronunciadas desde el inicio de la crisis. Agudiza la cuestión el mantenimiento del elevado déficit fiscal y comercial de EE. UU., la baja de las inversiones privadas, apenas compensadas por la inversión pública y la reducción del consumo que intenta estimular la intervención estatal con emisión monetaria.
El interrogante es si la movilización social en la Argentina empuja una gesta de rebeldía contra los buitres, la justicia estadounidense que intervenga como proceso de salida de la crisis capitalista con rumbo alternativo y potenciando el proceso de cambio que anima Nuestramérica en esta primera parte del Siglo XXI.
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