Nuestra doble moral en el fútbol como en el día a día (Crónicas de una Inquilina) Por Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado Todavía hasta ayer en la noche (30/06) estaba bloqueando kirchneristas y peronistas en las redes ...

Nuestra doble moral en el fútbol como en el día a día (Crónicas de una Inquilina)

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Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

@ilkaolivacorado

Todavía hasta ayer en la noche (30/06) estaba bloqueando kirchneristas y peronistas en las redes sociales, y en esas he pasado toda la semana desde el domingo en la noche que comenté como árbitra el juego de la final de la Copa América, entre Argentina y Chile.

Recibí infinidad de insultos, me llamaron derechista, macrista, traidora, puta, yegua, camaleónica y todo por exponer con claridad la conducta antideportiva de Messi y las decisiones arbitrales. Me dijeron que no sabía nada de fútbol y que me dedicara a limpiar casas ya que eso lo sabía hacer muy bien. Mismos kirchneristas y peronistas que, en tiempos de Cristina, habían llegado a mis redes sociales alabándome por mis artículos en apoyo a su gobierno. Me decían “hermana y compañera” con aquella labia. Aguas con la gente labiosa, es la peor.

Aclaro que este texto no está generalizado, estoy exponiendo lo que me sucedió.

En la final, y en los días posteriores, denigraban mis comentarios diciéndome que por ser mujer no sabía de fútbol, que eso era cosa de hombres. El día lunes escribí el artículo “De la Copa América y el fanatismo extremo” y los insultos se arreciaron, tanto de hombres como mujeres, todos cubriéndose bajo el manto del peronismo y el kirchnerismo. Mismas mujeres llamándome derechista y traidora, diciéndome que mejor limpiara mi casa y me abstuviera de comentar de fútbol, y todo por no estar de acuerdo en el juego sucio en un partido de fútbol.

Nunca en la vida me habían insultado tanto por un artículo de opinión, ni siquiera de parte de la derecha latinoamericana cuando escribo de política. Nunca me habían insultado tanto como los peronistas y kirchneristas como cuando desmenucé un juego de fútbol con el reglamento en la mano.

Pero no solo eso, también mi artículo fue censurado por la mayoría de medios que me publican a nivel internacional, no solo los argentinos, desde los cinco continentes; los pretextos fueron variados: que tenían lectores que amaban a Messi y no aceptarían una crítica así y que los dejarían de leer y no querían perder público. Otros que me dijeron que, por ser mujer, mi visión del fútbol era maternal y el artículo era subjetivo. Que mi manera de entender el fútbol era muy infantil. Otros que estaban tan dolidos por la derrota porque le iban a Argentina y no querían echarle sal a la herida.

En fin, los pretextos fueron tantos para no aceptar que también, tanto como los jugadores y televidentes, ellos como medios de comunicación manejan la doble moral.

Esos insultos y esa doble moral son el ejemplo del papel catalizador que tiene el fútbol en nuestra sociedad. No hay nada en la vida que sea tan evidente como el balompié, es un espejo, nos refleja a cabalidad. Por ser pasión, saca la efervescencia y evidencia nuestra opinión y nuestra forma de actuar en situaciones de incomodidad o desventaja.

La forma en que minimizamos una injusticia que nos beneficia cuando está a nuestro favor, y la solapamos y la celebramos con tal descaro. La forma en que esa masa fanática reacciona cuando se toca un ídolo al que le perdonan el juego sucio dentro del campo y por ende fuera de él. Porque uno es en el fútbol lo que en la vida.

Nada que nos proyecte más como sociedad de doble moral que el fútbol. ¿Un artículo que explica letra a letra nuestro actuar como sociedad es censurado? ¿Un artículo que no miente y no manipula, que evidencia?

Quedan muchas preguntas en el aire y con ellas uno mismo puede sacar sus propias conclusiones; si así somos en el fútbol y así reaccionamos, ¿qué esperamos como sociedad en cambios consistentes en materia de derechos humanos, violencia de género, corrupción, exclusión, injusticia? ¿Qué esperamos de los medios de comunicación independientes que censuran un texto porque no es de su agrado, con qué moral juzgan entonces a los grandes monopolios de la comunicación mundial?

Es simple, el artículo es un texto de los más simples que he escrito estos años, pero soy mujer y aún para muchos letrados, luchadores de derechos humanos, políticos, periodistas, editores, intelectuales; ser mujer y hablar de fútbol o ser árbitra de fútbol son cosas que no van. ¿Qué esperamos de la sociedad y la gente que está comprometida con las causas justas si denigra y censura por género?

En fin, es un tema que da para más y pasaríamos días hablando y desglosándolo. Yo en este texto solo quiero denunciar la doble moral de los medios de comunicación como de aquellos que se cuelgan de una ideología para beneficio personal.

Siempre agradezco el espacio de publicación y siempre cuando se debe, denuncio, no puedo ser partícipe de la bandera y de los carteles con los que muchos alardean de una dignidad y de una moral inexistentes cuando se trata de respetar el juego limpio en el fútbol como en la vida.

Por eso y muchas cosas más, no renuncio a mi blog, es y será mi fuente de publicación, los medios van y vienen, un día me cierran las puertas o los dejo yo a ellos, lo único que queda es la integridad de mi blog que es mi ventana al mundo. ¿Cambiarlo? Ni por un costal de tuzas.

Y sí, aunque a muchos les duela y quieran denigrarme, soy mujer, y árbitra de fútbol a mucha honra.

Fuente: Crónicas de una Inquilina

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