Por Carlos Del Frade
(APe).- Ahora que Estados Unidos le presenta al mundo la detención del jefe del cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, como “el narco más buscado del mundo” y el segundo “terrorista” en importancia criminal detrás del ya asesinado Osama Ben Laden, es necesario repasar la historia de los imperios y sus formas de dominar los pueblos del mundo.
Ahora que el Comando Sur del imperio le vende tecnología al ejército argentino comandado por el denunciado como desaparecedor, César Milani, la contracara de José de San Martín que, por estos días, cumpliría años en algún lugar del universo, es imperativo saber qué consecuencias trae la subordinación al discurso de la “guerra al narcotráfico” que impone Estados Unidos desde 1970, desde Nixon, pasando por Reagan y llegando a Obama.
Ahora es, entonces, el tiempo de recordar un cuento chino.
Una verdadera historia de dependencia y control social que sufrió el pueblo oriental a partir de las llamadas guerras del opio.
China prohibió el consumo de opio en 1729 a través de un decreto imperial. Sin embargo, casi cuatro décadas y media después, el comerciante inglés, Warren Hasting, monopolizó la venta de la droga prohibida a través de la compañía de las Indias Orientales, explotadora de la plantación y manufacturación del opio en la India.
“En los quince años que van desde 1818 a 1833 las exportaciones de opio producidos por Inglaterra y adquirido por China pasan del 17 % al 50 % de las exportaciones totales de Gran Bretaña con destino a esa nación. A partir del año 1800 al acentuarse la decisión china de reprimir el consumo y la venta de opio, el contrabando comienza a tener dimensiones verdaderamente insospechables. Mientras el valor de las transacciones comerciales legales realizadas a través de Cantón era en 1831 estimadas en siete millones de dólares, el comercio clandestino realizado a través de Lïn Tin ascendía a diecisiete millones, de los cuales once millones correspondían a la venta del opio. El emperador Chino, preocupado por el deliberado intento de forzar el consumo de opio en su pueblo, designó a un hombre de integridad probada, Lin Tse-Hsu, para encargarse de la re-solución del problema, invistiéndolo de facultades espacialísimas, como gran almirante y comisario imperial”, cuenta Luis Brunatti en su notable trabajo “Drogadependencia”, de julio de 1988.
-Hemos llegado a la conclusión de que este nocivo artículo es el producto de la manufactura clandestina de arteros maquinadores que operan dentro del dominio de vuestra honorable nación. No dudamos de Vos, jefe honorable,... en la misma Gran Bretaña no se permite que la gente inhale droga. Si admites que es tan perniciosa no es posible que tratéis de obtener beneficios exponiendo a otros a su maléfico poder. Ya que sería irreconciliable con los decretos del cielo– le escribió Lin a la reina Victoria. Inglaterra desató el poder de su armada.
Después de la primera guerra del opio, se firmó el tratado de Nankin, el 29 de agosto de 1842, donde los chinos cedieron la apertura de cinco puertos donde los comerciantes ingleses podrían residir con sus familias y establecimientos para efectuar sus transacciones sin molestias ni restricciones.
Exacciones por rescates en ciudades que no habían sido ocupadas por los ingleses y por lo tanto habían obtenido el "beneficio" de no ser saqueadas debiendo pagar por ello. Se obtuvo la anexión de Hong Kong desde donde se organizaría luego toda la estructura de las relaciones de China con las naciones occidentales. No conforme el imperio de entonces, hubo una segunda ofensiva, ya en alianza con Francia y Estados Unidos. Ganaron dos cosas más: el comercio de "cerdos" como se denominaba a los trabajadores chinos que eran exportados para su explotación en diversas actividades y la libre navegación del Yang-Tse.
Detrás de la detención del “Chapo” Guzmán, de las relaciones carnales que propone Milani -el lado oscuro de San Martín- y del discurso de la “guerra al narcotráfico”, viene una nueva forma de dependencia, explotación y sangre joven derramada, tal como lo demuestra el cuento chino de las guerras del opio.
Fuentes: “Drogadependencia”, de Luis Brunatti, julio de 1988 - Diarios del domingo 23 de febrero de 2014.
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