Por Patricio Montesinos
Bolivia no ha dejado de ser blanco de las cañoneras de Estados Unidos y de la derecha nacional, regional e internacional, tras el ascenso al poder del presidente Evo Morales, pero en las últimas semanas el fuego adversario se ha hecho cada vez más intenso contra ese país andino.
Los ataques concentrados de Washington, de la oligarquía y de la “gran” prensa conservadora latinoamericana y mundial, están dirigidos a impedir que en el Referendo, a celebrarse en febrero venidero en la Pachamama (Madre Tierra), triunfe el Sí para una nueva reelección de Morales en las elecciones de diciembre de 2019.
Las autoridades de La Paz han revelado, con pruebas concretas, el actuar de la derecha en esa nación sudamericana, sus conspiraciones y planes financiados desde Estados Unidos, los cuales tienen como propósito impedir que el actual jefe de Estado pueda aspirar a otro mandato.
El propio presidente denunció que el gobierno norteamericano paga la campaña por el No en el Referendo, y las fragmentadas formaciones políticas de oposición y sus cabecillas pelean por las importantes sumas de dinero ofrecidas por Washington.
Paralelamente, la prensa nacional conservadora, siempre acompañada por la de América Latina y Europa, protagonizan campañas mediáticas para mancillar el proceso de Cambio que encabeza el bautizado Campeón Evo, quien con el respaldo de la mayoría de su pueblo ha logrado en solo una década convertir a Bolivia en uno de los países punteros de la Patria Grande en desarrollo económico y social, tras haber sido antes con los regímenes neoliberales el segundo más pobre de la región.
En respuesta a las ofensivas de las cañoneras enemigas, el vicepresidente Álvaro García Linera aseguró que sus compatriotas están listos para soportar esas arremetidas de la extrema derecha, que buscan desprestigiar la gestión de Morales durante su camino a la reelección.
García Linera consideró que “el posible retraso político de la izquierda en Venezuela y Argentina no influirá en el Referendo, porque a diferencia de esas naciones, Bolivia tiene un posicionamiento diferente en distintos temas que hacen frente a la oposición”.
Por supuesto que Estados Unidos y la envalentonada oligarquía en América Latina buscan a toda costa que el Si sea derrotado en la cercana consulta popular en la Pachamama, no solo para debilitar su exitoso proceso de transformaciones, sino además apagar la integración y la unidad de la Patria Grande.
El Gran Jefe Indio Latinoamericano, como le denominan también a Evo muchos en el mundo, es un líder internacional, y una semilla trabada en la garganta de Washington, contraria a los intereses hegemónicos del imperio en Nuestra América.
Luego de las victorias de la derecha en las elecciones presidenciales de Argentina y en las parlamentarias de Venezuela, la Casa Blanca y el Pentágono se frotan las manos, y quieren hacer de Bolivia su próxima presa, mientras prosiguen con sus planes de desestabilización y subversión contra el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro, y los de Rafael Correa, en Ecuador, y Dilma Rousseff, en Brasil.
El proyecto siniestro de Estados Unidos está bien claro: lograr destronar del poder a todos los ejecutivos progresistas, y sin obstáculo alguno, recuperar el dominio que había perdido en Latinoamérica, a la que sigue considerando su patio trasero.
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