Por Alfredo Grande
(APe).- “La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa” . La tentación de empezar con esta cita del “18 Brumario de Luis Bonaparte” de Carlos Marx fue irresistible. La tragedia: la autodenominada “revolución libertadora”. La farsa: la “votación libertadora”. Algunos llamaron a esto balotaje. Dos candidatos que no eran lo mismo, pero que para encontrar diferencias había que usar micro cirugía intelectual y política. Lo intenté en mi trabajo “Votar en Negro” con el resultado conocido. Sigo pensando que no solamente no son lo mismo, sino que va quedando claro que son lo opuesto. ¿Opuesto a qué? Esa es la cuestión.
El intento de oponer como excluyentes un proyecto nacional y popular y un proyecto anti nacional y anti popular suena tentador. Pero agoté mis tentaciones con la cita de Marx. No son lo opuesto en lo fundante. La matriz de una economía concentrada, transnacionalizada, con un reparto de la riqueza parecido a un “delivery” de la “buena gente” que llena este país, ratifica la profecía de Eduardo Duhalde. Presidente mixto entre de facto y de jure, sentenció que: “el Estado para los pobres, el mercado para los ricos”. Omite el otrora hombre fuerte de Lomas de Zamora que tanto el Estado como el Mercado están dirigidos, conducidos, comandados por los ricos. Y que la cínica teoría del derrame no es en su fundante diferente a la política del eterno subsidio que también es el derrame de las magnas ganancias de las empresas líderes y de la dimensión industrial de la política. Eso que llaman Estado.
Pero no son lo mismo en el origen cultural y político. No es lo mismo venir de la UCEDÉ que venir del laborismo o del anarquismo. Lamentablemente, ya dentro de la farsa, Menem peronizó a la derecha en la figura de la nave insigne de las políticas económicas reaccionarias de la Argentina, o sea, el ingeniero Álvaro Alsogaray. Antes que eso, creo que cuando era presidente Frondizi o más o menos por ahí, Alsogaray fue a una reunión internacional de economistas. Con su humor filoso, Aldo Cammarota preguntaba: “¿y por la Argentina quien va?”. La UCEDÉ incluyendo a nuestra venus de las pieles, la ingeniera María Julia (Gatúbela) Alsogaray a la que nadie osó tirar al Riachuelo el día 1001 donde debía verificarse su promesa de sanear la pestilencia, decía que la UCEDÉ derechizó al peronismo. Que apenas resistió en pocos diputados; entre ellos, el inolvidable Germán Abdala.
Desde la Revolución Libertadora del ' 55 y su secuela de fusilamientos y asesinatos, hasta la Votación Liberadora con su secuela de despidos de ñoquis, represión con balas (¿importa que sean de goma para minimizar la bestialidad?) y desmantelamiento de programas laborales de inclusión social, la farsa es que se pudo llegar a esto luego de una década supuestamente ganada. Si hubiera sido perdida llegaba Freddy Kruger o Jason. He denominado “alucinatorio social y político” a la hegemonía de la farsa. También grotesco mágico, porque nada queda del realismo, ni capitalista ni socialista.
Ante la perplejidad, el asombro, la profunda decepción, la insondable tristeza, los terrores que regresan, el espacio de una profunda autocrítica de los que nos gobernaron todavía no ha llegado. Al menos cuando triunfó Alfonsín hubo en el peronismo un movimiento renovador y marcaron a fuego a los denominados “mariscales de la derrota”. Un renovador de esos tiempos fue Menem que luego se siguió renovando y terminó como un neo conservador renovado. Su aliado estratégico que ayudó al golpe económico contra Alfonsín, Domingo ¿Faustino? Cavallo, inventó o deliró o ambas cosas, con el delirio de la paridad cambiaria que bautizó con el neologismo convertibilidad. No salir del neologismo le costó a Fernando el Aburrido que la paridad cambiaria le estallara en las manos.
Otra farsa apareció: las cuasimonedas. Pero Cavallo bancarizó a todos y todas, y eso sigue. Cada trabajador que cobra su sueldo lo hace en los bancos que administran cuantiosos recursos que son de los trabajadores. Negociado. Corrupción. Estafa reiterada. Asociación ilícita. Pero la bancarización llegó para quedarse. Un colega me decía que estaba furioso por 4 pesos con 60 centavos que nunca podía retirar de su sueldo. Hacer largas filas para pedirle al cajero retirar esa suma era un ridículo que no podía tolerar. Los cajeros automáticos no creen en lágrimas ni en billetes menores a 100 pesos. Otra estafa.
Cuando el Frente para la Victoria profetizó que podían ir juntos el capitalismo serio (sic) y los derechos humanos, pocos plantearon lo paradojal de esa afirmación. En una jornada creo que del 2004 organizada por la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (en 1937 las cuestiones de género no estaban en el tapete) que se denominó “Las largas sombras del genocidio” dije que la profecía del capitalismo serio con derechos humanos era un delirio. Y que el núcleo de verdad de ese delirio era Hebe de Bonafini. Años después el abrazo de Hebe con Milani me dio una razón que hubiera preferido no tener.
No creo que la tragedia se cerró con el Nunca Más. Correpi nos recuerda siempre que los asesinatos en democracia no sólo no son pocos, sino que demasiados. Lo trágico aún nos habita. Por eso la farsa es simultánea con la tragedia, y el arte de lo simultáneo es marca registrada de la cultura represora. Para muestra basta un botón, si ese botón es un analizador. La fuga de tres condenados, los vaivenes de su persecución, las declaraciones de los funcionarios, todos los chistes que generaron, ubican ese episodio en la tragedia y en la farsa al mismo tiempo. Y la unión de ambos registros provoca incertidumbre. Pésima consejera. Anestesia el miedo pero va convocando al terror. Y el terror es el arma letal de todas las dictaduras, incluso las de origen constitucional. El terror degrada al sujeto colectivo y social en individuo. “Sálvese quien pueda” forma piadosa de sentenciar “Muérase el que no pueda”.
Para enfrentar el terror hay dos operaciones fundantes: volver a construirnos como sujetos y eso implica organizar colectivos que son grupos con estrategias de poder. Y clonar el terror en miedo. Porque el miedo no es sonso. El miedo identifica el peligro real y habilita la defensa. Yo tengo miedo. Pero para impedir que me domine el terror, sigo militando el colectivos diversos, desde mi cooperativa de trabajo, la fundación Pelota de Trapo, la Liga Argentina, el periodismo alternativo no empresarial. Por eso el programa radial que conduzco con Irene Antinori sale por la radio La Retaguardia, que integra la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) Y si “solo saben los que luchan” algo debo saber en más de 40 años de batir varios parches. Mi brújula es algo que escribí hace ya demasiado tiempo… “no tengo la certeza compartida, pero sí la convicción de una lucha compartida”. Y lucharé para que nadie crea nunca más que puede haber una “votación libertadora”.
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