Por Andrés Gómez
Muchas veces la prensa estadounidense y la internacional tratan -en Miami, es siempre- con prioridad la cuestión de la emigración cubana a Estados Unidos por sobre el alud del resto de la emigración ilegal latinoamericana a este país. No me refiero a la emigración cubana a este país como ilegal dado los privilegios otorgados a los emigrantes cubanos por la Ley de Ajuste Cubano de 1966 y su aditamento la política de Pies Secos - Pies Mojados de 1995 que, debido a las mismas, prácticamente no existen inmigrantes cubanos ilegales en Estados Unidos. Para evitar confusiones es más correcto referirse a ellos entonces como emigrantes que utilizan vías irregulares. Aunque ilegales en la mayoría de los casos en el transcurso de su recorrido para lograr llegar a las fronteras estadounidenses.
Esta atención especial a la emigración cubana por sobre el resto de la emigración ilegal latinoamericana a EE. UU. es producto de una decisión política de agresión contra el pueblo cubano, tomada durante la Guerra Fría, que actualmente le sigue causando importantes daños, en términos de sacrificios y vidas perdidas a los cubanos que se embarcan, por mar y por tierra, en esa locura, a pesar de que supuestamente el gobierno estadounidense ha entrado en una etapa de normalización de sus relaciones con el gobierno cubano. La gran prensa nacional e internacional, al tratar estos temas, sigue reflejando una inveterada costumbre de agredir a Cuba y a su Revolución.
En realidad, la totalidad de la Ley de Ajuste Cubano es el segundo brazo de una miserable política que sirve como infames tenazas, cuyo brazo principal es la genocida política de bloqueo contra el pueblo cubano. El bloqueo hace la vida penosa a los cubanos en su patria, mientras que la Ley de Ajuste Cubano y la política de Pies Secos - Pies Mojados sirven como canto de sirenas para engatusarlos y desgarrarlos de lo suyo y de los suyos en azarosa travesía.
Lo que la situación actual exige, en términos humanos y políticos, es la inmediata revocación de la totalidad de la Ley de Ajuste Cubano para normalizar la situación migratoria de los cubanos en este país y hacia este país, y legalmente equipararla a la de los demás inmigrantes en EE. UU. Además, así asemejar la cuestión migratoria entre ambos países a la de las otras cuestiones partes del proceso negociador, cuyo objetivo es la normalización de sus relaciones, y de esta manera lograr eliminar un obstáculo grave en este ingente proceso entre ambos gobiernos y pueblos.
Igualmente, una cuestión de enorme importancia, que es obviada públicamente tanto por el gobierno federal como por la gran prensa en este país, es que de ser derogada en su totalidad la Ley de Ajuste Cubano, o al menos la política de Pies Secos - Pies Mojados, Estados Unidos recuperaría el control de sus fronteras, y por lo tanto el control de quién entra y quién no entra a su territorio. Aspecto fundamental de su seguridad nacional que la política de Pies Secos y Pies Mojados --que es una orden presidencial y por lo tanto puede ser anulada por otra orden presidencial, así de fácil- ha puesto en alto riesgo durante más de veinte años.
Tan fácil como otorgar más visas de inmigrantes a cubanos que califiquen resolvería esta lacerante situación. Equipararía la situación migratoria cubana a los procedimientos normales establecidos por EE. UU. con los demás países, garantizaría una vía expedita y segura para los emigrantes cubanos; como también, como se ha dicho anteriormente, la recuperación del control de sus fronteras a los Estados Unidos. Esta lógica alternativa estaría acorde a la Ley Migratoria cubana de enero de 1993 y, repito, al proceso de normalización entre ambos países.
Para poner en su justo lugar las alegaciones de la gran prensa y de los enemigos de la revolución cubana que montan la maraña de una emigración cubana gigantesca y en desbandada a las que me referí al comienzo de este artículo ofrezco las siguientes cifras.
En 2012, el Buró del Censo de EE. UU. consideraba la población latinoamericana y sus descendientes que residen en EE. UU. ser de 53 millones de personas de un total de 311 millones de personas residentes entonces en este país. Los primeros cinco grupos nacionales latinoamericanos por sus números eran los mexicanos, quienes sumaban 34 millones (65%); los puertorriqueños, 5 millones (9.5%); los salvadoreños, 1.950.000 (3.8%) y los cubanos 1.800.000. En 2015, la misma fuente oficial estimó que los cubanos y sus descendientes viviendo en éste eran 2 millones de personas, (solamente el 60% de este número nacidos en Cuba).
Durante el año fiscal 2015, 27.413 cubanos entraron por la frontera mexicana, de un total de alrededor de 50 mil cubanos entrados durante el mismo periodo de tiempo a Estados Unidos, legal e irregularmente, de acuerdo al Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security). Esa misma fuente oficial estima que, durante ese mismo año, fueron interceptados por esa misma frontera cerca de 486.000 individuos; entre éstos, 68.541 niños y jóvenes menores de edad, sin acompañantes, intentando cruzar esa frontera ilegalmente. En su inmensa mayoría, esos individuos eran centroamericanos y mexicanos.
De acuerdo a cifras del Pew Research Center, respetado centro investigativo sobre asuntos migratorios, el gobierno de Estados Unidos, entre 2011 y 2013, concedió 3.083.000 visas de inmigrantes. De entre éstas; en 2011, concedió 1.062.000; correspondió a los mexicanos, 143.000 (13.5%); a dominicanos, 46.109 (4.3%); a cubanos, 36.452 (3.4%). En 2012, concedió 1.031.000; correspondió a los mexicanos, 146.000 (14.2%); a dominicanos, 41.566 (4.0%); a cubanos, 32.820 (3.2%). En 2013, concedió 990.000 visas de inmigrantes; correspondió a mexicanos, 135.000 (13.6%); a dominicanos, 41.311 (4.2%) y a cubanos, 32.219 (3.0%). Como puede observarse siempre correspondieron similares porcentajes.
Ciertamente hay maneras a través de la cuales Estados Unidos puede darle solución legal, justa y equitativa a la situación de la emigración cubana a este país.
Lo obvio es preguntarse por qué se mantiene la actual política migratoria, contradictoria con los presuntos objetivos del proceso de normalización con Cuba enunciados reiteradamente desde diciembre de 2014 por el presidente Obama los cuales, según él, son de valiosos beneficios a los intereses de EE. UU.
Parece ser que a la Administración de Obama le resulta muy difícil y enrevesado desmantelar el muñeco de la vieja política imperial en contra del pueblo cubano, y se mantiene ofuscado en el propósito fundamental de ésta: deleitarse en hacer el mal, o en el sufrimiento de otros; en este caso, de nosotros los cubanos.
Fuente: CubaSí
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