Por Ilka Oliva Corado
Al mejor estilo de pastor de iglesia y de conferencista de motivación personal el ahora (y lo más jodido, que de pronto durante 4 años) presidente de Guatemala, Jimmy Morales (aunque usted no lo crea) dirigió su primer discurso a la población guatemalteca.
Una toma de posesión caracterizada por la impuntualidad típica del guatemalteco que cree que el mundo gira alrededor suyo. Sin mayores sobresaltos Jimmy Morales tuvo el privilegio de que lo acompañaran en la toma de posesión luminarias del progresismo latinoamericano como Rafael Correa, (vea usted qué honores los que tienen algunos) aunque su atención siempre estuvo en los parpadeos de Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, con quien previo al acto protocolario de la toma de posesión sostuvo una reunión al pedalazo, donde también al pedalazo le pidió el TPS para los guatemaltecos. No olvidemos que el TPS para los presidenciables del triángulo norte de Centroamérica y México también es plataforma política como lo es la Reforma Migratoria para los presidenciables en Estados Unidos. Es decir; es un puro lavarse las manos y quedar bien para la foto. Y cabe reseñar que, para Jimmy Morales, el migrante es el mejor producto de exportación que tiene Guatemala para Estados Unidos. Lo ve como mano de obra barata que puede “ayudar” en el país del norte. Partiendo de ahí la idea del TPS en boca de Morales es un chiste malo.
Es imposible pedirle un discurso como estadista porque no lo es y no lo será nunca. Es imposible pedirle un discurso con palabras salidas del corazón, de la inteligencia, de la solidaridad. Es imposible pedirle a un personaje como Jimmy Morales un discurso de toma de posesión en donde hable con firmeza de la restauración del tejido social, de Memoria Histórica, de Derechos Humanos, de la refundación del Estado, de genocidio pues niega todo lo que tenga que ver con dignidad, identidad y entereza. Es un discurso al nivel de la sociedad guatemalteca por tal razón le quedó como anillo al dedo, le durmió la mona a sus votantes que emocionados exaltaron en la redes sociales al “varón puesto por Dios en Guatemala”. Se leían mensajes al estilo de: “Dios Todo Poderoso nos ha proveído de un presidente como el hermano Jimmy Morales, alabemos su gloria”. Personas en cadenas de oración dentro y fuera del país “para recibir la bienaventuranza del nuevo elegido del Señor”. Palabras al estilo Jimmy Morales que se atrevió a hablar de Dios en su discurso y a utilizar pasajes bíblicos, cuando sabemos que el Estado debe ser laico. Pero pues, estamos hablando de Guatemala…
Jimmy Morales utilizó el doble estándar en su discurso, porque no hay que olvidar ni por un segundo que viene de un programa televisivo en donde salpicaba a la sociedad con su misoginia, su carácter patriarcal y homofóbico. Donde fue material de primera categoría el racismo y la exclusión. ¿Cómo se le puede creer a un personaje como Jimmy Morales un discurso presidencial donde hable de inclusión, de la mujer, de los Mayas, de los afro descendientes? ¿Buscaba apacharle el ojo al macho? Porque propiamente una reivindicación ni el más cristiano o ingenuo la creería,
Con un olfato de quien sabe en dónde está el hueso habló de las manifestaciones suscitadas en el año 2015, donde alabó a las masas amorfas que vitoreaban canciones y que fingían hermanarse en una Guatemala unida, sólo para la foto. Porque ahí dentro de esas manifestaciones también se vivió el pulso latente de lo fragmentado que está el país, hablar de una Guatemala unida en estos momentos es un descaro. Utilizar esa carta durante su discurso ensalzó aún más a la ciudadanía que lo votó. Quien escribió el discurso sabe la debilidad de la clase media guatemalteca: el ego, la fanfarronería y la labia. Y siendo un discurso que de alguna manera se vería en el mundo por supuesto el plan era dejar bien parada a la masa amorfa que le dio el voto. Aprovechó el tema de moda que es la corrupción y con eso les dio atol con el dedo a los ingenuos.
En un país con la realidad social que tiene Guatemala hablar de turismo en un discurso presidencial es una insolencia. Por supuesto que el país es hermoso (quienes lo arruinamos somos los guatemaltecos) no se trata de turismo, se trata de los saqueos, de las transnacionales, de la intimidación a los defensores del medio ambiente, se trata de Derechos Humanos, de justicia, de impunidad. De ecocidio. Es algo más profundo, es algo político. Pero bueno, es demasiado pedir a un presidente como Morales y a una sociedad como la guatemalteca.
Al final el punto no es el discurso que generalmente viniendo de ultraconservadores se queda en palabras y sirven para recibir las palmaditas en la espalda, para el repello y darle la sensación de seguridad a la ciudadanía que le dio el voto. Aquí hay algo mucho más complejo de un acto protocolario, aquí es preocupante lo que se le viene encima al país en materia de Derechos Humanos y neoliberalismo. Aquí lo realmente temerario serán los contratos que se firmen desde la poltrona presidencial, lo que se pueda engavetar, lo que se mande directamente a la trituradora de papel, que se entienda pero no se pronuncie, es decir; todo aquello que se quede entre cuatro paredes y que termine hundiendo más al país. Lo que no salga a flote y que siga permitiendo la injerencia de Estados Unidos en la región.
Fuera del circo de la toma de posesión lo que preocupa es el espiral de cortinas de humo que vendrán para mantener a la población atenta a lo insignificante, mientras que atrás de bambalinas se dan los verdaderos golpes bajos a un país tan dolido, herido y fragmentado como Guatemala.
Tan arrogante es Jimmy Morales que entre la sublimidad de su oratoria convencional aduce que a partir del momento en que tomó posesión ha nacido una nueva Guatemala, no extraña que sus fieles seguidores le llamen “el elegido del Señor”. No será sorpresa que un día cualquiera se auto entregue “la Orden del Quetzal” y se autonombre el mejor presidente de Guatemala en la historia del país, como es su sueño de egocéntrico.
Lo que sí es que inicia una nueva función de teatro en Guatemala, de las tantas que han desfilado por el país y lo han dejado en los puros huesos. ¿Cuánto durará? ¿Merece Jimmy Morales el beneficio de la duda aunque se declare ultraconservador? ¿Sea homofóbico, misógino, patriarcal y racista? ¿Puede alguien que niega el genocidio dirigir un país tan fragmentado como Guatemala? La pregunta del millón, ¿pero dirigirlo hacia dónde?.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario