Por Darío Balvidares
A propósito de la creación del Instituto de evaluación docente en provincia de Buenos Aires.
No es novedad lo de Institutos de Evaluación Docente, desde 1994, el Grupo Sophia, dirigido, en aquel entonces por el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, trataba de imponer un "proyecto de escuelas autónomas" en el que se devaluaba la figura del docente, enmascarando el discurso con un tinte romántico en su descripción, pero a renglón seguido ya descalificaba el estatuto y el régimen de licencias; esto es, los derechos que se consiguieron a lo largo de la historia. El proyecto del grupo Sophia, había sido financiado por la fundación Banco de Boston y, por supuesto, formaba parte de las herramientas de la llamada "transformación educativa".
Luego, con Macri como Jefe de Gobierno, también la Legislatura porteña promulgó la disolución de las Juntas de Clasificación Docente y la creación del Instituto autárquico de evaluación.
El actual Ministro Bullrich, también integrante del grupo Sophia, cuando era diputado nacional, en 2006, realizó un proyecto de ley en el que el artículo 48 proponía que los docentes deberían ganar un equivalente al salario mínimo y el resto por "performance". Esto explica la mirada ideológica sobre la educación: enmarcar el trabajo en los estándares de la competitividad. Competencia entre docentes, lo que tiene como correlato la competencia entre escuelas y el establecimiento de los rankings, como afirmaba el noventista proyecto Sophia.
Apenas este breve comentario, para no abundar, sobre las definiciones educativas que nos posicionan y nos vienen posicionando en el marco de las decisiones de las políticas de los organismos internacionales, el mercado educativo se sigue moviendo hacia sus "Metas 2021".
A imagen y semejanza de la "Agencia Nacional de Evaluación" de los Estados Unidos es que se crean los Institutos de Evaluación en Argentina y países latinoamericanos que no salen de las recetas del negocio educativo internacional.
Para cerrar, la descripción del docente del proyecto Sophia se pretendía legitimar en su aire romántico para la transformación que debería ocurrirle; más bien a estas alturas, parecería trágico o lo que es peor, kafkiano: opera una "metamorfosis" donde el sujeto de la "transformación" no interviene en el proceso y tampoco es por el destino fijado por los dioses.
En los planes de la “transformación” hay una premisa casi nietzscheana: "el sujeto solidario, ha muerto" y da paso al "sujeto competitivo" del mercadeo de la educación.
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