Por Carlos del Frade
(APe).- “Innovación para todos los niños y niñas”, dice la portada del informe de la UNICEF sobre el estado mundial de la infancia del año 2015. Todavía se lo ve en cualquier buscador de internet. Con colores vivos y fotos realmente hermosas.
La introducción del documento sostiene que “en todo el mundo, una revolución de la innovación en favor de la infancia está creciendo… a menudo en los lugares más inesperados… y está cada vez más dirigida por los propios niños”, apunta del texto.
Agrega que “en los estudios de diseño de tecnología y en los laboratorios universitarios, en las organizaciones del desarrollo y en las empresas, en las cocinas y los centros comunitarios están surgiendo nuevas formas de resolver los problemas, impulsadas por la creatividad, la capacidad de conectar y la colaboración”, remarca la UNICEF.
En esas palabras, en esas historias parece que la esperanza de un mundo mejor goza de muy buena salud.
Sin embargo, a menos de un año, a principios de 2016, la ferocidad del mundo contra las chicas y los chicos tiene consecuencias dramáticas.
La realidad marca la cruel distancia entre el territorio del deseo y la existencia cotidiana de la pibada en esta cápsula espacial llamada planeta Tierra.
-Nadie sabe dónde están más de 10 mil chicos refugiados en Europa. Los traficantes de personas los llevan primero por peligrosos trayectos a Europa y después los esclavizan o explotan sexualmente: este escenario de horror podría ser ya una realidad para muchos refugiados menores de edad, según sospecha la autoridad policial europea Europol. Según una estimación conservadora, en los últimos dos años 10.000 niños refugiados que viajaban solos desaparecieron en Europa, la mitad a su llegada a Italia. Pero también en Suecia se ha perdido el rastro de más de 1.000. Muchos podrían estar con parientes, señala Europol, pero también hay indicios que apuntan a que otros cayeron en manos de criminales – sostienen las agencias de noticias europeas.
El informe de la organización “Save the Children”, titulado “Pequeños esclavos invisibles: las jóvenes víctimas de trata y explotación”, describe la condena que soportan las niñas nigerianas que al huir del terrorismo de Boko Haram caen en las redes de trata italianas.
Los pibes egipcios, mientras tanto, son explotados en mercados o lavaderos de automóviles en la propia capital del viejo imperio romano.
La mayor cantidad de chicas y chicos explotados tienen entre quince y diecisiete años.
Lo mismo sucede en Suecia, la cuna de los Premios Nobel. Allí la mayoría de las niñas y los niños procede de Marruecos, Argelia y Afganistán.
Las noticias dan cuenta de que “casi 300 solicitantes de asilo menores de edad están oficialmente en la lista de desaparecidos de las autoridades migratorias, pero las estadísticas sólo contemplan a los niños registrados antes de su desaparición. Cientos de menores que llegaron solos en ferry desaparecieron en octubre en Trelleborg, en Suecia. Estos jóvenes correrían un grave peligro de caer en manos de bandas criminales, advirtió el Ombudsman (defensor del pueblo) sueco para la protección de los niños, Frederik Malmberg, en declaraciones a la radio sueca”, denuncian los medios.
Más allá de las bellas frases de UNICEF y los foros internacionales, la ferocidad del sistema se alimenta de los cuerpos niños y adolescentes, nada menos que en el corazón de la famosa cultura occidental.
La hipocresía, siempre vigente, es una de las principales herramientas con la que los dueños del mundo hablan de esperanza cuando, en realidad, multiplican dolores e injusticias.
Fuentes: Diario “La Capital”, domingo 7 de febrero de 2016; UNICEF, “Estado mundial de la infancia”, año 2015.
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