El jueves 18 del corriente se desarrolló la instancia de los alegatos del juicio por el asesinato de David Vivas (21 años) y Javier Alarcón (15 años), víctimas del gatillo fácil. Los jóvenes fueron asesinados a sangre fría por el subcomisario de la comisaría 1ª de Quilmes, Alfredo Alberto Veysandaz, la mañana del 3 de marzo de 2013. El joven Marcelo Luque (23 años), hermano de Javier, que era parte del mismo grupo de jóvenes, recibió un disparo que, por suerte, no le costó la vida y se presenta también como particular damnificado. El acompañamiento incansable de las organizaciones de derechos humanos, organizaciones antirrepresivas y de izquierda, puso marco a la jornada con una radio abierta y bombos.
El proceso se desarrolló ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1, conformado por las juezas Silvia Victoria Etchemendi, Marcela Alejandra Vissio y María Florencia Butiérrez. Ante una sala llena de familiares (con la presencia formidable de las madres Beti y Gladys, y el herido Luque), amigos y organizaciones, el fiscal Fernando Celesia remarcó las incontables pruebas en contra de Veysandaz y las contradicciones entre sus declaraciones en la instrucción y la que dio en el debate. El fiscal negó terminantemente que el policía actuara en ejercicio de la legítima defensa, y lo acusó como autor de los delitos de doble homicidio y lesiones leves, por lo que pidió que se lo condene a 23 años de cárcel.
Luego, la compañera María del Carmen Verdú, de CORREPI, acordó en trazos generales con el fiscal sobre los hechos, pero profundizó en otros agravantes del caso. Mencionó los “aprietes” que sufrieron las testigos, muchas menores de edad, en la comisaría, y remarcó la indefensión de los chicos frente a la experiencia de un subcomisario con 34 años de servicio, lo que hace imposible que el policía, como quiso hacernos creer, hubiera entrado en pánico ante su presencia en la calle. Destacó también que el crimen de Veysandaz no es un delito común, sino que fue cometido por un policía, un agente del Estado. “El gatillo fácil es un crimen de Estado, es un ataque al conjunto de la sociedad” sentenció Verdú. La abogada disintió con el fiscal en los cargos, entendiendo que habían sido tres homicidios, dos consumados y uno en grado de tentativa, agravados por la condición de miembro de una fuerza de seguridad estatal, y pidió la condena a prisión perpetua.
El abogado de Veysandaz, Américo Santillán, por su parte, pidió la nulidad de la instrucción, argumentando que en la primera etapa del juicio, el fiscal, Leonardo Sarra, había tenido un papel negligente y malintencionado, para vulnerar a su defendido. El planteo fue respondido y rechazado por el fiscal y por la abogada de CORREPI. Finalmente, solicitó que su defendido sea absuelto.
Finalizando, el asesino Veysandaz solicitó hablar nuevamente ante el Tribunal. En una verdadera provocación, señaló como responsable de los asesinatos de David y Javier a la víctima sobreviviente, Marcelo Luque. El joven reaccionó con natural indignación, al tiempo que los demás familiares de los chicos presentes respondieron con gritos al asesino. La provocación del asesino desató también el llanto de impotencia de muchos, y causó un desmayo a la madre de Javier. La situación, que nunca se desmadró, fue la excusa perfecta para que el Tribunal Nº 1 anunciara que no iban a admitir público durante la lectura del veredicto.
Esta provocación no va a impedir que los familiares, amigos y organizaciones de izquierda, de derechos humanos, y organizaciones antirrepresivas nos manifestemos nuevamente y sigamos exigiendo una condena efectiva de prisión perpetua. Veysandaz ha mostrado su verdadera cara: un asesino frío y sádico, que conoce los canales de impunidad de la policía y el aparato judicial. El pedido del fiscal, agente del Estado, que no ha enmarcado el caso en la problemática del gatillo fácil (como sí lo hizo la querella), ha sido sin embargo categórico en afirmar la culpabilidad del acusado y la pena que solicitó es considerable.
Seguiremos exigiendo justicia, por David y Javier, y todos los jóvenes asesinados por el gatillo fácil. Perpetua para todos los asesinos.
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