Con uno de esos sarcasmos aprendido en sus tiempos de guerrillero del Chicó; Enrique, el hermano mayor o Big Brother del presidente, decía que el ELN “enredaba hasta un aplauso”. La verdad es que mientras ponía el índice hacia adelante, los otros dedos señalaban a su propia familia.
No nos referimos al pintoresco electrocutador "Fachito" (Francisco Santos, ex vicepresidente de Uribe), sino a su propio hermano que hoy decide en Colombia como presidente, quien cree que las complicaciones actuales del proceso de paz en La Habana se resuelven con abrazar a Roberto Sáenz, hermano consanguíneo de Guillermo Sáenz, más no hermano de Alfonso Cano, cuyos hermanos verdaderos y de sangre están en todas las montañas de Colombia resistiendo la guerra contrainsurgente oligárquico Imperial que adelanta su clase social depredadora.
Como el panorama político, económico y social no pinta nada bien, entonces hace la maniobra envolvente “tipo Pastrana”, de enredar el proceso de paz con el ELN y de paso, poner un inamovible personal externo, inconstitucional e inconsulto con la contraparte de las FARC - EP como es el “Plebiscito de refrendación de los acuerdos finales”, con el fin de ganar tiempo.
En la esfera económica la situación no podría ser peor, la crisis financiera global y del petróleo, finalmente ha llegado a Colombia para quedarse por un buen rato. Ya el cuento del fenómeno climático “del niño”, al cual culpan mediáticamente del desastre, no convence a nadie.
En la esfera política; los recambios Vargas Lleras y Peñalosa, con quienes el bloque de poder dominante pensó en recomponer el liderazgo oligárquico para la “continuidad” han encallado en los duros arrecifes de la realidad.
El primero, Vargas Lleras, por una lamentable y mala pasada de su salud, a quien la “lesioncita” que le diagnosticó alegremente el oculista Virgilio Galvis en la exclusiva clínica Ardila Lule de Bucaramanga, ha resultado ser un tumor cerebral canceroso “agresivo” que, después de extraído, le ha dejado secuelas neurológicas en los miembros inferiores y la necesidad de aplicar radioterapia; lo que posiblemente quemará algunas células cancerosas, pero también alguna que otra neuronita cortical y así, el futuro “descerebradito” no será un buen prospecto para la difícil tarea de ganar la guerra contrainsurgente que le había proyectado su avariciosa clase social dominante.
Y el segundo, el bolardo Peñalosa, no alcanzó a sentarse en la silla de la alcaldía, cuando la movilización social en Bogotá, la que ha perdido el miedo al terror estatal, ha puesto en jaque toda su demagogia cementera de la automotriz Volvo, y le ha obligado a mostrar su talante no sólo reaccionario sino represor y exterminador del movimiento social.
Queda el rival Uribe Vélez, para quien el presidente Santos, en su afán para granjearse su perdida amistad, parece ha decidido darle una ayudita, declarando arrogantemente como “inamovible” el mentado plebiscito para la refrendación, con la idea incierta de que la polarización mediática y falsa que se está haciendo entre Plebiscito y Constituyente, al ser declarado aquel como inconstitucional por alguna de las tantas altas Cortes judiciales del régimen, deje el camino abierto a la Constituyente.
No a una Asamblea Nacional Constituyente pactada o acordada (no negociada) en La Habana de manera bilateral, que incluya tres temas centrales; uno, refrendar y dejar lo acordado como está; dos, tratar y debatir democráticamente el asunto de las “salvedades” y pendientes que han hecho las FARC - EP y tres, la cuestión inaplazable de la “modernización democrática del Estado y sus leyes electorales” que abran paso a una democracia avanzada y legitimada.
Si no la Constituyente retrógrada de Uribe Vélez, Ordoñez y su combo de mayoría derechista que reverse los acuerdos hasta ahora alcanzados y logre el sueño oligárquico de derrotar a las insurgencias (ambas) abortando la salida política del conflicto interno para convertirlo en una simple “negociación” de D. D. R. (desarme, desmovilización y reinserción) con la que, desde hace siglos, siguiendo el ejemplo clásico y eficiente del arzobispo - virrey español Caballero, han soñado los poderes coloniales y sus cipayos colombianos. Lo que también requiere su tiempo.
Para cerrar el cerco de la maniobra dilatoria, es necesario enredar también los acuerdos ya alcanzados con el ELN y escalar la confrontación, tanto política como militar, para hacer creíble la movida ante la opinión mundial: “Son los guerrilleros marxistas los que no quieren la paz”, han empezado a decir.
¡ Vaya tahúres y culebreros, los que dirigen el futuro de Colombia !
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