Mucama articulista (Crónicas de una Inquilina) Estudiantes de periodismo de la universidad Columbia, Chicago, con Ilka Oliva Corado   Por Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado Esta es ...

Mucama articulista (Crónicas de una Inquilina)

Ilka con estudiantes U. Columbia

Estudiantes de periodismo de la universidad Columbia, Chicago, con Ilka Oliva Corado

 

Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

@ilkaolivacorado

Esta es una experiencia que no quiero olvidar, por eso escribo este texto, para que las letras lo guarden. Hace unos días fui invitada para ir a dar una charla a estudiantes de periodismo a la universidad (college) Columbia, en Chicago, acepté instantáneamente. La invitación vino de parte del docente, que es peruano, en el curso “Reporting for the Spanish Lenguage News Media”. Subrayo que es peruano porque es muy raro que, en Estados Unidos, un latinoamericano valore y apoye el trabajo de otro latino, y más complejo aún que resalte su trabajo y lo quiera dar a conocer.

¿Por qué acepté inmediatamente? Porque él sabe desde dónde escribo, desde qué nivel de la sociedad, desde qué invisibilidad, desde una indocumentación que no permite acceder a otro tipo de trabajo que no sea el de los mil oficios. Me doy el lujo de rechazar entrevistas e invitaciones que solo buscan vanagloriarme como escritora. Por ejemplo, me contactaron de un canal de televisión hondureño que quería entrevistarme para que yo hablara de mis logros y de mi sueño americano, estaban sorprendidos por “todo lo que había hecho” siendo indocumentada y querían que diera consejos de cómo lograr el sueño americano.

Les dije que si era posible hacer otro tipo de entrevista, hablar de la migración forzada, de las desapariciones de migrantes en México y en la frontera, de la explotación laboral que vivimos los migrantes en Estados Unidos, de la Reforma Migratoria. Por supuesto que la respuesta fue negativa. De lo que yo quería hablar no vende, no es parte del engaño. Yo no necesito entrevistas para jactarme de “mis logros” (¿cuáles?) lo que hago es mi obligación humana, y es algo mínimo tomando en cuenta todo lo que se necesita   para que este mundo sea distinto e inclusivo. ¿Acaso alguien ha querido entrevistarme como empleada doméstica?

Lo he dicho en más de una ocasión, me han invitado a actividades pero me piden encarecidamente que no diga que limpio casas porque eso me resta prestigio y categoría, (o sea…) y ensombrece mi oficio como escritora. Yo pago la renta de donde vivo de limpiar casas, ¿por qué tengo qué negarlo? ¿Por qué tengo que ocultar que limpio baños? ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso si fuera doctora me pedirían que lo oculte? ¿Qué lo oculte si fuera socióloga?

Y no lo digo porque tenga necesidad de decirlo, lo digo porque el solo pronunciar la palabra mucama en ciertos círculos es un acto político que visibiliza a millones de mujeres alrededor del mundo, por esa misma razón recalco que soy indocumentada y que soy vendedora de mercado. Porque los nombro, porque nombro a esos millones de parias que la sociedad pretende no ver. Y lo digo fuerte, lo digo con mi voz entera, lo digo viendo a los ojos, soy mucama. Quítenme si quieren lo de escritora, poeta y articulista, pero jamás permitiré y jamás seré parte de la argucia que invisibiliza aún más a los nadies, pues paria soy.

No dudé ni un segundo en aceptar ir a compartir con los jóvenes estudiantes, pues no me conocían y eso me gustó, porque no existía ese preámbulo de las fotos y las presentaciones y el codearse, y el cómo te ven te tratan… Fue una actividad que me rejuveneció, que me inyectó adrenalina, que llenó mis pulmones de aire fresco. Que me hizo recordar mis años de estudiante universitaria y de docente. De lo importante que es la docencia, la enorme responsabilidad de ser maestro, de ser el impulsor, el ser esa persona que abra las puertas a otro tipo de conocimiento. Que contrarreste paradigmas.

Que me hizo recordar lo importante que es la voz y la mirada de un docente, la visión y la humanidad. Y por eso fui y regresé campante, porque ese grupo de estudiantes es el reflejo del excelente trabajo que está realizando Elio Leturia que, por cierto, entre tantas cosas también es actor de teatro y articulista en The Huffington Post. Un docente latino en una universidad estadounidense, muchos se acomodan al sistema, Elio es la voz disidente dentro de un sistema que excluye. Es parte de la diversidad de este país, del aporte latinoamericano desde la docencia. Tremenda responsabilidad tiene como ser humano, como inmigrante y latinoamericano.

Un grupo de estudiantes que sorprendentemente no estaban enloquecidos con los teléfonos celulares, estaban prestando atención y anotando, y así es un lujo poder hablar. Por lo general soy arisca, mi estado natural es ser montaraz, pero con esos niños me relajé y salió la Ilka a la cual no veía desde hacía muchos años y cierta nostalgia agridulce me invadió. La actividad se trató de simular una entrevista, yo hablaría de mi oficio y ellos harían preguntas. Tienen que escribir un artículo al respecto y los enviarán a los medios de comunicación.

Verlos tan atentos, tan metidos en el tema de la migración, de las migraciones forzadas, me llenó de alegría. Uno no espera eso de estudiantes universitarios, no en estos dorados tiempos, no es universidades estadounidenses. Les sorprendió que en mi blog diga públicamente que soy indocumentada, sé que les sorprende a muchos. Pero, bueno, es la verdad. Cualquier día me deportan y me voy con mi frente en alto, total que somos aves de paso.

Mi arma de guerra, mi patada de chilena, el dominio de balón, la finta de bicicleta cuando asisto a cualquier evento y cuando escribo es hacer visible la labor de las empleadas domésticas y de los indocumentados, ¿cómo? Con mi sola presencia; que la que escribe, que la está ahí es una empleada doméstica indocumentada. Y no con aires de mártir, ni de baja autoestima y mucho menos con complejo de inferioridad, es con convicción, con dignidad y con la integridad de que en los mil oficios existen seres humanos que piensan y sienten y transforman. Que no somos objetos ni mercancías. Que en la invisiblidad de las clases sociales y del sistema también hay personas que aportan para que el mundo sea equitativo. Y eso es lo que se necesita, el aporte de todos, sin distinción.

Conforme pasa el tiempo me vuelvo más arisca, más ensimismada, más insociable, difícil de contactar, siempre y cuando sea para vanaglorias. En cambio siempre estaré cuando se trate de levantar mi voz, de manifestarme, de denunciar y brindar mi aporte desde mi realidad de paria. Siempre estaré para quienes quieran escuchar lo que tiene que decir una vendedora de mercado, una empleada doméstica y una indocumentada que, por azares de la vida, terminó siendo escritora.

Probablemente estos alumnos olviden pronto mi paso por su salón de clases; en cambio, yo he guardado el momento, encriptado en mi escritura, para no olvidarlo nunca.

Agradezco a los alumnos por la atención, por las preguntas, por la entrega, y agradezco a Elio por la invitación, fue grato compartir mis experiencias con ustedes.

A la salú de los parias.

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