Por Iroel Sánchez
Semanas atrás comentaba el discurso del Presidente Barack Obama en el “Estado de la Unión” y su entonces probable visita a Cuba, en un post que, como explicaré más adelante, muchas satisfacciones me trae:
Sin dudas, de producirse, tal hecho sería un impulso hacia la normalización de relaciones entre los dos países y un golpe a aquellos sectores que se oponen a tal proceso desatado públicamente el 17 de diciembre de 2014.
A juzgar por sus declaraciones a Yahoo News semanas atrás, la visita de Obama también es vista por este como un instrumento para forzar los cambios que históricamente EE. UU. ha estado buscando en Cuba y fortalecer su influencia en el hemisferio occidental, cosa que acaba de reiterar en su discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso.
“Si quieren consolidar nuestro liderazgo en el continente tienen que reconocer que la Guerra Fría se acabó, levanten el embargo”, dijo Obama ante el pleno de las dos cámaras legislativas este 12 de enero, tras reconocer que más de cincuenta años de bloqueo económico no trajeron la democracia, como la entiende Washington, a la mayor de las Antillas.
Una vez más, el Presidente ha dejado en manos del Congreso una tarea a la que él puede contribuir mucho más de lo que ha hecho. No solo por la cantidad de modificaciones al alcance de la potestad presidencial que pueden debilitar el bloqueo sin necesidad de que el legislativo intervenga -la autorización del uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba; revertir la política de persecución financiera contra la Isla; permitir las importaciones a EE. UU. de servicios o productos cubanos y autorizar las exportaciones directas a la Isla, están entre ellas- sino también por decisiones puntuales solicitadas por entidades de su país que esperan hace meses por la aprobación de su gobierno. Entre estas últimas están la autorización tramitada por la MLB para que beisbolistas cubanos puedan jugar en Estados Unidos sin romper con su país de origen, o la licencia a una empresa de produccción de tractores con destino a agricultores privados para establecerse en la Zona Económica Especial de Mariel, al Oeste de La Habana. (*)
Otro instrumento de la estrategia de Guerra Fría hacia Cuba que el presidente puede modificar es la política de acogida automática, en carácter de refugiados políticos, a todo emigrante cubano que llegue a suelo estadounidense, lo que fomenta el tráfico de personas y la emigración ilegal, como herramienta de desestabilización contra la Isla junto a los más de cincuenta millones de dólares que EE. UU. distribuye entre personas que organiza y entrena para “programas de apoyo a la democracia” en territorio cubano.
El Presidente tampoco ha considerado el reclamo histórico del pueblo de Cuba sobre el territorio de Guantánamo que EE. UU. ocupa militarmente y ha convertido en un campo de torturas que Obama no ha podido cerrar. Una base militar que no es una reliquia de la Guerra Fría sino del oportunismo con que Washington intervino en la guerra de independencia que los cubanos libraron contra España, llegando como aliado de los libertadores pero actuando como ocupante, e imponiendo una enmienda constitucional que le daba derecho a instalar todas las bases militares que estimase necesarias, además de la prerrogativa para intervenir por la fuerza cada vez que lo desease.
En su último discurso sobre el estado e la Unión ante el Congreso el Presidente norteamericano dijo “los Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto”. El “punto” nos recuerda que se dice algo que no tiene discusión: EE. UU. es el Rey de la selva en que sus mismas políticas han convertido el planeta.
Por la historia de las relaciones entre Cuba y EE. UU., y también por las circunstancias en que se desarrollaría, una visita del Presidente de Estados Unidos a La Habana no dejaría de ser parte de una confrontación pero una confrontación que como ha dicho el líder cubano, Raúl Castro, debe transcurrir de modo civilizado y entre iguales.
Así que como dice una canción bailable cubana, que venga la fiera que la estamos esperando. Pero si su país es tan poderoso, Obama no debería temer soltarnos un poco las amarras antes de hacer el honor de visitarnos, ¿o es que como dice otro dicho popular en la Isla, "al guapo del barrio sólo le gustan las peleas de león a mono y con el mono amarrado"?
Bastó para que algunos que llevan años acusándome de “oficialista” y “progubernamental”, ahora me llamen “extremista” por no hablar exactamente como el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, atreverme a criticar el extremismo de la afirmación obamista “los Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto” y hacerlo con una frase de la música popular cubana que para quienes hablan como funcionarios de la la Casa Blanca no es ingenio criollo sino “bravuconería”.
Lo de que hablan como funcionarios de la Casa Blanca no es de mi cosecha, está en esta descripción de Emilio Ichikawa que he citado antes:
“En el interés público sobre Cuba se pueden distinguir hoy dos temas dominantes:
“1 - Relaciones Cuba - EE. UU.
“2 - Tipo de régimen político en la isla
“Como tendencia, las posiciones adoptadas sobre los puntos anteriores en relación, pueden reducirse a tres:
“A - Críticos de la normalización de relaciones entre Cuba - EE. UU. a la vez que críticos del régimen político de la isla
“B - Defensores de la normalización de relaciones entre Cuba - EE. UU y defensores del régimen político de la isla
“C - Defensores de la normalización de relaciones entre Cuba - EE. UU. y críticos (ocasionales) del régimen político de la isla
“La posición “a” es localizable en periodistas (realmente) independientes de Miami como Manuel Prieres; en activistas, como Ana Carbonell y Mauricio Claver - Carone; en empresarios, como Remedios Díaz-Oliver y en políticos, como los Senadores Marco Rubio y Ted Cruz.
“La segunda posición es la del “oficialismo” cubano. Verificable lo mismo en sus políticos, en sus intelectuales y en la prensa. Y digo “oficialismo” sin ofender, y sin dejar de considerar que esta posición es también gestora de críticas informadas sobre el modo político de la isla.
“La tercera posición, “c”, es la de la actual administración Demócrata de los EE. UU., la del Presidente Obama y sus funcionarios, como el Secretario de Estado Kerry y Roberta Jacobson.
Sólo quien no lea puede pretender que un artículo que define la visita de Obama a Cuba como un “impulso hacia la normalización de relaciones entre los dos países y un golpe a aquellos sectores que se oponen a tal proceso desatado públicamente el 17 de diciembre de 2014” se opone a esta, pero hay quien cree tanto en su ego que piensa puede hacer a otros interpretar lo contrario de lo que se dice.
Desde que retomé el blog después de mi convalecencia he estado publicando textos de otros autores porque aún no puedo escribir extensamente pero no quiero dejar de testimoniar mi gratitud por el placer que me produce volver sobre mi post “¿Obama en Cuba? Que venga la fiera pero que suelte al mono” y para hacerle caso a los médicos y no seguir tecleando les dejo a los puristas de la lengua ¿o del servilismo? una joya del habla popular cubana: “¡ Ay, qué felicidad, cómo me gusta hablar español !”, de Pedro Luis Ferrer ¡ A bailar y a gozar con la hipocresía colonial !
(*) Finalmente, el gobierno de Estados Unidos aprobó, tras nueve meses de espera, la fábrica de tractores en Mariel, la licencia para la MLB sigue pendiente.
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