Por Norberto Ganci, Director de "El Club de la Pluma"
“…Del griego mythos (“cuento”), un mito refiere a un relato de hechos maravillosos cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).
Mito: se dice que los mitos forman parte del sistema religioso de una cultura, que los considera como historias verdaderas. Tienen la función de otorgar un respaldo narrativo a las creencias centrales de una comunidad.
El antropólogo Claude Lévi-Strauss agrega que todo mito cumple con tres atributos: trata de una pregunta existencial, está constituido por contrarios irreconciliables y proporciona la reconciliación de esos polos para poner fin a la angustia…” (1)
Hay varias definiciones en cuanto a término “mito”. Su instalación en el consciente e inconsciente colectivo ha contado con variados ingredientes; y en los últimos tiempos, tanto sistemas educativos como comunicacionales, tuvieron y tienen gran desempeño para instalar como en desarmar, si se quisiera, mitos y zonceras…
Tomemos por caso un elemento para, si es que cabe, analizar: el mito del dinero o papel moneda.
Cuando hacemos uso del papel moneda en la obtención de un determinado bien, se supone que ese papel moneda representa un determinado valor. Valor que se le asigna numéricamente y que, en teoría, responde a la posibilidad de adquisición variada, en tanto y en cuanto represente lo pretendido en cambio del bien a adquirir.
Se ha automatizado la acción de intercambio. Entregamos un billete a cambio de un objeto. Nada más pensar en que el valor que representa el billete, responda al valor asignado al bien. ¿Nada más representa?
¿Si consideramos la posibilidad de encontrarle, imaginar otros valores al papel moneda? ¿Podremos romper la automaticidad y el mito de un valor inexistente?
¿Qué pasaría si, al decidir la obtención de determinado bien, tomemos por ejemplo un teléfono celular, ponemos en lugar del valor numérico asignado a ese bien el trabajo y explotación de mineros en la obtención de los minerales necesarios? ¿el trabajo de los obreros en la industria, en las ensambladoras, etc.?
¿Si tomáramos varios de esos “componentes” del bien a adquirir, cambiaría la valoración del mismo? ¿Podríamos resumirla en el valor asignado por un vendedor o empresario?
Podríamos acordar en que el término “valor” en estos casos, tal como acostumbramos a relacionarlo, es un mito.
Sobre el término “valor” se dice que: “…El valor es una cualidad que confiere a las cosas, hechos o personas una estimación, ya sea positiva o negativa. La axiología es la rama de la filosofía que se encarga del estudio de la naturaleza y la esencia del valor.
Valor para el idealismo objetivo, el valor se encuentra fuera de las personas; para el idealismo subjetivo, en cambio, el valor se encuentra en la conciencia (o sea, en la subjetividad de los sujetos que hacen uso del valor). Para la corriente filosófica del materialismo, la naturaleza del valor reside en la capacidad del ser humano para valorar al mundo en forma objetiva.
En otro sentido, los valores son características morales inherentes a la persona, como la humildad, la responsabilidad, la piedad y la solidaridad. En la antigua Grecia, el concepto de valor era tratado como algo general y sin divisiones, pero a partir de la especialización de los estudios, han surgido diferentes tipos de valores y se han relacionado con distintas disciplinas y ciencias…” (2)
Nos han hecho creer que el valor de algo está relacionado con otro algo denominado “precio”. Del mismo se dice que: “…El precio, a nivel conceptual, expresa el valor del producto o servicio en términos monetarios. Las materias primas, el tiempo de producción, la inversión tecnológica y la competencia en el mercado son algunos de los factores que inciden en la formación del precio…” (3) También que hace referencia a valores intangibles, como la marca de determinado producto…
Lo expresado pretende reflexionar sobre las distorsiones que tenemos respecto de términos y realidades.
Si consideramos al término “valor” como el que representa en determinado momento, por ejemplo, una necesidad puntual, dicho término no tiene mayor relación que el nivel de la necesidad misma. Pero es el valor que nosotros le damos al bien u objeto que colme la necesidad.
La otra versión del valor que podríamos asemejarla o emparentarla con una actitud mezquina, despótica y canalla, es el valor que determinado grupo, o personas, o empresas le asignan a un bien que representa una urgente necesidad a colmar.
Ejemplo podría ser el inexplicable aumento de precios en los tubos de gas envasado en épocas invernales, cuando más se lo requiere. Como contestaría alguien que sabe de ello, al escuchar la zoncera justificadora de la “ley de oferta y demanda”, ésta ha sido rebatida desde 1950, por lo que no hay, no existe justificativo alguno que resuelva el mito del aumento, en este caso, del gas envasado.
Sin embargo, nos parecemos mucho a aquel niño que cuelga el cuco y luego se asusta de la máscara que él mismo colgó. En un momento dado creamos un papel que representaba un valor en trabajo o en oro y luego nos desvivimos por el papel que ya no representa ninguna de las dos cosas. No representa trabajo porque la cotización de una hora de servicio doméstico es dramáticamente menor, por ejemplo, que la de unas vueltas en karting. No representa al oro por aquella explicación tan clara que Perón hizo en su momento. Entonces ese papel, de un color o de otro, no representa nada. Y en el afán de conseguirlo ponemos horas y horas que les quitamos a nuestros vínculos, a nuestros sueños, a nuestra vida.
Entonces el precio del dólar dispara nuestras ansiedades como no lo hace ni la escolaridad de un hijo ni la insatisfacción de una pareja. Entonces no medimos los costos en alimentación, techo, educación y esparcimiento sino en tasas de interés y riesgo país. Y en esa demencia la clase media le regatea mentalmente el bocado de pan que la asignación le lleva a un niño.
Como vemos, sobre estas demostraciones canallescas, venimos teniendo varias muestras a lo largo de nuestra historia.
Nos han hecho perder la noción de realidad en cuanto a necesidades y valores. Nos han impuesto “dependencia” sujeta a los caprichos de unos cuantos en perjuicio de muchos. Y nos han hecho creer que “el sistema es así”, que “el mundo funciona de esta manera”, cuando en la realidad vivimos sumergidos en el mito globalizado de la dependencia, cuando en realidad deberíamos romper con el mito y reafirmar nuestra realidad. La realidad negada, disfrazada, manipulada, tergiversada.
Mucho han tenido y tienen que ver tanto las formaciones educativas como los medios de in-comunicación.
Y hay que romper con esas estructuras, hay que romper con esos mitos.
Algunos proponen que, para romper con un mito habría que:
1 - “…No hablar mucho del mito. Por extraño que parezca, si hablamos mucho de la idea falsa, del mito, lo único que estaremos haciendo es reforzar el concepto del mito. Nuestro cerebro es propenso a recordar aquellos mensajes que se repiten mucho, aunque sean mentira. (1)
2 - Siempre, siempre, siempre que vayamos a exponer lo que queremos desmontar, debemos dejar bien claro que lo que se va a contar a continuación es un mito, que es falso. (1)
3 - Ofrecer una explicación alternativa. …” (4)
Son sólo propuestas, de seguro habrá otras varias para lograr romper con mitos y zonceras que nos inocularon para mayor dependencia y control.
Para proponerlo o graficarlo en modo más coloquial, nadie mejor que Don Arturo Jauretche hablando de zonceras: “… El humorismo popular ha acuñado aquello de “¡ Mamá, haceme grande que zonzo me vengo solo !”. Pero esta es otra zoncera, porque ocurre a la inversa: nos hacen zonzos para que no nos vengamos grandes…” (5)
La cuestión estaría en poder desarmar el caudal de mitos y zonceras que el sistema nos ha impuesto, para liberarnos y romper con innecesarias dependencias.
Desenmascaremos tantos mitos como zonceras y a sus impulsores, para darle sentido a nuestros valores.
Que así sea.
Notas y Referencias:
(1) http://definicion.de/mito/#ixzz2rwelnuQa
(2) http://definicion.de/valor/#ixzz2s6tuiTIf
(3) http://definicion.de/precio/#ixzz2s6rpuSSg
(4) http://www.uncafelitoalasonce.com/los-4-pasos-imprescindibles-para-...
(5) Manual de Zonceras Argentinas Arturo Jauretche - Ediciones Corregidor 2005
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