Por Manuel E. Yepe *
Foto: Virgilio Ponce
La apertura de la primera etapa constructiva de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM), en el occidente de Cuba, ha levantado muchas esperanzas en la población cubana y un sinnúmero de preocupaciones en sus enemigos, en todos los extremos de horizonte político global.
En Estados Unidos y su extensa esfera global de influencia se manifiestan diversas tendencias al valorar lo que este el paso significa para desarrollo económico cubano a la luz de los intereses de la nación y de la política de extrema hostilidad que desde hace casi 60 años ha mantenido la superpotencia única mundial contra la isla antillana.
Como era de esperar, el anuncio y los pronósticos acerca de posibles efectos para Cuba de este ambicioso proyecto han sido recibidos con simpatías por algunos sectores de la sociedad estadounidense que han sido siempre críticos de las medidas de aislamiento y bloqueo que sucesivas Administraciones, desde Eisenhower hasta Obama, han asumido como propias.
Pese a la más extensa e intensa campaña mediática de demonización de un país que Washington haya llevado a cabo tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, una parte mayoritaria y creciente de la opinión pública norteamericana se pronuncia por la normalización de las relaciones con Cuba. Por eso se vio como un hecho simbólico la coincidencia de que el primer buque en descargar en el nuevo puerto de la Zona Especial de Mariel (ZEM) haya sido uno que transportaba una carga de pollos congelados adquiridos por una empresa cubana a otra estadounidense por efecto de un permiso especial de la Secretaría del Tesoro, aprovechando uno de los escasos resquicios que deja el bloqueo comercial y financiero establecido por Washington contra Cuba.
Para Cuba, la ZEM constituye un importante elemento para la implementación exitosa de la principal orientación económica y social de la política oficial cubana, que es la de “preservar y desarrollar un socialismo próspero y sostenible sobre la base de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, con la participación de otras formas de gestión no estatales y el reconocimiento de la existencia del mercado y su papel regulador en una economía que tiene a la planificación como instrumento indispensable de gestión”.
En el campo de los sectores históricamente adversos a la línea económica y política de la revolución en la vida pública de Estados Unidos sí han surgido rompimientos de notable magnitud y cierta importancia. De esto es prueba el hecho de que por primera vez en la historia reciente un candidato del partido republicano a la gobernación del estado de la Florida se ha pronunciado por la normalización de las relaciones entre su país y Cuba.
Similar fenómeno se ha presentado en las filas del ala derecha de los residentes cubanos en Estados Unidos a partir de que el magnate azucarero Alfonso Fanjul, cabeza de una de las familias más acaudaladas e influyentes de la inmigración isleña, anunció que había viajado varias veces a su país natal en los últimos años y que objetaba el bloqueo.
También el ex gobernador de la Florida Charlie Crist, quien siendo militante del partido republicano apoyó siempre el bloqueo a Cuba, ahora como candidato al mismo cargo por el partido demócrata se pronunció por poner fin al bloqueo y normalizar los vínculos con Cuba.
Significativos cambios se producen igualmente en las filas de los cubanos residentes en Estados Unidos, particularmente por la inclusión en la vida pública de un número significativo de ellos -movidos a trasladarse a Estados Unidos por motivos económicos, no políticos-, aprovechando los atractivos especiales dispensados para ello por Washington con propósitos que forman parte de las campañas difamatorias contra Washington.
Estos sentimientos fueron reflejados en la encuesta llevada a cabo en enero que revela que 56 por ciento de los estadounidenses apoyan una política dirigida a normalizar las relaciones con Cuba. Y mas significativo aún es que la propia encuesta indica que entre los residentes en el estado de la Florida el apoyo es del 63 por ciento y, en el Condado de Miami - Dade, donde vive el mayor número de los llamados exiliados cubanos, es el 64 por ciento.
Parecería que no se necesitan más argumentos para que Estados Unidos cambie su política hegemónica respecto a Cuba.
Serían noticias alentadoras para los pueblos de América Latina que verían en el reconocimiento por Estados Unidos de la realidad de la existencia de la Cuba independiente y socialista una confirmación de que son realizables los sueños de sus próceres de convivir con la gran nación del norte en condiciones de amistad y absoluto respeto a la independencia de todas las naciones soberanas del sur.
* Periodista cubano especializado en política internacional.
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