Por Silvana Melo
(APe).- El Tucumán de Beatriz Rojkés es muchos tucumanes. Es, en principio, el Tucumán de José Alperovich, el gobernador. Esposo de Beatriz. El Tucumán propio, el de Beatriz y José, es una estancia familiar. La concesionaria de automóviles donde hay que comprar sí o sí. La que da para vacaciones en camello. La Tucumán de la casita de la independencia y la de las diez mansiones del feudo. También hay otra y otra. Y otras. La Tucumán de la desnutrición. La de las inundaciones de los agronegocios. La del desmonte, la de la soja indiscriminada, la del Estado - feudo que lejos de controlar participa. La del cosechero de arándanos, que además de romperse los brazos en la recolección se carga el glifosato en los pulmones. Y la casita de madera al hombro para que el agua no se lo lleve todo.
“Yo no tengo la culpa de que venga el río”, le dijo Beatriz al cosechero de arándanos. Habría que hacer un recuento de culpas (o responsabilidades) para ver qué le toca a quién. Es sencillo culpar al mismísimo río de su desmesura. Pero Beatriz y José parecen tener al enemigo adentro, más allá del cosechero de arándanos que está afuera. Muy afuera. “Creo que los desmontes son responsables en un 70% de las inundaciones en Tucumán", dijo Juan Sirimaldi, a cargo de la Dirección del Agua de la provincia. “Y me hago cargo de lo que afirmo”, dijo, y abrió un paraguas por si se le venía el agua.
En el interior del departamento de Juan Bautista Alberdi hubo un desmonte de 3.000 hectáreas en los últimos años. En lugar de la verruga boscosa que detiene el agua, la filtra y le frena el impulso, ahora hay un páramo de soja. "Si hubiera monte, estas inundaciones no habrían ocurrido en esa zona", dijo Sirimaldi.
La provincia donde explotó la independencia allá por el ‘16, la que tuvo como interventor a un promisorio Jorge Rafael Videla en el ‘70, la que fue desangrada por Antonio Bussi y luego gobernada por elección de tantos tucumanos por el mismo genocida al que la democracia le hizo lugar. Esa provincia fue deforestada violentamente en los ' 60 y ' 70, según Rodrigo Ordóñez, de la fundación Pro Yungas. A mediados de los ' 70 unas 550.000 hectáreas de bosque pasaron a destinarse a agricultura y ganadería. Unas 203.400 hectáreas perecieron entre la dictadura y el asomo democrático. Otras 83 mil fueron arrasadas entre el 2000 y el 2010. Casi 850 mil hectáreas de bosque menos en cincuenta años. Pero además, ese espacio se va desflecando y muta el citrus y la caña por la soja. O por edificios, barrios cerrados, etc.
Beatriz Rojkés es una mujer importante. Y lo ha sido más, aún. CFK la eligió para sucederla si algo pasara con Amado Boudou (poca fortuna la de Cristina en la elección de legatarios). En ese momento, Beatriz era tercera en sucesión y segunda en patrimonio entre las mujeres políticas del país. Aunque el patrimonio de Beatriz y José es una incógnita. Ella dice que fue un eufemismo lo de las diez mansiones. Pueden ser nueve u once. A diferencia del cosechero de arándanos al que le propinó su “pedazo de animal”, su “vago de miércoles” y su “no te hagas el machito”. Cristian Bulacio, nombre que tomó entidad a partir de haber hecho saltar la térmica de Beatriz (ella tiene un umbral de la tolerancia a la altura de los zócalos), todavía no termina de comprender el escándalo. "Yo lo único que le pedía era máquinas", dijo. El temporal y el agua desatada se le llevaron la casita a la rastra. “Ni una silla, no tenemos nada, ni una taza de té".
Solo y vacío, Bulacio formó parte del amontonamiento de parias que vio bajar a Beatriz de la combi en la que tuvo la generosidad de llegar hasta el barro y la desgracia. Y le pidió ayuda a los gritos, que otra forma no hay de hacerse escuchar cuando baja el Estado, que en Tucumán es rubio, de ojos claros y tiene pocas pulgas. "En toda la provincia estamos así, por eso yo estoy acá". La senadora hizo una excepción de la que ya debe haberse arrepentido: se arriesgó al contacto con la gente cuando todo el tiempo sus custodios tratan de evitarlo. La última vez una mujer en un barrio le gritó “ladrona” y ella le inició juicio por calumnias e injurias, pagadero en varios centenares de miles de pesos si la justicia falla en contra de la pobre mujer.
"Yo tengo diez mansiones, no una, y estoy acá. Yo puedo estar en mi mansión ahora, pedazo de animal, vago de miércoles", estalló Beatriz, a quien no dejan recorrer el barro en paz, poniendo atención en no estropearse los zapatos y que nada salpique su falda. Los desechos sociales, sin casa ni abrigo, le irrumpieron en la cara y la sacaron de quicio. Especialmente el cosechero de arándanos, al que le advirtió “no te hagas el machito”.
Beatriz se disculpó después. Es que el contacto con la gente le produce un prurito. Es una cuestión de piel. Porque para ella, el cosechero al que el agua no le concedió ni siquiera el privilegio de dejarle una silla, es “gente que mandan a molestar”. “Ante la agresión reaccioné de la peor manera”. Es decir que el vago de miércoles -que trabaja de un sol hasta el otro en la cosecha y tiene que vivir en las banquinas y en algún monte perdido para estar siempre a la mano del patrón- es un agente encubierto del enemigo para instalar la provocación.
Eso sí, lo bueno de Beatriz es su sinceridad. Y hay un extenso rosario de ejemplos en los que la senadora abre la boca como el pez. Y la atrapa el anzuelo de su intrepidez: a Dora Ybáñez, con un hijo muerto por el paco, le dijo "al menos ahora vas a poder dormir tranquila, porque tu hijo no está más en la calle". A las Madres del Dolor, "tenemos que cuidar a nuestros hijos en vez de andar marchando". Sobre el asesinato de Mercedes, de seis años: "no podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha". Luego de la absolución a todos los imputados por la desaparición de Marita Verón: "la prostitución existe y existirá siempre”.
“Pedazo de animal”, exclamó Beatriz Rojkés de Alperovich y sus ojos celestes soltaban rayos y culebras. Entre la casita de la independencia y la mansión del feudo hay una policía brava que sabe mantener a raya a los protestadores sistémicos y que trata a una nena de 13 años como culpable del horror que vivió. Entre la casita de la independencia y la mansión del feudo hay también un 30% de tucumanos sumidos en la pobreza. El Índice Barrial de Salud Nutricional (IBSN) colocó debajo de las narices de Beatriz y José (y de Juan Manzur, heredero provincial y ex ministro de Salud de la Nación), un 39% de los niños con problemas de nutrición, que no responde a los sistemas de medición oficiales.
El cosechero de arándanos todavía no entiende bien por qué su cara campesina, anónima y desencantada se viralizó por todo el país mientras el dedo de Beatriz lo señalaba. “Vago de miércoles”, terminaba mientras se daba vuelta y se encaminaba, a paso rápido, hacia la combi que la devolvería a su lugar. Lejos de esa tierra mojada que no la convoca.
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