Por el Lic. Héctor GIULIANO
En la Argentina se ha instalado una equívoca idea de “fin de ciclo” cuando en realidad no estamos asistiendo a un cambio sino, por el contrario, a un proceso preparatorio de continuidad en las políticas de Gobierno que se están llevando a cabo en materia de Deuda Pública.
En este campo la administración Kirchner no ha realizado una verdadera ruptura con el Sistema de Endeudamiento Perpetuo vigente sino sólo una etapa más o eslabón funcional para su mantenimiento.
Los datos de la deuda pública están atrasados un año: la última información oficial al 30/06/2014 computaba como deuda del Estado Central unos 210.000 MD (Millones de Dólares con redondeo): 199.000 MD de deuda performing o regularizada vía refinanciaciones y 12.000 MD de deuda en manos de los holdouts (los bonistas que no entraron en el Megacanje Kirchner - Lavagna 2005 - 2010).
Este total es incompleto ya que el gobierno no computa como deuda en firme los cupones PBI (10 - 15.000 MD), no toma en cuenta las sumas adicionales a pagar por los juicios de los Fondos Buitre (otros 10 - 15.000 MD) ni por los reclamos contra la Argentina en el CIADI (8 - 10.000 MD) y no contempla las nuevas deudas contraídas desde entonces hasta hoy (que sumarían otros 10.000 MD).
Esto da que la deuda pública total estaría en la actualidad entre los 240 - 250.000 MD; sin contar intereses.
Al momento de asumir el poder en 2003, el kirchnerismo heredó un stock de deuda de aproximadamente 175.000 MD, cifra que en lo básico se mantuvo después del Megacanje 2005 (150.000 MD) ya que la quita fue compensada completamente con cupones PBI y que quedaron afuera del arreglo unos 20.000 MD de bonos en manos de los holdouts.
La Presidenta ha dicho que la Argentina pagó durante la década 2003 - 2013 un total de 190.000 MD por servicios de deuda pública pero el stock de la deuda no bajó sino que, por el contrario, aumentó a un ritmo de 10.000 MD promedio por ejercicio.
En este último año de su gestión, el Presupuesto 2015 prevé un aumento de 18.000 MD por nuevas deudas -además de la refinanciación de todos los vencimientos de capital- con lo que no sólo aumenta el saldo del principal sino también el gasto anual por Intereses.
Las nuevas deudas que se están contrayendo son ahora, en su casi totalidad, refinanciaciones a corto y/o muy mediano plazo, pagan intereses altísimos en dólares (del orden del 9 % anual) y en pesos (del 27 - 30 %), y empeoran por consiguiente el perfil de vencimientos de la deuda total.
La “herencia” de deuda que la administración Kirchner le está dejando al nuevo gobierno combina las peores variables de manejo financiero:
a) Fuerte aumento del stock de una deuda pública para la que no se cuenta con solvencia ni liquidez: Insolvencia por falta de capacidad de repago demostrada e iliquidez por falta de divisas para atender las obligaciones.
b) Peso muerto de una enorme deuda intra-Estado igualmente impagable -el 58 % de la deuda performing (115.000 sobre 200.000 MD)- cuyo resultado ha sido la descapitalización del Banco Central, el desfinanciamiento de la ANSES, el uso del Banco Nación como ente de financiación del gobierno y el desvío de fondos de toda una serie de organismos nacionales de sus destinos específicos para poder atender los pagos de la deuda con terceros.
c) Agregado de nuevos compromisos de corto plazo, con agravamiento del perfil de vencimientos y a tasas de interés elevadísimas y de régimen variable (en un momento en que se prevé la próxima suba de tasas internacionales en función de los aumentos esperados de la Reserva Federal de los Estados Unidos).
d) Aumento del pago de intereses, por mayores tasas y por mayores volúmenes de deuda.
e) Concentración del grueso de los pagos al Club de París, de los que este gobierno abonó 1.300 sobre 9.700 MD reconocidos en total.
f) Retrasos en el desembolso de servicios a los bonistas que entraron en el Megacanje 2005 - 2010, cuyos pagos están bloqueados por el juez Griesa, pero que acumulan imprevisibles consecuencias financieras y legales, con merma de las reservas internacionales del BCRA.
Esta combinación financiera explosiva lleva a la Argentina al dilema de blanqueo de un nuevo default o -para diferirlo, como siempre- a una nueva reestructuración generalizada de deuda, que es justamente lo que el gobierno CFK quiere eludir para no reconocer el fracaso del Megacanje Kirchner - Lavagna, traspasándole la responsabilidad de hacerlo a la nueva administración electa.
En síntesis, no es cierto que la Argentina se esté des-endeudando: la deuda pública sube fuertemente por capital y por intereses, el gobierno está al límite de la deuda intra-Estado (el pasaje de deuda externa con terceros a deuda interna con organismos del propio sector público) y sus esfuerzos para aguantar esta situación hasta el fin de su mandato están puestos hoy en preparar las condiciones no para evitar, sino para volver a endeudarse en el mercado internacional de capitales.
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