Jairo Martínez, negociador de las FARC en La Habana, asesinado el 28 de mayo 2015 y los guerrilleros Carlos Manuel Prada y Evelio Antonio Bolaños, negociadores de la disidencia del ELN que iban a firmar el acuerdo de paz con los enviados del gobierno de César Gaviria cuando fueron ultimados desarmados por el Ejército el 20 de septiembre de 1993.
Por Dick Emanuelsson
Estuve en el corregimiento Nueva Antioquía, jurisdicción del municipio de Turbo, región bananera de Urabá cuando sobrevolaron dos helicópteros del Ejército Nacional. Un campesino dijo: “Ahí vuelan los dos negociadores de Paz de la disidencia del ELN que fueron asesinados desarmados por el Ejército cuando iban a firmar la paz con los enviados del gobierno de César Gaviria”.
Fue un sábado o domingo a final del mes de septiembre de 1993. Me acompañó Hernán Durango, funcionario del PCC en Urabá y la UP.
Los militantes del PCC&UP iban a postular candidatos para las próximas elecciones municipales. El Partido Comunista tenía una dominación total en el corregimiento en donde tenían 15 células de base entre los 1054 habitantes.
César Gaviria había comenzado la llamada “Apertura Económica” que no era otra cosa que la entrega del campo colombiano a las transnacionales agroindustriales y el comienzo en serio del modelo neoliberal en Colombia.
El saldo ya lo sabemos hoy. Mineras, petroleras y transnacionales de la agroindustria son los dueños de los recursos naturales y la tierra más fértil del país. La legislación laboral y los derechos del trabajador y las organizaciones sindicales están totalmente destrozadas. No existe en Colombia un movimiento popular y de defensa a las grandes masas empobrecidas a causa del Modelo.
Solo quedó el movimiento guerrillero. Y fue un obstáculo para los arquitectos del Modelo y sus Patronos en Washington. No creo que los militares que ahora fueron sentenciados a 31 años de prisión por los asesinatos de los dos negociadores de paz hace 22 años, tenían claro a qué misión fueron enviados. Eran otros, los intelectuales de las muertes de estos dos negociadores que no han sido sentenciados ahora.
Me acordé el día en ese corregimiento, La Nueva Antioquía, cuando supe sobre la sentencia de los dos militares, autores materiales de los ex guerrilleros asesinados. Duraron 22 años para que se hiciera justicia, después un laberinto y desvíos jurídicos.
El asesinato de Jairo Martínez, negociador de las FARC en La Habana
Pero ha pasado solo un mes desde que fue muerto en un bombardeo Jairo Martínez, negociador de las FARC en La Habana. Había sido enviado a Colombia por la Delegación de Paz de las FARC para socializar en las estructuras guerrilleras el avance del proceso cuando el Ejército vomitó sus bombas de 500 libras encima el campamento en donde se había reunido con los guerrilleros para que estuvieran al tanto del proceso en La Habana.
Es el mismo cinismo del Estado ante un proceso de Paz como hace 22 años allá en el corregimiento de Blanquicet, zona rural de Turbo (Antioquia) cuando fueron asesinados por los militares Carlos Manuel Prada y Evelio Antonio Bolaños, de la Corriente de Renovación Socialista.
La publicación del informe de la Human Rights Watch coincide con la sentencia a los autores materiales de la muerte de Prada y Bolaños.
Apunta a la cúpula de los Generales, responsables por las peores violaciones de los derechos humanos en Colombia, por que son los Padrinos del monstruo del paramilitarismo junto con los empresarios, ganaderos y los carteles de la droga que sostienen esta estructura que tiene que desmontarse para que haya una verdadera paz en Colombia.
Lea el informe de HRW
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