Por Carlos Carreño
Ignoro qué tendrá de cierto la noticia publicada sobre las 22 viviendas embargadas a las FARC en Planadas, Tolima. Pero a leguas se ve que se trata de una farsa, de una de esas historias atribuidas al diablo para espantar almas buenas.
Los denunciantes, el tal Olivo Saldaña y sus compinches, pertenecieron alguna vez a las FARC, organización en la que cometieron los más aborrecibles crímenes, para no responder por los cuales decidieron desertarse y trabajar con el Ejército que los acogió con los brazos abiertos. También son considerados personas serias y respetables por la Fiscalía General de la Nación. Que parece olvidar que ese Olivo Saldaña fue el mismo del montaje sobre la falsa desmovilización de todo un Frente, el Cacique Gaitana, que inventaron en conjunto con las autoridades, en otro falso positivo más, del que todo el país fue testigo, pero que se alabó al máximo en su momento.
Olivo Saldaña está procesado por su falso testimonio, junto con el ex Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, precisamente por ese caso. Pero como el gobierno de Uribe y su Congreso de bolsillo, que no es muy distinto al actual, legislaron para la impunidad de los peores criminales, personajes como Olivo Saldaña y compañía resultan acogidos a la ley de justicia y paz, que les exige unos cuantos testimonios contra terceras personas, a fin de demostrar su conversión completa y otorgarles beneficios. Toda una canallada, totalmente respetables de un día para otro.
Ahora sale el señor Saldaña, auténtico miserable, a declarar que él organizó una invasión de tierras en terrenos pertenecientes al municipio de Planadas, por cuenta de las FARC. Y que la alcaldía de entonces adjudicó en propiedad los lotes a los invasores que, en realidad, eran testaferros de las FARC. O sea que todo fue una jugada de las FARC para hacerse a 22 propiedades inmuebles.
Después de quince años de aquella recuperación de tierras por parte de gente humilde que no tenía en qué caerse muerta, y de haber construido sobre los terrenos unas viviendas de pobre, ladrillo por ladrillo y puerta por puerta, salen ahora los campeones de la justicia, a embargar las viviendas, a meter a la cárcel a sus propietarios, a acusarlos de crímenes de los que no tuvieron idea, y a empapelar al por entonces alcalde de Planadas. Todo por cuenta de las declaraciones interesadas y concertadas de un grupo de repugnantes delincuentes que han sacado todo tipo de provechos personales de cada una de sus actuaciones pasadas, que no poseen un mínimo de reglas morales y resultan por tanto ideales para adjudicar a las odiadas FARC otro crimen.
A esa conclusión llegaría sin mucho esfuerzo cualquier persona honesta que leyera la noticia publicada. En los solos hechos narrados, aún con el enfoque que pretenden darle sus divulgadores, salta a la vista la verdad. Pero como se trata es de caerle al caído, de pisotear e infamar gente pobre, humilde e inocente que no tiene cómo defenderse, de imputar a las FARC otro horror más, actitud diariamente asumida por las autoridades y los grandes medios, mucha gente, influenciada por la leyenda negra echada a rodar, terminará mordiendo el anzuelo y creyéndose todo eso.
Qué tristeza de país, cómo duele que pasen todas estas cosas. Pobres mujeres, pobres ancianos, niñas y niños que serán arrojados a la calle, a mendigar y prostituirse, por cuenta de la falsa justicia que rige a Colombia. ¿Cómo es posible que pase todo esto y la sociedad permanezca indiferente, pendiente del resultado final de un torneo de fútbol más, en el que nos enseñan se nos debe ir la vida en medio de las más agitadas emociones?.
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