Por Gustavo Robles
Ayer (03/06) sentí orgullo. Al ir caminando desde la 9 de Julio hacia el Congreso por Avenida de Mayo, pensé "qué pueblo extraño el nuestro: lo engañan fácil, pero lucha como pocos". La marea impresionante de gente que se movilizó para decirle basta a los femicidios, demostró en ese aspecto un avance en la consciencia social que es difícil ver en otras partes del mundo y bien pudo haber comenzado un cambio de época respecto al milenario y nefasto patriarcado.
Sin embargo, ese orgullo se transforma en indignación al observar la actitud del gobierno. Parece mentira que en la administración que encabeza una mujer, haya una ley contra la violencia de género aprobada hace años por el Congreso que esa misma mujer no ha reglamentado para su aplicación.
Una ley aprobada pero no reglamentada no puede aplicarse, y eso es absoluta responsabilidad del Poder Ejecutivo, en este caso de CFK.
CFK, en su delirio verborrágico, bravucón y mentiroso, adhirió a la marcha, pero no reglamenta la ley. Una demostración cabal de lo que es el kirchnerismo: pura cháchara y engaño.
Algo así como ese famoso "progresismo" que se abraza con el oscurantismo eclesiástico, ese que le impide avanzar sobre otro derecho trunco que CFK le sigue negando a su propio género: El de ser legalmente dueñas de su propio cuerpo y poder decidir si parir o no al quedar embarazadas.
Habría que preguntarle a la Presidenta: ¿Y el aborto, dónde está?, ¿Cuántas menos hay y habrá por no legalizarlo?, ¿Faltará mucho para una marcha como la de ayer exigiendo ese derecho para las mujeres?
Los miles de militantes y adherentes al kirchnerismo que se movilizaron ayer deberían comenzar a preguntarse sobre estas cosas.
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