Por Andrés Sarlengo
“Es sobre el asesinato, la tortura, la humillación y el despojo que vivimos y pensamos”, escribió León Rozitchner (1). Y es sobre los efectos del terrorismo de Estado (1976 - 83) donde se asientan las ilusiones de Macrilandia y su “representación política”. El 2001 terminó en globos amarillos y la promesa humillante de “pobreza 0” en boca de un oligarca.
El triunfo de Mauricio Macri se fundamenta en aquellos “asesinatos” que no supimos ni pudimos ajusticiar tras el 2001. Encarcelados algunos represores (que no es poca cosa): el terror económico - cultural persiste. Tal vez este artículo resulte un intento de superar la angustia de muerte que emerge cuán escuela primaria cursada bajo los dictados de Videla, Massera, Agosti, Viola, Galtieri, Bignone, las pitadas de Menotti y los goles de Kempes aplaudidos por Henry Kissinger. Como aquellos jóvenes que vivaron a Videla en Plaza de Mayo el 27 de junio de 1978 tras “salir Campeones del Mundo” (2) … Macri bailó en el mismo balcón rosadito al sonar Gilda: y otros jóvenes PRO festejaron.
El terror y la burocracia internalizadas -siniestros invisibles- pareciera dirigieron el voto de los trabajadores a Macri o Scioli. Una izquierda sin sujeto les dio y da musa a los escribas de derecha: periodistas y doctores hablaron y hablan del relato K y su sucesor Macri abstrayendo que esos “discursos” surgen de la objetividad del sistema de producción. La “realidad” no es un relato: es materia hecha lucha de clases y relaciones de poder conformándonos. Otra cuestión son las consignas “Década ganada o Hambre cero” que encubren las consecuencias del extractivismo minero - sojero - petrolero - átomo nuclear. Como dice el ferroviario peronista Juan Carlos Cena: “A los políticos hay que mirarle las manos y no la boca (3)”. Y manos burguesas firman decretos o leyes para que la materia capitalista siga primando…
Las manos de “Cristina o Mauricio”, pese a diferentes trazos, conducen a la Barrick Gold o Monsanto.
Los discursos se comieron a las palabras, el periodismo “comunica” sin memoria, puro soporte, desgajado de lo humano: el hombre es la verdad no la tecnología ni la empresa; pero ganó el “posmodernismo reaccionario” y Macri viene a duplicar el poder viejo reactualizado: Prat Gay no es Martínez de Hoz pero redobla igual plusvalía: “Cada sindicato sabrá dónde le aprieta el zapato y hasta que punto puede arriesgar salarios a cambio de empleos (4)”. Sin embargo, seamos sinceros: sus manos saben que lo que dice será rubricado por los burócratas sindicales.
Insisto: un periodismo sin memoria solo difunde signos digitales; cuasi un esquizofrénico que cree que informa comprendiendo althusserianamente al sujeto como mero soporte articulador de la cadena de noticias. El periodismo “oficial” y los doctores escriben con el lenguaje del amo: la narración burguesía se olvida de la materialidad del escribir: los afectos que se abrazan al pensar respondiendo las 3 preguntas: ¿Cómo, por qué y para qué el terror de la mercancía nos domina?
El periodismo de hoy se olvidó de verificar lo humano y se transmuto en burda tecnología antónima del acto creador. Eduardo Sartelli es contundente: “El problema no son los datos sino la teoría, los anteojos con los cuales se mira el mundo. Por eso mismo, quiero poner todo el énfasis posible en que el núcleo de este libro (La cajita infeliz) es un ejercicio de explicación, no de información (5)”.
Veamos un caso. Martín Maldonado en “Pobreza. Diez puntos para una política viable” (La Nación, 03/01/15) señala: “A continuación, se listan diez condiciones estructurales previas necesarias para que cualquier política pública o programa sobre pobreza pueda ser, al menos, viable (…) Sacar a 12 millones de argentinos de la pobreza no es un juego de suma cero, pero seguramente otras prioridades deberán esperar”. Típico artículo del diario de los discípulos de Mitre: cada tanto asoma un progresista a “indicar” la pobreza del sistema que el periódico promueve. Indicar y no criticar ni explicar -más allá del anteojo liberal o socialcristiano- cómo con los CEO de Macrilandia van a resolver la herencia de marginalidad y miserias del extractivismo K que continua incólume.
Otra mirada nos brinda Silvana Melo en “Ceos y pobreza cero”. La periodista de Agencia de Pelota de Trapo afirma: “¿Será pobreza cero una consigna para alimentar el hueco de lo simbólico? En tiempos de copamiento del Estado por parte de los gerentes de empresas (o Chief Executive Officer, CEO, porque el anglicismo siempre es más elegante) la eficiencia es crucial. La ineficiencia condena al ineficiente a la marginalidad. Porque, dicen los CEOS, en la partida están todos juntos. Detrás de la misma línea. No importa si tienen el mismo capital cultural, social, familiar y dinerario. No importa si algunos aspiraron plomo y absesto de niños o les cantaban los mirlos en la ventana, si les tocó la escuela de la villa o la privada del microcentro, si crecieron comiendo pan, polenta y arroz o frutas, verduras y cereales. Si papá juntaba cartones o se sentaba en la cabecera de una mesa larga, rodeado de hombres de traje con celulares Apple”.
Mismo tema, diferentes anteojos, diferentes sentires: Maldonado conceptualiza desde la racionalidad burguesa y Melo desde la afectividad revolucionaria de poner en palabras un crimen que se lleva niños como si fuesen sus hijos.
La Nación no es Agencia Pelota de Trapo, ya sabemos. La ética es la cuestión. Que lo que callemos al menos sea por honradez, no por dinero ni jerarquías.
Melo y su periodismo se asientan en los afectos haciendo suyas las enseñanzas del Che Guevara (lector de Freud): “Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario".
En definitiva, en estas dos notas que cite precedentemente parece vislumbrase el presente de Macrilandia. Para el señor Maldonado, las frías políticas viables resolverán la pobreza (reformismo). Para Melo, los empobrecidos son la verdad del sistema. Y si en nuestro cuerpo oprime la pobreza -mientras la plutocracia ríe con sus Ceos- no queda otra que abrazarse fraternalmente a la revolución.
Ya Héctor Schmucler citando a Lucien Sfez es terminante: “Las sociedades con memoria se sirven de la historia; las sociedades sin memoria de la comunicación (6)”.
No tenemos que olvidarnos que, a casi 40 años del golpe cívico - militar - religioso de 1976, viene un hijo de “ellos” y nos canta con “alegría, esperanza y en equipo”. ¿Burlándose?
Macri es un “niño bien” que ama el dinero acumulado en pocas manos. Y querrá a la Argentina a su imagen y semejanza. Y si tiene que matar, lo hará (¿ya lo hizo?). Queda en nosotros brotar la verdad de la rebelión liberadora.
NOTAS:
(1) Freud y los límites del individualismo burgués. León Rozitchner. Siglo XXI. Tercer edición. 1988.
(2) Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso. Eduardo Blaustein. Martín Zubieta. Colihue. 1998.
(3) Entrevista de Contrapuntos. 28/12/15
(4) Prat Gay advierte que el reclamo salarial puede afectar el empleo. La Capital. 02/01/16
(5) La cajita infeliz. Eduardo Sartelli. Ediciones R y R. Tercera edición 2013.
(6) Memoria de la Comunicación. Héctor Schmucler. Editorial Biblos. 1997.
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