Foto: Telesur
Por Oglis Ramos
A 15 años de haberse firmado el plan Colombia; se toma la iniciativa de continuarlo bajo la fachada del plan denominado Paz Colombia, donde su principal financista seguirá siendo el gobierno de los Estados Unidos; ante este gran anuncio orquestado por las trasnacionales de la comunicación, quedan preguntas sin respuestas favorables para el pueblo colombiano: Que ha dejado el plan Colombia para los colombianos; la oligarquía que lo promovió y se benefició del mismo lo enaltece, pero el pueblo del campo los olvidados por los demócratas colombianos aprietan los dientes por la indignación que les embarga. Ahora bien, ha podido Colombia derrotar al narcotráfico; ha podido la DEA como principal medio imperial crear una verdadera lucha contra el narcotráfico; donde esta misma escondida bajo los acuerdos del llamado plan Colombia se jactaba de haber ganado la guerra al narcotráfico. Con esto ha quedado demostrado que los Estados Unidos siempre va a necesitar que existan sectores de narcos políticos como los que representa Uribe Vélez que les permitan ofertar una falsa democracia y para eso cuentan con las trasnacionales de la información al servicio de las agencias de inteligencias.
La militarización que llevó a cabo los EE. UU. en Colombia es, sin duda alguna, el más grande cuartel militar norteamericano permitido por el apoteósico plan de guerra firmado hace 15 años. Colocando así a todos los gobiernos de turnos que pasaron por la Casa de Nariño como los peores títeres entreguistas de la región; esto quedó demostrado ya que este plan macabro de prácticas criminales llevo a profundizar el conflicto y la desigualdad social; donde solo los señores de la guerra y dueños de las corporaciones de armas sustrajeron jugosas ganancias, mientras que el pueblo pobre y humilde continua viviendo en la desidia social obligados a recibir un plan Colombia que infestó sus campos y ciudades de bandas paramilitares creadas por los laboratoristas de guerra de la CIA, así como también las cientos de fumigaciones aéreas que han ocasionado una contaminación ambiental sin precedentes, lo cual buscó también el exterminio silencioso de miles de campesinos.
Hablar de un plan para la paz financiado por los Estados Unidos es hablar de continuar la política militarista de las trasnacionales y las corporaciones de la guerra, aunque sus promotores y defensores digan lo contrario. Todos los planes de paz impuestos y en los que ha participado los Estados Unidos alrededor del mundo, son planes para la dominación exclusiva de las fuerzas imperiales. Si América del Sur en este momento histórico para las fuerzas progresistas insurgentes es un blanco para el Pentágono, el plan de paz ofertado a Colombia por las agencias de inteligencias y sus amos las corporaciones de la guerra es el caballo de Troya para la recolonización de la región. Hay que tener claro que la ayuda de 450 millones de dólares no va estar destinada a la educación, salud y agricultura, ese paquete al que se refirió el premio nobel de la guerra estará destinado a fortalecer al ejercito suramericano más represivo y con antecedentes igual o peor al de la dictadura de Pinochet en cuanto a violación de derechos humanos se refiere.
Hoy los grandes jefes del Pentágono se frotan las manos y, entre los pasillos, celebran los avances de las mesas de negociación que se llevan a cabo en La Habana, pero mientras los voceros imperiales hablan y se jactan de jugar a la paz ya presentan a Colombia como el ejemplo a seguir para los países que se resisten a sus políticas de dominación y exterminio preparando el gran terreno de ataque contra los logros obtenidos durante 15 años de rebeldía latinoamericana. Cabe destacar que el gobierno colombiano tiene claro el papel de dominación que ejercerá como aliado de Washington una vez que las FARC se alejen del conflicto y opten por la vía política, tal y como lo tienen planteado, y así mismo tienen claro que el próximo enemigo a derrotar por todos los medios es al Ejército de Liberación Nacional, segunda guerrilla más importante del país y con incidencia popular en el pueblo pobre de Colombia, lo que desencadenará una cruel represión por parte del gobierno de Santos y un silencio atroz al cual se sumaran los medios de información de la oligarquía colombiana tal y como están acostumbrados a hacerlo.
El presidente Santos, como buen entreguista erguido y sonriente ante las cámaras en la rueda de prensa que ofreció junto a John Kerry, dejó claro que en Colombia mientras la oligarquía este en el poder seguirá sumisa a los intereses de la Casa Blanca y que no dudara en hacer cumplir los preceptos y mandatos que le sean ordenados.
En conclusión: Un plan para la paz mientras se incrementan bandas paramilitares es una falsa bandera presentada por el gobierno de Washington y aceptada por la oligarquía colombiana para que, en un futuro no muy lejano, el asesinato de líderes enlute a cientos de familias; para que el ejército y la policía, los cuales están inyectados con la heroína de la represión, usen el garrote y el fusil en contra del pueblo.
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