(APe).- “Soñemos transformar y embellecer el mundo”, decía la pancarta de fondo blanco y letras negras que los globos de color arcoiris se llevaron quien sabe a qué costas y a qué fronteras. Y mientras se dejaba inaugurado el Recreo Pelota de Trapo, los globos transportaban la utopía de celebrar la esperanza de construirnos iguales. Porque, como definía tercamente Alberto, “estamos en el tiempo exacto para diseñar la tierra y el cielo que queremos”.
Y una mañana las nubes se corrieron después de diez días de lluvia impiadosa.
Entonces salió el sol.
Y fue viernes.
A las cinco de la tarde, bañado de una luz inmensa, como un farol que viene alumbrando desde mil vidas, el Recreo Pelota de Trapo empezaba a vivir oficialmente. Como la vida cuando se echa a rodar, imparable, por estos rincones del mundo.
Primero fue mostrar la placa, después del piolín que tiraron Valentín, Isaías y Cielo. Entonces apareció el homenaje a Alberto Morlachetti, el poeta de los niños, que hace un año se fue lejos, montado en globos de colores, buscando transformar y embellecer otros mundos como lo hizo con éste.
En globos como los que soltaron después Norma y los chicos, con ese mismo mensaje, que habrá quedado anclado en todos los cielos.
Ese mensaje baja a la tierra y crece en el árbol que se plantó en su nombre, para que todos los días crezca el olivo regado con el juego de los pibes y esa inocencia pura, que es la verdad más armada.
El primer concurso de Crónicas de Infancia “Alberto Morlachetti” tuvo su entrega de premios. Con cronistas que llegaron de todo el país para estar ese día, escribiendo la más bella de las aguafuertes. Llegaron de Chaco, Misiones, Santa Fe, La Plata, Buenos Aires. Y estaba Alberto, como fundador, entre otras cosas, de la palabra en Pelota de Trapo.
Entonces Jorge Rómulo, con su barba blanca y su bandoneón, le puso el alma y la garra a “Chiquilín de Bachín”. Aquel pibe hecho tango como tantos pibes a los que Alberto forjó de sueños para pelearle a la dureza de la calle y el olvido.
Luis acompañó a los niños con la plegaria del pan y el pan se repartió entre todos como debería ser para que no hubiera hambre en el país de chocolate, leche y miel.
Porque el hambre es un crimen. Y cada niño que muere de hambre muere asesinado.
El Recreo Pelota de Trapo está en pie. Con la belleza que Alberto amaba porque es un insumo básico para el desarrollo de la persona humana.
Están todos invitados. Todos invitados a jugar.
Porque el Recreo es público. Es comunitario. Es de todos.
En el Recreo no entrará la lógica del paco, del comercio de la pelota ni de los violentos.
Porque el Recreo es para los pibes. Como lo pensó Alberto. Como él lo soñó.
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