Por Iroel Sánchez
En las últimas semanas varias fuentes han estado anunciando una posible visita del Presidente estadounidense Barack Obama a Cuba que ya tendría fecha como parte de una gira latinoamericana que incluiría Argentina, Colombia, y también Perú, a fines de marzo.
Sin dudas, de producirse, tal hecho sería un impulso hacia la normalización de relaciones entre los dos países y un golpe a aquellos sectores que se oponen a tal proceso desatado públicamente el 17 de diciembre de 2014.
A juzgar por sus declaraciones a Yahoo News semanas atrás, la visita de Obama también es vista por este como un instrumento para forzar los cambios que históricamente EE. UU. ha estado buscando en Cuba y fortalecer su influencia en el hemisferio occidental, cosa que acaba de reiterar en su discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso.
“Si quieren consolidar nuestro liderazgo en el continente tienen que reconocer que la Guerra Fría se acabó, levanten el embargo”, dijo Obama ante el pleno de las dos cámaras legislativas este 12 de enero, tras reconocer que más de cincuenta años de bloqueo económico no trajeron la democracia, como la entiende Washington, a la mayor de las Antillas.
Una vez más, el Presidente ha dejado en manos del Congreso una tarea a la que él puede contribuir mucho más de lo que ha hecho. No solo por la cantidad de modificaciones al alcance de la potestad presidencial que pueden debilitar el bloqueo sin necesidad de que el legislativo intervenga -la autorización del uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba; revertir la política de persecución financiera contra la Isla; permitir las importaciones a EE. UU. de servicios o productos cubanos y autorizar las exportaciones directas a la Isla, están entre ellas- sino también por decisiones puntuales solicitadas por entidades de su país que esperan hace meses por la aprobación de su gobierno. Entre estas últimas, están la autorización tramitada por la MLB para que beisbolistas cubanos puedan jugar en Estados Unidos sin romper con su país de origen, o la licencia a una empresa de produccción de tractores con destino a agricultores privados para establecerse en la Zona Económica Especial de Mariel, al Oeste de La Habana.
Otro instrumento de la estrategia de Guerra Fría hacia Cuba que el presidente puede modificar es la política de acogida automática, en carácter de refugiados políticos, a todo emigrante cubano que llegue a suelo estadounidense, lo que fomenta el tráfico de personas y la emigración ilegal, como herramienta de desestabilización contra la Isla junto a los más de cincuenta millones de dólares que EE. UU. distribuye entre personas que organiza y entrena para “programas de apoyo a la democracia” en territorio cubano.
El Presidente tampoco ha considerado el reclamo histórico del pueblo de Cuba sobre el territorio de Guantánamo que EE. UU. ocupa militarmente y ha convertido en un campo de torturas que Obama no ha podido cerrar. Una base militar que no es una reliquia de la Guerra Fría sino del oportunismo con que Washington intervino en la guerra de independencia que los cubanos libraron contra España, llegando como aliado de los libertadores pero actuando como ocupante, e imponiendo una enmienda constitucional que le daba derecho a instalar todas las bases militares que estimase necesarias, además de la prerrogativa para intervenir por la fuerza cada vez que lo desease.
En su último discurso sobre el estado e la Unión ante el Congreso el Presidente norteamericano dijo “los Estados Unidos de América es la nación más poderosa de la Tierra. Punto”. El “punto” nos recuerda que se dice algo que no tiene discusión: EE. UU. es el Rey de la selva en que sus mismas políticas han convertido el planeta.
Por la historia de las relaciones entre Cuba y EE. UU., y también por las circunstancias en que se desarrollaría, una visita del Presidente de Estados Unidos a La Habana no dejaría de ser parte de una confrontación, pero una confrontación que como ha dicho el líder cubano, Raúl Castro, debe transcurrir de modo civilizado y entre iguales.
Así que como dice una canción bailable cubana, que venga la fiera que la estamos esperando. Pero si su país es tan poderoso, Obama no debería temer soltarnos un poco las amarras antes de hacer el honor de visitarnos, ¿o es que como dice otro dicho popular en la Isla, al guapo del barrio sólo le gustan las peleas de león a mono y con el mono amarrado?
(Cubahora)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario