Las cosas por su nombre y al toro por los cuernos (La Pupila Insomne) Por Víctor Angel Fernández En días recientes, veía las entrevistas del Noticiero de Televisión, en cuyo recorrido por varios lugares de v...

Las cosas por su nombre y al toro por los cuernos (La Pupila Insomne)

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Por Víctor Angel Fernández

En días recientes, veía las entrevistas del Noticiero de Televisión, en cuyo recorrido por varios lugares de venta de productos del agro, reflejaba la baja presencia o la inexistencia de los mismos. Las opiniones recogidas, iban desde un “ingenuo” desconocimiento de las razones, hasta la abierta denuncia de que todo se debía al disgusto de los suministradores, por las declaraciones en el Período de Sesiones del Parlamento, donde se llamó a tomar medidas contra el aumento desmesurado de los precios de los productos destinados a la alimentación. Hubo hasta quien culpó a las lluvias, en un año 2015 declarado extremadamente bajo en precipitaciones.

Como ciudadano común y corriente, he recorrido algunos agromercados buscando viandas o vegetales que permitan llevar alimentos a mi mesa y me he encontrado situaciones similares y ya empiezan a circular las anécdotas, donde en tal o cual establecimiento, los vendedores estuvieron muy disgustados, por tener que vender con precios topados e incluso los productos ofrecidos duraron muy poco tiempo, pues algunos vinieron a llevárselos por cajas.

Dice un refrán, ya de muy poco uso: Las cosas claras y el chocolate espeso. Pero también por este camino de los recuerdos, me voy a la intervención de Fidel en el Aula Magna de la Universidad de La Habana en noviembre de 2005, donde nos alertaba la posibilidad de que nosotros mismos, desde adentro, pudiéramos ser los causantes de los daños a nuestro proyecto social.

Todas las personas que están involucradas en ese tipo de situaciones, léase productores, acopiadores, intermediarios, transportistas y vendedores finales, tienen hijos, esposas y familia en general que reciben educación gratuita, salud gratuita, seguridad social y tranquilidad ciudadana, que se mantiene, justo es reconocerlo, con sus aportes, pero también con el aporte de otros millones de ciudadanos que producen u ofrecen servicios para que ellos se beneficien. Eso es un proyecto socialista, no obstante las imperfecciones que pueda tener.

Una palabra muy repetida en estos momentos es que esas personas están en una perreta. NO. Como dice el título, a las cosas hay que llamarlas por su nombre y al toro hay que cogerlo por los cuernos. Eso se llama contrarrevolución monda y lironda. Las palabras no pueden dolernos por muy duras que sean.

¿Acaso no están viendo lo que pasa en el mundo en general y en América Latina en particular? Un presidente recién electo, cuyas primeras medidas son botar a la calle a miles de trabajadores o una Asamblea cuyo presidente recién electo manda a sacar del recinto parlamentario, nada más y nada menos que la imagen del Libertador.

Pero vayamos unos meses atrás. En esos lugares se comenzó con una guerra económica. Desabastecimiento total y acaparamiento. Ninguno de estos ingredientes son nuevos. Lo utilizaron con Allende en 1973. Lo trataron de utilizar con la naciente Revolución Cubana. Y no nos olvidemos, para imponer nuestras condiciones, previamente murieron miles y a lo largo de estos casi sesenta años, ha existido mucho sacrificio para lograr lo que tenemos, no obstante lo que falte y lo que deba arreglarse.

No podemos permitir que un grupo de mercachifles, aprendices de capitalistas, que se han metido en los bolsillos tremendas cantidades de dinero, disfrutando de las bondades del proyecto social cubano, hoy nos vayan a restregar en las caras de los que SEGUIMOS TENIENDO EL PODER que ellos no producen, no transportan o no venden hasta que se acepten sus condiciones.

Las autoridades en todos los niveles, elegidas y respaldadas por el pueblo, tienen que mandarles un mensaje alto y claro, tal y como se ha hecho en todos estos años: Aquí en el verde caimán con sus islas y cayos adyacentes, manda el pueblo cubano.

Las leyes contra el acaparamiento, el comercio ilegal, el mal uso de la tierra, como el decomiso, nunca han sido derogadas. Hay que aplicarlas.

Una última aclaración. No quisiera que ahora aparecieran personas plañideras diciendo que muchos trabajadores honestos no están participando de estas acciones y que no se debe generalizar. Para los que cumplen con su deber, no hay críticas, pero la realidad es que no obstante esas buenas personas, hoy existe desabastecimiento y cierro entonces con otro viejo refrán tomado de la sabiduría popular: Grandes males, necesitan grandes remedios. Muchísimo antes de que se hablara de socialismo, Cristo sacó por la fuerza a los fariseos que habían tomado el templo.

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