Títeres y titiriteros (SERPAL) Foto : Kaos en la Red / La Vanguardia Por Carlos Iaquinandi Castro Solo el nerviosismo de los poderes, incluyendo a un Partido Popular ...

Títeres y titiriteros (SERPAL)

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Foto: Kaos en la Red / La Vanguardia

Carlos Iaquinandi Castro

Por Carlos Iaquinandi Castro

Solo el nerviosismo de los poderes, incluyendo a un Partido Popular “en funciones” con un Rajoy obsesionado por no poder acceder a un nuevo mandato, más ausente que nunca de la realidad, puede explicar la dimensión mediática que alcanzó una representación de titiriteros en el barrio madrileño de Tetuán.

El “escándalo” terminó con dos jóvenes titiriteros encarcelados “sin fianza” y con cargos por los delitos de “incitación al odio y enaltecimiento del terrorismo”. Lamentablemente tuvieron que pasar cinco dias para que los efectos de la levadura mediática aplicada por políticos del Partido Popular y muchos medios de comunicación, perdieran sus efectos y las aguas del desborde artificial comenzaran a volver a su cauce. Raúl y Alfonso, los dos jóvenes titiriteros andaluces recobraron la libertad, pero con cargos.

Pero el objetivo de reforzar el miedo, fue logrado. El mérito no solo es de los que agitaron de una forma desmesurada el alcance y la intención de la función de títeres, sino de la lenta reacción de quienes se supone inmunizados ante este tipo de manipulación. “No era la obra ni el espacio apropiado”. Y punto. Todo lo que vino después, sobra.

Pedidos de dimisión a distintos niveles, encarcelamiento sin fianza aderezados con apocalípticos juicios sobre el daño que esa obrita de títeres podía provocar. De fondo se pueden escuchar las risotadas de los Rato, Blesa, Rus, Bárcenas, Rita Barberá, Jordi Pujol y tantos otros. Todos ellos en libertad y con imputaciones por delitos graves cuya enumeración ocuparía más espacio que toda esta nota periodística.

Precisamente uno de los propósitos “colaterales” de este "escándalo" prefabricado es el de distraer al personal. Cambiar el foco y dirigirlo hacia algo intrascendente convertido en suceso, y dejar en sombras la corrupción, el robo, el blanqueo de dinero, el compadreo, sintetizando, la criminalidad estructural de una parte del sistema político.

"El títere de cachiporra es un género, una convención que se encuentra en todas las tradiciones europeas tiene unos lados oscuros y unos lados luminosos -explica Toni Rumbao, titiritero y autor del libro "Rutas de Polichinela". Y añade: "Lo ridículo es que todo esto es que los títeres entran dentro de un código, una convención, que existe desde la Edad Media: los títeres siempre han podido decir lo que quieren. Incluso en la Cuaresma y otras épocas en las que esta prohibido el teatro, los títeres pueden hablar. Porque no son personas, son trozos de madera. Hasta la iglesia lo sabe. Esto no lo han entendido la policía ni el juez".

Ahora bien, ya que se han empeñado en sobredimensionar un hecho menor, es oportuno reflexionar sobre lo que pretenden desde el poder,  lo que intentan los que quieren que todo siga igual y que incorporemos como “normal” el robo del dinero público, y la pérdida de derechos sociales y libertades. La estrategia de  la represión controlada pretende imponer el miedo, la parálisis de la protesta social. No basta con la “Ley Mordaza” que aprobó el PP cuando tenía mayoría absoluta en el Parlamento, tienen que “reforzarla” con otras acciones.

Convengamos que si esto es así, la respuesta del campo popular, ha tenido reflejos lentos y excesiva mesura.

Están en juego derechos y libertades. La amenaza pende sobre todas las actividades culturales y creativas.

La obrita de títeres fue un hecho menor.

Pero lo que, de modo intencional, armaron después los arquitectos del miedo no lo es. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

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