Historias de un silbato XV (Crónicas de una Inquilina) Por Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado El reconocimiento en Liga Nacional de Fútbol Femenino El lunes que llegué a la Fedefut a dejar ...

Historias de un silbato XV (Crónicas de una Inquilina)

Arbitros femeninos

Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

@ilkaolivacorado

El reconocimiento en Liga Nacional de Fútbol Femenino

El lunes que llegué a la Fedefut a dejar mi reporte arbitral, el secretario de la Comisión Arbitral me entregó una carta que había llegado para mí por parte de la Liga Nacional de Fútbol Femenino. Para ese tiempo yo trabajaba en juegos de las Especiales de Liga Mayor, Tercera División, Cuarta División y Liga Nacional de Fútbol Femenino, me dijo que era una invitación para que llegara a la ceremonia de entrega de trofeos del cierre de campeonato porque me querían entregar un reconocimiento como la mejor árbitro del torneo. En ese entonces, yo era la única mujer dirigiendo en Liga Femenina en el panel central. (Años 2000, 2001, 2002).

La noticia fue una sorpresa muy grata, porque fuí parte de los inicios de la Liga Nacional de Fútbol Femenino, participé en los tres primeros torneos y fui parte también de la primera Selección Nacional, por poco tiempo, porque venían las salidas al extranjero y por los estudios de Educación Física no podía, mi puesto lo ocupó otra muchacha.

Conozco sus cimientos, y puedo decir que a todas las que los hicimos nos tocó picar piedra. Yo jugaba en el equipo América (que se llamaba así por el América de México) de delantera derecha (siempre jugué de delantera derecha y en algún momento de volante de contención y creativo) he jugado fútbol desde que tenía 8 años y en el año 96 cuando se hicieron las convocatorias para formar parte de la Liga Femenina no dudé ni un segundo en inscribirme, cursaba en ese entonces el cuarto magisterio de Educación Física.

Me había salido de la Liga Femenina para entrar al arbitraje, y fue muy extraña esa sensación porque yo como, bebo y sueño fútbol. No es lo mismo jugar que dirigir, en ambas cosas hay que tener responsabilidad pero la seriedad del arbitraje no da para disfrutarlo con libertad. Aunque aún vestida de árbitra celebré cada uno de los goles que me tocó marcar, en silencio, en mi alma. Con el tiempo, cuando llegó la confianza y la camaradería con los jugadores los felicitaba por los goles, igual a las mujeres. Pero esa confianza fue construida y me costó mucho porque era mujer y en Guatemala que es patriarcal, misógina y machista aún creen que el fútbol como otras tantas cosas es solo de hombres.

De ser jugadora a vestirme de árbitra y cambiar el trato con las jugadoras de la Liga que, en otros tiempos, fueron mis compañeras y adversarias no fue fácil. De pronto ser árbitra fue como aislarme y vivirlo desde otra órbita, como dentro de una burbuja que no me dejaba acercarme a ellas como antes. Aunque después del juego bromeábamos, pero nunca volvió a ser igual porque había una distancia intrínseca.

Al principio, los primeros juegos fueron muy difíciles porque me tocaba poner orden dentro del campo y eso sonaba a prepotencia o a abuso de autoridad, partiendo de la experiencia como compañera de juego y los bromas y toda esa intimidad y confianza que hay entre quienes practican deporte de equipo. Pero poco a poco fueron entendiendo que no era yo, que era el arbitraje y que el reglamento era inquebrantable.

Ese lunes por la tarde me llamó por teléfono la presidenta de la Liga Femenina y me dijo que querían reconocer mi trabajo como árbitra. Ella me conocía muy bien, inclusive durante mi tiempo de jugadora jamás tuve una tarjeta amarilla o roja, estaba en el registro de la Liga como una de las jugadoras que practicaban el juego limpio.

La entrega de trofeos fue un viernes por la noche. Ese día fuí a trabajar por la mañana y a la universidad por la tarde, de la universidad me fuí para el lugar de la premiación que fue en uno de los salones de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala. El lugar estaba lleno a reventar de gente del mundo del deporte y de periodistas deportivos, fui ovacionada cuando pasé a recoger mi diploma; era tipo pergamino y lo hicieron a mano, era lindo. El maestro de ceremonias resaltó que ese instante era histórico para el mundo del fútbol femenino en el país, porque era la primera vez que una mujer era reconocida como la mejor árbitra en un torneo femenino de fútbol.

Fui a celebrar el diploma con mi novio, nos fuimos a tomar un pichel de cerveza mixta, al mentado Tarro Dorado que estaba en la zona 4. Recuerdo que me dijo: "vos Negra ni noción tenés del reconocimiento que te acaban de dar". "Bueno, -le dije- esperáte que haga algo que no les parezca y me van a lapidar". Y así fue, pero esa es historia para otro capítulo.

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