Por Iroel Sánchez
El pasado martes asistí a un debate en el espacio “La UH caliente”, organizado por la Federación Estudiantil Universitaria de la Universidad de La Habana que trató sobre el discurso de Barack Obama en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”. Entre las muchas intervenciones que se sucedieron durante más de tres horas y media, una joven dijo: “Obama llamó a los negros en Cuba a animarse pero olvidó que tenía frente a él a Lazo”.
Lazo, para más señas, es Esteban Lazo, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento), es de esos a los que Roberto Fernández Retamar describe en su poema “Usted tenía razón, Tallet, somos hombres en transición” como “negros nocturnos, azules a veces, escogidos y purificados a través de pruebas horribles, de modo que solo los mejores sobrevivieron y son realmente la única raza superior del planeta”.
Esteban Lazo nació en el pueblecito matancero de La Isabel, donde cursó hasta el 5º grado en una escuela rural, no pudo continuar estudiando por tener que dedicarse a las labores del campo para ayudar a su familia, al triunfar la Revolución tenía 14 años y comenzó a trabajar en un molino arrocero y luego en un secadero de arroz, alternando con el trabajo agrícola. Como muchos cubanos pertenecientes a su generación, que suele llamarse la “segunda de la Revolución”, Lazo se superó, se hizo Licenciado en Economía, y participó en las tareas del momento como la Campaña de Alfabetización, las Milicias Nacionales y las movilizaciones militares y agrícolas.
Como parte de los dirigentes del país, y representante de esa generación, Lazo es delegado al VII Congreso del Partido en el que tanto Washington, como la prensa que le es afín dentro y fuera de Cuba, muestra un interés inusitado.
A juzgar por lo que dijo en el Gran Teatro, hubo muchas personas que Obama no vió en Cuba aunque las tuvo delante. A la propia Alicia Alonso, símbolo de la relación cultural entre cubanos y norteamericanos, muestra inequívoca del talento nacional y la vocación de servicio a los demás con reconocimiento universal, el Presidente de EE. UU. prefirió ignorarla en sus palabras para elogiar, en cambio, a íconos de Miami. Más difícil es pedirle entonces que comprendiera la representatividad y alcance de una organización como el Partido Comunista de Cuba. Un estudio de Rafael Hernández sobre “Demografía política e institucionalidad” publicado en La pupila insomne señala: “Según las cifras del censo, la composición del total de la población por colores es de 65% de blancos, 10% de negros y 25% de mulatos. A partir de los mismos criterios censales, en las filas de la militancia de base del PCC hay 65% blancos, 16,5% negros y 18,5% mestizos". “En el Buró Político hay 2 negros y 2 mestizos, lo que equivale a 26,66 %. En el CC del PCC, 68.4% son blancos; 16,6% negros y 14,9% mestizos, con 3 puntos de diferencia respecto a la proporción en las filas de base. En el Secretariado, una tercera parte (33%) son no blancos (1 negro y 1 mulata, entre los 6)". “La composición de color de la piel entre los dirigentes provinciales del PCC en la actualidad es de 4 mulatos, equivalente a 25%. Esta cifra está por debajo de su presencia entre los 614 diputados a la ANPP, donde los no blancos llegan al 37,09%, superior a la cifra del censo para el conjunto de la población” *
Apunta Rafael más adelante: “por cada 4,5 cubanos que realizan actividad laboral, hay 1 militante. Pero si se incluye a toda la población (trabajadores, amas de casa, estudiantes, jubilados), 13 % de miembros del PCC sigue siendo una cota muy alta. Tomando en cuenta que esta cifra no equivale al total de simpatizantes socialistas y votantes, sino solo a los miembros activos de estas organizaciones políticas, esta refleja una base superior a la de la mayoría de los partidos políticos en el mundo". “Más significativa que la masividad es el grado de representatividad sociodemográfica de las filas del PCC, que la aproxima a la de esa población adulta cubana actual.” *
Todo eso, aunque que cada regulación, vieja o nueva aprobada por Washington, impone restricciones a los militantes del PCC hasta para alojar viajeros norteamericanos en Cuba, en una especie de macartismo del Siglo XXI.
Aunque se ha insistido en que este Congreso será el último en que participe la llamada generación histórica, la que protagonizó la lucha insurreccional contra la dictadura que apoyó Washington en Cuba, se ha pasado por alto que la edad promedio de los delegados al evento es de 48 años y que mayoritariamente pertenecen a una generación que sufrió y sufre el bloqueo, protagonizó la lucha por lucha por el regreso a la Isla del niño Elián González y la liberación de los Cinco luchadores antiterroristas que permanecieron en prisiones norteamericanas durante quince años, la tercera parte de ellos bajo la administración Obama y que, aún habiendo presenciado el esfuerzo que el primer presidente afronorteamericano de EE. UU. empleó durante su visita en borrar la imagen del enemigo, tienen frescos en su memoria esos acontecimientos, así como cuentan con la cultura suficiente para saber que el capitalismo que le toca a Cuba, a pesar de las bonitas palabras del Presidente, no es el de Suiza sino el de Centroamérica.
Igualmente, aunque varios delegados al VII Congreso representan la gestión no estatal, la mayoría proceden de sectores sobre los que la política de EE. UU. mantiene el cerco y la persecución. Días antes del paso de Obama por La Habana, la Secretaria de Comercio de Obama, la multimillonaria Penny Pritzker, había preguntado al Ministro cubano de Comercio Exterior, entonces de visita en Washington, por “los cambios” -palabra que Obama repitió catorce veces en el Gran Teatro- “que se pueden considerar en el próximo congreso del Partido”, y las presiones estadounidenses sobre el sector estatal de la economía cubana, además de los estímulos hacia el sector privado, parecen dirigidas a impulsarlos en la dirección que históricamente EE. UU. ha deseado: la restauración del capitalismo neocolonial en Cuba.
Hay una agenda de cambios que el pueblo cubano debatió y apoyó convocado por el Partido Comunista, cuya implementación será evaluada críticamente por los delegados al VII Congreso. Sin embargo, por su extracción social, sus experiencias de vida y el añadido de haber podido ver al Presidente de EE. UU. desplegar en Cuba sus herramientas de seducción, es de suponer que los delegados al VII Congreso del Partido serán aún menos proclives ahora que antes de la visita del inquilino de la Casa Blanca a complacer lo que Washington desea que ocurra en la Isla y más decididos a potenciar las conexiones con el socialismo de los tres frentes internos que -según las palabras de Obama en el Gran Teatro- se quieren usar como caballos de troya: los jóvenes, las tecnologías de la información y las comunicaciones y el cuentapropismo.
(CubAhora)
* Una información publicada el 14 de marzo de 2016 por el diario Granma plantea que los negros y mestizos son el 36 % de los delegados al VII Congreso del PCC, 4,5 %, superior al VI Congreso.
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