Por Pedro Pablo Gómez
Tiempos atrás la Agencia Central de Inteligencia -CIA- de los Estados Unidos de América tuvo dentro de sus tareas las llamadas operaciones encubiertas, las que eran realizadas por sus operativos en los países objeto de lograr sus intereses de dominación, ya fuera de encumbrar un candidato para triunfar en el medio electoral, o para derrocar y cambiar un gobierno o un sistema no afín a sus deseos del control.
Con el paso del tiempo, después de una larga cadena de intervenciones en numerosos países realizando estas tareas, una veces con éxitos y otras con grandes catástrofes políticas, el Imperio se ha visto obligado a modificar sus métodos y trata de hacer ver al resto del mundo que lo que hace es, desde su punto de vista, totalmente legal. De acuerdo con ello modificó las estructuras dentro de su gobierno cuando creó la llamada Comunidad de Inteligencia, que contiene la mayor parte de los departamentos que constituyen el ámbito de este dominio gubernamental.
Dentro de esta estructura, en el Departamento de Estado de los EE. UU., aparecieron algunas direcciones con el lineamiento de tratar de imponer el sistema capitalista y su concepción de la llamada democracia. Así se sustentan a través de la United States Agency for Internacional Development -USAID- y la National Endownment for Democracy -NED- las cuales actúan en el supuesto legal de imponer el criterio que desea el gobierno norteamericano a los países, que ellos consideren se salen de su esfera de dominio y tratan de crear las condiciones para derrocar o debilitar a lideres políticos que no se avengan a sus deseos.
No resulta casual el auge informativo con situaciones generadas en países con posiciones no obedientes a la política imperial, como los casos de Brasil, Argentina, Ecuador y en mayor grado en Venezuela, del que se ha llegado a afirmar por el propio presidente Barack Obama que es una amenaza a la Seguridad Nacional de los EE. UU. La cual hasta ha sido rechazado por muchos de sus satélites a escala internacional.
La única explicación posible para el dislate del presidente Obama es la de la situación que confronta dentro de la Cámara de Representantes y el Senado de su país con la mayoría del Partido Republicano.Con esta acción trataría de contentar a la bancada de este signo, para lograr llevar adelante otras reformas de su interés que están bloqueadas por sus oponentes políticos. Buscando benevolencia republicana queda como un payaso a escala internacional.
Pudiera tratarse también de lanzar una bomba en la esfera internacional para desviar la atención de otros focos de conflicto en los que se encuentra involucrado su gobierno, como la situación con Ucrania y Rusia, o con el avance del monstruo de su creación, el Estado Islámico, el auge de China y la pérdida de influencia en Latinoamérica y el Caribe. Creo que ni el propio Obama se cree sus afirmaciones sobre Venezuela, tampoco nadie con pensamiento propio se las va a creer.
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