Por Lic. Héctor Giuliano
En el contexto de la nueva ola de endeudamiento público que está llevando a cabo la administración Kirchner acaba de anunciarse (el 29/05) un nuevo arreglo sobre la deuda externa con los países del Club de París.
Esta noticia se suma a toda una serie de novedades que se están produciendo aceleradamente en materia de deuda: bonos para pago a Repsol y laudos del CIADI, obligaciones negociables de YPF, nueva deuda dolarizada de las Provincias, nuevos bonos nacionales colocados en el mercado bursátil, más Deuda intra-Estado -fundamentalmente con la ANSES, el BCRA y el BNA- negociaciones para el pago de juicios con bonos a los holdouts y refinanciamiento sistemático de todos los vencimientos de capital a medida que van cayendo.
El nuevo acuerdo con el Club de París es uno de los pilares centrales de la Hoja de Ruta Boudou para el retorno de la Argentina al Mercado Internacional de Capitales, es decir, para volver a tomar Deuda Externa en gran escala.
Según la última información oficial disponible -Ministerio de Economía (MECON), Informe trimestral de la Deuda Pública al 30/09/2013- el Estado Central le debía al Club de París unos 6.100 MD (Millones de Dólares): 5.100 por Capital y 1.000 por Intereses.
El Club le reclamaba a la Argentina, en cambio, 9.700 MD -con cifras cerradas al 30/04/2014- donde el grueso de la diferencia (unos 3.600 MD) se entiende corresponde a intereses punitorios e intereses corridos hasta esa fecha.
El MECON no ha dado, hasta el momento, ninguna información detallada acerca del acuerdo suscripto -las negociaciones entre las partes han sido absolutamente secretas- no se conocen los términos exactos de lo pactado, no se cuenta con información desagregada de las sumas que integran el total aceptado con el allanamiento argentino ni se conoce cómo ha sido la evolución de dicho endeudamiento para llegar a las cifras actuales, ya que al momento del default de fines de 2001 la deuda directa con el Club de París era algo menor a los 2.000 MD y ahora ha crecido prácticamente 5 veces.
Se supone que las principales causas de este aumento han sido los intereses devengados acumulados durante el período de cesación de pagos (12 años), la incorporación de otras deudas bilaterales al paquete de las deudas directas con los países del Club y la gran diferencia de cambio producida entre el dólar y el euro; pero no se cuenta con información oficial al respecto.
No se sabe, además, si ha habido capitalización de intereses (anatocismo) y si la Argentina tiene que afrontar además otras erogaciones, como gastos y honorarios propios y de la contraparte.
El gobierno Kirchner -como en todo lo relativo a la deuda pública- no suministra información desagregada ni mucho menos permite el acceso a la documentación probatoria de las acreencias que reconoce a individuos, empresas y/o países reclamantes.
Este punto es particularmente importante en este caso porque las obligaciones involucradas en la renegociación están siendo teóricamente investigadas por la justicia argentina en la causa Olmos II -que abarca las irregularidades de la Deuda Pública bajo los gobiernos democráticos sucesores del Proceso- según la denuncia respectiva de Alejandro Olmos, que data de 1998 (casi 20 años) y que está paralizada en el Juzgado Federal número 2.
Aproximadamente la mitad de esa deuda proviene de la época del Proceso Militar, es decir, que se viene arrastrando y aumentando desde hace unos 40 años; y la misma, en su conjunto, ha sido motivo de sucesivas reprogramaciones: entre 1985 y la actualidad ha habido -contando la que termina de cerrarse- 6 rondas o acuerdos en ese sentido; todos ellos motivados por el fracaso de los precedentes dada la incapacidad de pago de la Argentina.
En este último capítulo, sin embargo, han aparecido algunos elementos nuevos a ser tenidos especialmente en cuenta:
- El primero y principal es la falta de capacidad de pago demostrada, punto que veremos enseguida.
- El segundo -que en realidad debiera ser el primero, dada su categoría institucional- es el de la falta de análisis y aprobación expresa por parte del Congreso (que también veremos a continuación).
- Pero el tercero toca a las características peculiares de este nuevo convenio con el Club de París -en base a lo poco conocido hasta ahora- debido a ciertas cláusulas discutibles.
Vamos a precisar solamente algunos de estos puntos cuestionables y/o no claros dentro del pacto firmado que justifican lo que estamos diciendo:
1 - La falta ya citada del desagregado y de las informaciones detalladas que respaldan la llegada al monto de los 9.700 MD en cuanto a origen y evolución del endeudamiento que da lugar al presente arreglo, que hacen que técnicamente no se conozca lo que se ha pactado ni el contenido de las operaciones involucradas en el acuerdo.
2 - La necesidad lógica que las obligaciones que van a ser traspasadas a la futura administración sean conocidas, analizadas y discutidas por las fuerzas políticas con representación parlamentaria para su aprobación definitiva o no antes que entren en vigor. O sea, que dicho convenio tenga ratificación del Poder Legislativo.
3 - Si el gobierno Kirchner remitió al Congreso proyectos de relevancia tales como la estatización de las acciones de Repsol en YPF y el posterior acuerdo de pago con bonos a la empresa española, ¿ por qué no sometería un arreglo con el Club de París de la importancia extraordinaria que éste conlleva, máxime cuando la Ley de Presupuesto 2014 -que le confería indebidamente facultades extraordinarias en este campo- ha quedado ahora totalmente distorsionada por los cambios introducidos unilateralmente por el gobierno y debe ser consiguientemente revisada en todos sus puntos ?
4 - La aceptación de un pago inicial de 1.150 MD - desdoblado en dos remesas, de 650 MD en julio de 2014 y 500 MD en mayo de 2015 - traspasándole a la próxima administración la gran mayoría de los vencimientos (8.550 MD) configura el mismo tipo de maniobra que en el caso de Repsol y muy probablemente también en el próximo de los holdouts.
5 - Presentar como logro de la negociación un supuesto compromiso de inversiones a cambio de los pagos a ser efectuados -que pueden ir desde los 1.500 a los 2.200 MD por año- es invertir la lógica del razonamiento porque no es que la Argentina va a negociar inversiones sino al revés: la Argentina va a comprometer la refinanciación de la Deuda y los acreedores del Club de París, entre otros condicionamientos, la comprometen a aceptar inversiones extranjeras, en un mundo con excedentes de capitales, inversiones éstas que – de grado o por fuerza – supondrán más condicionamientos y mas endeudamiento externo, público y privado.
6 - La relativa baja tasa de interés acordada -entre 3.0 y 3.8 % en dólares- no es un logro excepcional ni relevante en una negociación internacional con organismos oficiales. De hecho, según el propio MECON -último informe de deuda pública al 30/09/2013- la tasa de interés promedio ponderada con Organismos Internacionales es del 3.03 % (la misma que con el Club de París, al que si hasta ahora se le pagaba casi el 7 % era porque se le agregaban los intereses punitorios y otros cargos). Incluso si se tomara como referencia la tasa promedio con “Organismos Oficiales” (que no se sabe si están considerados dentro de este convenio con el Club), la misma figura en el orden del 5.09 %, lo que implicaría -en el mejor de los casos- haber obtenido una rebaja de sólo un punto porcentual.
7 - El plazo de pago a 5 ó 7 años (en caso de descalce contra ingresos por Inversiones Extranjeras Directas, aunque contra aumento de la tasa de interés en 0.8 %) es algo que no está muy claro en cuanto a responsabilidades de las partes, es decir, sobre qué pasa si tales inversiones no vienen a la Argentina por reticencia de los inversores o por falta de acuerdo sobre los proyectos en nuestro país.
8 - El punto anterior -y también lo ya adelantado)- es muy delicado porque las presiones extranjeras para entrar con inversiones pueden ser un arma de doble filo en cuanto a tipos y prioridades de proyectos públicos versus privados, localización y vinculaciones internacionales de los mismos, concesiones y privilegios al amparo de los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y, fundamentalmente, en cuanto a inversiones que aumenten las importaciones, transferencias de utilidades y, sobre todo, que provoquen aumento de la Deuda Externa Privada.
9 - La combinación de condiciones negociadas en materia de plazos y tasas de interés se compensa con la aceptación por allanamiento al mayor monto reclamado por los acreedores del Club. De hecho, el convenio suscripto parece un híbrido a la luz del “enfoque de Evian” del 2003, que es el criterio consensuado entre los miembros del Club de París para los casos de reprogramación de obligaciones con los países deudores y que contempla mayores plazos, tasas más bajas y menores condicionamientos que los conseguidos por la Argentina.
10 - Por último, la baladronada sobre la no intervención del FMI como un supuesto logro de la negociación es cuasi infantil: la no participación del Fondo no sólo sirve para “no mostrarle las cuentas públicas” argentinas sino que, al revés, conviene al FMI para no tener que expedirse sobre la situación fiscal de nuestro país, de modo de no quedar pegado a un dictamen u opinión que racional y técnicamente no podría ser favorable frente a un país con sobre-endeudamiento público, déficits gemelos crecientes y crisis de deuda por iliquidez e insolvencia. Los directivos del Fondo seguramente están ahora incluso más tranquilos: mejor dejar que el gobierno K se lleve “los laureles” de haberlos excluido del arreglo que haberlos involucrado haciéndoles asumir la responsabilidad de opinar sobre un país que se auto-define como “pagador serial” mientras vive en crisis de deuda a la vez que necesitando siempre más deuda que no puede pagar.
Como en todas las operaciones de endeudamiento público, este tipo de acuerdos de refinanciación de compromisos así como la emisión de títulos oficiales en general, se hace sin demostración de la capacidad de pago.
Por definición -y por lógica- el Estado Argentino está contrayendo pasivos que no puede pagar, como no sea tomando nuevas deudas:
1 - El Fisco tiene déficit fiscal creciente -el Resultado Financiero fue negativo de 31.700 M$ (Millones de Pesos) en 2011, de 55.600 M$ en 2012 y de 64.500 M$ en 2013- y ese déficit ya lo está cubriendo sistemáticamente con deuda a un ritmo de 15.000 MD (Millones de Dólares) anuales o más aún (fueron 14.600 MD en 2011, 18.800 MD en 2012 y todavía no se tienen los datos del 2013).
2 - Los datos del punto anterior (datos oficiales del MECON), empero, no son completos ni realistas porque tales déficits del Estado están atenuados en forma artificial con grandes transferencias de fondos provenientes fundamentalmente de la ANSES y del BCRA.
3 - El saldo de la Balanza Comercial es fuertemente decreciente (fue de 14.700 MD en 2012 y bajó a sólo 1.700 MD en 2013, según el Balance Cambiario del BCRA, aunque el INDEC computa en este último año un saldo de 9.000 MD a favor) y la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos es directamente negativa (13.300 MD en 2013), pese al cepo cambiario.
4 - El BCRA carece de una verdadera disponibilidad de Reservas Netas: al 30/04/2014, sobre un total de Reservas Brutas de 28.200 MD, las Reservas Netas quedan reducidas a 11.600 MD si se le restan 16.600 MD de divisas que no le son propias: 7.000 MD de Depósitos en Moneda Extranjera y 9.600 MD de Otros Pasivos (que son préstamos de otros bancos centrales e internacionales). Sin contar la masa de la deuda cuasi-fiscal por Lebac / Nobac, que está creciendo en forma extraordinaria (hoy equivalente a 23.500 MD).
No existe ninguna demostración de la capacidad de pago de la Argentina sobre cómo se van a afrontar las deudas actuales ni las deudas futuras que se están contrayendo.
El nuevo acuerdo con el Club de París, lo mismo que la deuda pública en general, sólo puede cancelarse a costa de colocar nuevas deudas.
Y tal es el objetivo expreso de la política de endeudamiento del gobierno Kirchner en función de la Hoja de Ruta Boudou y después de haber traspasado la mayoría de la deuda impagable a los jubilados desfinanciando la ANSES y de haber descapitalizado el BCRA con el uso masivo de reservas para pagar deuda externa y empapelado el Activo del Banco con títulos sin garantía de cumplimiento.
Cumplida así la etapa de usar la deuda intra-Estado como “préstamo-puente” mientras se marcaban récords de pagos de la deuda con terceros -Acreedores Privados y Organismos Financieros Internacionales (FMI, Banco Mundial, BID y CAF)- ahora ha llegado el momento de la verdad: la falsía del “des-endeudamiento” no sólo no era cierta (la deuda pública aumenta y no disminuye) sino que se desnuda que el objetivo de la maniobra era descargar gran parte de la deuda externa traspasándola como costo al Estado y al Pueblo Argentino para volver al mercado externo a contraer más deuda.
Ergo, el gobierno ha terminado así ahondando la trampa de deuda en que está metido: sólo puede responder a los actuales y futuros vencimientos -que se están incrementando en línea con las nuevas obligaciones en curso- con más emisiones de deuda.
El nuevo arreglo de la deuda con el Club de París tiene que ser sometido a la aprobación del Congreso: la delegación de facultades parlamentarias al Poder Ejecutivo en materia de Deuda Pública es inconstitucional y la ley de Presupuesto 2014 tiene que ser revisada no sólo para reformular las partidas presupuestarias debido al cambio de los supuestos macro-económicos oficiales sino también para replantear la concesión indebida de facultades especiales hechas al gobierno para concertar compromisos impagables.
El gobierno Kirchner, siguiendo su tradición de presentar las concesiones o derrotas como victorias ante la opinión pública, ha dado otro paso flagrante en este sentido cerrando un nuevo convenio que pesará sobre las presentes y las futuras generaciones de argentinos.
El reconocimiento y arreglo de esta nueva deuda con el Club de París se suma así a la oleada de obligaciones sin capacidad de repago que la administración Kirchner está contrayendo en las postrimerías de su gestión, bajo condiciones de manifiesta debilidad política, fuertes inconsistencias en sus medidas financieras y graves denuncias en su contra por corrupción generalizada.
Hoy nuevamente, con manifestaciones exultantes del gobierno K, con elogios de la mayoría de la partidocracia pseudo-opositora y apoyo de los grandes medios de comunicación, el establishment financiero - local e internacional - festeja la nueva ola de endeudamiento de la Argentina que compromete tanto el final de la gestión de esta administración como, sobre todo, la que asuma con el futuro gobierno.
La clase política -y la clase dirigente en general- debiera ser forzada a no evadir sus responsabilidades y responder a la “pregunta del millón”: ¿ quién y cómo pagará todo esto, como no sea con más deuda ?
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