Por Iroel Sánchez
Todos los medios de comunicación del mundo están hablando de que el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama acordó con el Talibán la liberación de cinco prisioneros recluidos en la cárcel ilegal de Guantánamo a cambio de un soldado norteamericano preso por esa organización en Afganistán.
Sin embargo, el reclamado acuerdo humanitario para intercambiar un “contratista” estadounidense condenado en Cuba por delitos contra la Seguridad del Estado mientras trabajaba para el gobierno de Estados Unidos por tres de los Cinco prisioneros cubanos que vigilaban actividades de grupos terroristas en el Sur de la Florida sigue esperando por el valor de la Casa Blanca para desafiar a la ultraderecha de Miami. Los dos antiterroristas cubanos que han podido salir en libertad, lo han hecho luego de cumplir íntegramente sus condenas.
Por si fuera poco, esa misma ultraderecha acaba de enviar a Cuba cuatro terroristas, residentes en Miami, que fueron capturados en la Isla el pasado 26 de abril.
Diez premios Nobel, parlamentarios, organizaciones de derechos humanos, presidentes de varios países, el Consejo de Iglesias de EE. UU. y miles de personalidades, han pedido al gobierno de Estados Unidos la libertad de Los Cinco, condenados en un juicio que estuvo lleno de arbitrariedades. Pero EE. UU. no los escucha a ellos ni al gobierno legalmente constituido en Cuba, ni tampoco a la familia del contratista preso en La Habana que le pide un acuerdo con el gobierno cubano, sino a los talibanes, no importa que estén en Miami o en Afganistán.
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