Por Alfredo Grande
(APe).- Hace algunos años el periodista Victor Humo Morales me hizo una entrevista por el tema de los niños en la calle. Como siempre me pareció mas importante el mensaje que el mensajero, contesté desde mi conocimiento en el tema desde la profunda y amplia perspectiva que conseguí al incorporarme a la Agencia de Noticias Pelota de Trapo. Recordé que el gran Tejada Gómez nos advertía que a esta hora exactamente había un niño en la calle. Sin el eufemismo encubridor de la expresión: “en situación de calle”. La calle es la situación, y en realidad está en situación de desamparo institucional y, aunque sea una crueldad lamentable, la calle a veces protege más que el hogar.
Con el indudable privilegio que poder decir lo que quiero y casi siempre, querer lo que digo, por primera vez expresé que lo fundante es atreverse a pensar en niños y niñas sin niñez. Una persona puede pensarse como desocupado, si no tiene trabajo. Sin embargo, ninguno nos pensamos como desterrados, porque no tenemos tierra. La memoria ancestral del despojo de nuestros suelos, ríos, sierras, montañas, está sepultado en nuestro inconsciente no reprimido. Las vaquitas y las tierras son ajenas, aunque la propiedad sea de argentinos y humanos.
Niñas y niños sin amparo, con frío letal en el invierno y con calor letal en el verano, sin abrigo y sin frescura, con maltrato y sin ternura, buscando estrategias de supervivencia en vez de encontrar juguetes para divertirse. La curiosidad, la alegría del descubrimiento, la sorpresa de los primeros pasos y los últimos gateos, la sonrisa que el espejo de una mirada amorosa devuelve amplificada, el lujo de poder rechazar un alimento porque ya se comió demasiado, la tolerancia a todos los tropezones porque ninguno es caída. La lógica de la niñez es todo eso, y mucho más que eso.
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
Ni siquiera vale intentar una disculpa, menos aún intentar esas autocríticas que son los embriones de la impunidad. Hombres y mujeres, asi en la tierra como en el cielo, asi en dictadura como en democracia, llevan, lo sepan o no, lo desmientan o no, lo falseen o no, la deshonra de no haber querido proteger lo que crece. Hipócritas full time que defienden la vida hasta el exacto momento del parto, para luego desatender todo lo que pueda mantenerla. Miserables custodios del santo grial de la inmaculada concepción de todas las marías, para luego macular crianzas que no pocas veces terminan en las inmundas zanjas de lo que se ha dado en llamar capitalismo serio.
El corazón de barco naufraga y en su lugar aparecen los marcapasos de la cultura de la penuria. Del terror con y sin nombre. Del dolor permanente que lentamente genera su propio antídoto. Una anestesia afectiva de la que no habrá ni un paso atrás. Aparece una creíble aventura de paco sin chocolate. Willi Wonka es un burócrata de alguna secretaría de bienestar y desarrollo social que ensayó uno más de tantos registros únicos porque en verdad lo único que tiene es el registro. Todo se registra, poco se soluciona. Mientras tanto, un pandillero y una pandillera se casan por iglesia, por civil y por televisión. La farándula y la política vuelven a unirse porque, a no dudarlo, tienen algo y mucho para recordar de los plateados ‘ 90.
Niños y niñas sin niñez como afirmación contundente fue entendido, al menos así lo sentí, por el periodista. Pero lo más importante es que fue entendida por mí. Cuando somos hablados por lo más oscuro que al alma habita, podemos escucharnos sin entendernos. Algunos llaman a esto “acto fallido”. En verdad, es el acto más acertado que podemos tener. Lo fallido somos nosotros, que incluso rechazamos nuestra propia subjetividad cuando amenaza nuestra área de confort. Niños y niñas sin niñez pulveriza todo confort y no se trata de hacer culto al masoquismo moral, sino de interpelar con furia al cinismo de nuestras dirigencias y de nuestros dirigidos.
Transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Tenés razón, querido Armando. Nada vale pero todo, todo, cuesta. Y mucho. El orgulloso ciudadano degradó a inercial consumidor, y éste a contribuyente serial. El boom del consumo es otro artificio de la cultura represora para maximizar el boom de la vampirización del salario, que algunos llaman IVA. No podemos ensayar ni la alegría ni el canto, y mucho menos el canto que cante la miseria, porque ese canto no traerá ninguna riqueza a los millones que ni siquiera podrán escuchar cómo cantan ésos a los que todo les sobra.
Pero algunos y algunas, no demasiados pero tampoco tan pocos, estamos decididos a buscar esa estrella para poner en el sitio del hambre. La organización marplatense EN RED que lucha contra el abuso sexual de niñas y niños, la Fundación Pelota de Trapo y la Cooperativa ATICO organizan el sábado 15 en la ciudad de Mar del Plata el evento Cumpitas Nuestros. Desde el año 2003 cuando fundamos el Seminario Marplatense de Psicoanálisis Implicado, sostenemos una militancia constante contra todas las formas de abuso en la infancia, especialmente el sexual. Poder entrecruzar saberes, poderes, luchas y deseos con los militantes del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo es un intento de sostener esa estrella de las que no habla el gran Armando. Cuando los niños y niñas tengan niñez, todo volverá a tener sentido porque ya no habrá a esta hora exactamente, ningún niño en la calle.
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