Por Ángel Guerra Cabrera
Arde Jerusalén y la rabia se extiende a toda Palestina. Israel, con el apoyo invariable de Estados Unidos y sus acólitos, alega como siempre que la violencia “terrorista” de los palestinos es la causa de sus masivas e ilegales medidas represivas contra estos. Otra cortina de humo reproducida por el ejército mediático imperialista. Sí ha habido actos de violencia individual de palestinos hartos de la ocupación y sus abusos que han costado vidas israelíes, pero analicemos en qué contexto.
No más concluir la última carnicería sionista en Gaza (26 de agosto), con saldo de 2.100 muertos y 10.000 heridos palestinos y la destrucción de casi toda la infraestructura existente, Israel anunció la confiscación de cuatrocientas hectáreas de tierra en Jerusalén Este (que ocupa desde 1967) para entregarlas ilegalmente a colonos judíos, en su mayoría ultraortodoxos fundamentalistas. El anuncio revivió las protestas multitudinarias de junio de este año en la ciudad santa, Cisjordania y barrios palestinos de Galilea, e iniciadas cuando fue secuestrado y quemado vivo por varios de esos colonos el adolescente palestino de 16 años Mohammed Abu Khdair.
Las protestas amainaron a consecuencia del atroz ataque a Gaza pero al reiniciarse se han convertido en lo que muchos conocedores califican ya de “Intifada de Jerusalén”, acrecentada y de nuevo alcanzando a Cisjordania a tenor de las profanaciones perpetradas en los últimos meses por los colonos judíos contra la simbólica mezquita de Al Aqsa y el vecino complejo del Santuario Noble con el apoyo de las fuerzas de seguridad y los políticos israelíes.
La mezquita es objeto de veneración por los 1.600 millones de musulmanes de todo el mundo y las actuales provocaciones israelíes equivalen a abofetearlos en pleno rostro. Cabe recordar que fue la provocación montada allí por el entonces candidato a Primer Ministro de Israel Ariel Sharon, el factor desencadenante de la Segunda Intifada, conocida también como la Intifada de Al Aqsa.
Desde hace dos años a los hombres palestinos menores de 60 años y a las mujeres menores de 40 se les prohíbe realizar sus rezos en Al Aqsa, rodeada por puntos de control de las fuerzas de seguridad israelíes. El ocupante roba cada vez más tierra palestina y solo en los dos últimos meses ha anunciado la construcción de más de 3.600 viviendas para colonos, mientras estos continúan apoderándose de casas palestinas como recientemente en el barrio de Silwan.
Israel construye un muro de más de 700 kilómetros de largo y hasta siete metros de alto que impide el acceso de miles de palestinos a sus tierras, aguas, escuelas y hospitales. A Jerusalén Este lo separa de Cisjordania dividiendo a parejas y familias, dificultando el acceso de los estudiantes que vienen a universidades de la ciudad. Cientos de casas palestinas han sido derribadas para construir el muro y las carreteras y caminos que lo bordean y muchos palestinos han sido notificados de que sus casas serán arrasadas por la misma razón. Los palestinos no pueden circular por las carreteras conectadas al muro ni pueden atravesar la mayoría de sus puertas. Los que viven en Jerusalén no están autorizados a viajar a Gaza.
Es evidente que Israel no está dispuesto a convivir con un estado palestino independiente con fronteras bien delimitadas como lo expresa muy claramente el programa del gobernante partido Likud y lo demuestran estos hechos.
Israel lleva a cabo una bantustanización de los territorios palestinos peor que la del régimen del apartheid, ha expresado el obispo surafricano Desmond Tutu. El muro, el cerco de Gaza y los 600.000 colonos que viven en asentamientos ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este trucidan en pedazos los territorios palestinos e impiden la continuidad territorial indispensable para crear un Estado. Separar a Gaza de Cisjordania cumple el designio geopolítico israelí de aislar y envolver Cisjordania sin salida al mar mientras el muro y otras medidas cortan Cisjordania en dos. Es cínico mencionar siquiera al “proceso de paz”.
Las protestas de Jerusalén han generalizado en Palestina tres demandas: apoyar la resistencia y los derechos palestinos en Jerusalén; cesar la cooperación en seguridad de la Autoridad Nacional Palestina con Israel; que los dirigentes palestinos firmen el acceso a la Corte Penal Internacional, y lleven a juicio a los criminales de guerra israelíes.
Viene un gran ya basta popular que clama por una verdadera unidad del liderazgo palestino.
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