Gentileza: RT en español
Por Pedro Pablo Gómez
En días recientes se publicó en los medios internacionales, con supuesta sorpresa, que el gobierno de los EE. UU. pagaba a modo de retiro subvenciones a una cantidad elevada de alemanes que estuvieron en los servicios policiales del régimen encabezado por Adolfo Hitler. La historia recoge sus acciones desarrolladas sobre la etnia judía con el nombre de "El Holocausto", producto de la muerte de millones de seres humanos en campos de concentración, crematorios, cámaras de gas y con múltiples métodos de tortura y violación innombrable de los Derechos Humanos.
No ha pasado un siglo de aquellos hechos repudiados por todo el mundo, cuando nadie se asombra al ver acompañados y en sociedad a los gobiernos de Estados Unidos y el de Israel unidos en su pretensión de dominar el mundo. Resulta que los millones de judíos muertos son agua pasada. El oportunismo político vale más que la memoria de sus antecesores para los representantes del actual gobierno israelí.
Sería bueno que uno de los servicios secretos más famosos del mundo, el Mossad israelí, revisara en sus archivos para ver el papel jugado por EE. UU. durante la II Guerra Mundial, cuando el autor de la filosofía norteamericana para trabajar contra el socialismo, Allen Dulles, era el jefe de la estación de la OSS -antecesora de la CIA- en Suiza. Desde allí, mientras los soldados soviéticos, ingleses y los propios norteamericanos, derramaban su sangre combatiendo el fascismo, Dulles negociaba con altos oficiales alemanes para su salida y contrataba sus servicios en función de la lucha contra el comunismo. En este proceso las autoridades estadounidenses contribuyeron directamente a la salida sin problemas de más de 10 mil miembros de los aparatos represivos del III Reich.
La mayor parte de los científicos alemanes que se especializaban en el desarrollo de las bombas volantes, antecesoras de los cohetes, y en las investigaciones nucleares pasaron a realizar sus trabajos para EE. UU. Otros como Reinhard Gehlen, que era un general a cargo de los servicios de contraespionaje, el cual fue sacado junto con sus archivos para Washington, fue premiado posteriormente al hacerlo jefe de inteligencia de la OTAN. Los crímenes y atropellos fueron olvidados y muchos prestaron sus servicios en aras de combatir el socialismo.
Los millones de muertos de las acciones del régimen fascista no fueron óbice, ni freno para para la política de EE. UU. La ética y los principios básicos que rigen a la humanidad pasaron al campo del olvido. Hoy, que vemos renacer grupos de ideas fascistoides en la propia Europa destruida por la II Guerra Mundial, muchos hacen silencio cómplice con los intereses del amo yanqui. Pero lo que más sorprende es que el gobierno que dice representar a los más masacrados en aquella contienda, sean los más fieles seguidores de quienes apadrinaron a sus asesinos.
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