Por Norberto Ganci, Director de El Club de la Pluma
Escribir sobre arte, tal vez conlleve mucho más que las pocas palabras que pudiésemos esgrimir en este intento. Tal vez sean necesarias muchas citas y referencias de quienes han trabajado el tema analizando desde sus orígenes y las implicancias que tuvo el arte, tanto en el recorrido histórico de la humanidad, a nivel general, cuanto en lo particular en cada hecho en que fue necesaria su entrecomillas “utilización” para visibilizar situaciones, personajes, acciones, resultados, consecuencias.
En las formaciones académicas, al menos hasta hace algún tiempo atrás, era poco habitual conocer información relacionada con los primeros indicios sobre arte en Nuestra Patria Grande. Aquellas formaciones académicas, en su información y formación, no iban más allá de los quinientos años.
La colonización mental, cultural, provocaba la ignorancia de, por ejemplo, todo lo relacionado a las muestras pictóricas rupestres en nuestro territorio.
Era la falaz, distorsionada idea de que antes de la conquista, nada existía. Los originarios eran considerados mucho menos que animales y, por supuesto, incapacitados para desarrollar arte alguna.
En las viejas formaciones educativas formales desde los niveles iniciales, todo lo relacionado al Arte, estaba circunscripto a lo que provenía del mal llamado viejo continente. Si nos permiten, podemos detenernos aquí en esta otra falacia, ya que al instalar la idea de la existencia de un viejo y otro nuevo continente, insume la imposición de uno supeditado al otro, uno reverenciando la ancianidad del otro. Una suerte de sumisión al mayor, al que ha acumulado experiencia, trayectoria, desconociendo adrede los procesos evolutivos de las comunidades originarias.
Algunas breves referencias para contraponer a las imposiciones eurocéntricas: “…Han pasado al menos veinticinco mil años desde que los primeros seres humanos llegaron a América tras cruzar el estrecho de Bering como cazadores de caza mayor. Las nuevas civilizaciones mesoamericanas aportaron importantes novedades, tanto en el sudoeste como en el Este de América del Norte, por ejemplo: la introducción de la cerámica a partir del tercer milenio antes de Cristo en el sudeste y a partir del primer milenio antes de Cristo en el sudoeste…” (1)
“…Antes de la venida de los europeos al continente americano, sus habitantes antiguos habían desarrollado culturas de extraordinarios logros y arte incomparable. En la época de la Conquista, los españoles encontraron tres de las antiguas civilizaciones que habían heredado conocimientos y creencias de otras culturas precolombinas anteriores: las civilizaciones de los incas, los mayas y los aztecas…” (2)
“…Los indígenas kunas de Panamá son famosos desde antes de la conquista hasta hoy por su excelente técnica textil. La expresión más importante de lo anterior son las molas, tradición que tiene sus inicios en la pintura del cuerpo (tatuajes), que luego fue transferida a la tela. Las molas representan el pensamiento cosmogónico, una visión gráfica del mundo lleno de colorido y pleno del significado antropomorfo y zoomorfo…” (3)
“…En el Perú encontramos a civilizaciones como las de Caral (una de las primeras civilizaciones del planeta), Casma, Chavín, Moche/Mochica, Paracas, Nazca, Chan Chan, Etén, por su parte, tardíamente los quechua siendo sus soberanos la "casta" de los inka lograron una civilización sintética de las culturas de la Costa y de las montañas (…)entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización quechua se hallan los templos, los palacios, las obras públicas ("tambos", "collcas", pucaras, caminos, puentes, acueductos) y las ciudades-fortalezas estratégicamente emplazadas, como Machu Picchu…” (3)
“…Hacia el siglo XII, la influencia inca llegó a articular los actuales territorios del Perú, Bolivia y Ecuador, además del norte de Chile, el noroeste de la Argentina, y la zona sur de Colombia. Desde el Cuzco, el Imperio Inca consolidó un estado que logró sintetizar y difundir los múltiples conocimientos artísticos, científicos y tecnológicos de sus antecesores…” (4)
A riesgo de parecer excesiva la información precedente, intentamos instalar de manera concreta y efectiva que arte hubo en nuestro continente, desde mucho tiempo antes de la invasión colonizadora.
Teniendo en cuenta todo esto, nos resta ir a la otra parte de nuestra propuesta inicial. El arte como expresión diversa, también se la asume como una de las herramientas para la denuncia, para la protesta, para contar aquello que se pretendió ocultar o deformar. El arte asume un papel fundamental para conocer y develar lo que las viejas y retrógradas historias oficiales han impuesto desde hace tanto tiempo.
Los registros rupestres hallados en nuestro continente, no sólo relatan aquellas costumbres como las de la caza, nos cuentan también sus luchas, sus vivencias, padeceres y victorias.
Pasado el tiempo, no ha declinado la utilización del Arte para denunciar, exigir y “militar” para revertir realidades.
La pintura, la literatura, la música, han sido y son imprescindibles vehículos para suplir la incomunicación que imponen los hegemónicos.
Desde la poesía como un “arma cargada de futuro” que pone de manifiesto su rebeldía, a la obra pictórica que, con firmeza y sutilezas denuncia y plasma realidades distorsionadas, podemos comprobar los cómo y el por qué de la importancia del Arte en la militancia.
Armando Tejada Gómez, Gioconda Belli, Carpani, Quino, Homero Manzi, Discepolo, León Gieco, Ignacio Copani, Roque Dalton, Benedetti y tantos otros que, cada uno en su forma, han inspirado e inspiran para afrontar desafíos y luchas, ponen de manifiesto la necesidad de considerar la suma importancia del Arte para la militancia.
El nivel de compromiso que ello insume, ha quedado demostrado en cada lista negra, en cada exilio, en cada secuestro y muerte en las últimas dictaduras.
Hoy y tal vez con mayor fuerza, se multiplican los puños en alto y las rodillas en tierra acompañados de Arte para el compromiso. Las muestras callejeras de artistas urbanos, de grupos de teatro con sus puestas en escena en las calles y marchas, las murgas con sus cantos y, hasta las pintadas y los ya famosos grafitis, integran la formidable galería de arte para la militancia.
Lo maravilloso de todo esto es que son los jóvenes quienes con mayoría participativa, dan cuerpo a las realizaciones artísticas que acompañan los movimientos de luchas sociales. Contra las mineras, los agrotóxicos, contra los genocidas, los abusos policiales y las violencias institucionales, contra todo lo que pretenda silencio y muerte, imponen sonidos, colores y hasta, porque no, sonrisas.
Multiplicar e insistir en proponer arte para militar por la vida es tarea de todos como otros métodos de lucha, válidos, fuertes, permanentes. Asumamos la parte que nos corresponda para militar desde el arte fortaleciendo la esperanza.
Que así sea.
Notas, referencias y material consultado
(2) https://www2.bc.edu/~rusch/america.html
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