Foto: Archivo
Por Omar Pérez Salomón
La desaparición de la URSS y el campo socialista en Europa del Este a principio de los ' 90, originó una enorme confusión y desorientación en la izquierda latinoamericana, y una euforia maliciosa de la derecha internacional, encabezada por el complejo militar industrial, que declaró la clausura definitiva del socialismo y el triunfo total del capitalismo sobre todo tipo de modelo alternativo de desarrollo social.
La resistencia de los revolucionarios cubanos y el surgimiento de gobiernos progresistas a partir de finales de la última década del siglo XX, encabezados por figuras de la talla de Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa, por citar solo algunos nombres, ha permitido una recuperación del trauma que representó ese acontecimiento, si bien es cierto que no es total, ni mucho menos.
Los avances de programas sociales en los últimos años en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil y otros países de la región, ha traído como consecuencia la ofensiva actual de la derecha y la oligarquía latinoamericana, organizada y conducida por las fuerzas de poder del imperialismo estadounidense. La guerra económica y las acciones subversivas contra Venezuela, las manifestaciones opositoras en las calles de Quito, los intentos por sacar del gobierno a la presidenta brasileña, las presiones financieras contra Argentina y los intentos de paro del transporte público en El Salvador, son muestras de esa embestida.
Creo que Cuba está también en la mira de esa ofensiva; pero saben que los proyectiles utilizados tienen que ser de otro tipo. Los centros de estudio e investigación y los servicios especiales del imperio, saben que en la mayor de las Antillas la gran mayoría de la población defiende el proyecto revolucionario y el socialismo. ¿Cómo quebrar entonces la resistencia y cambiar el sistema político cubano si no existe una oposición interna que le haga este servicio?. Han optado por cambiar los métodos, la táctica y técnicas. El actual inquilino de la Casa Blanca tiene luz verde de los centros de poder del imperialismo para aplicar ese plan, al fin y al cabo el objetivo sigue siendo el mismo, destruir la Revolución.
El 12 de enero de 2009, Hillary Clinton, ex Secretaria de Estado aseguró en una declaración enviada al senador Richard Lugar, “que el gobierno de Obama prevé realizar una revisión de la política estadounidense sobre Cuba y trabajar con miembros del comité y otros miembros del Congreso en la consideración de pasos adecuados para ayudar a avanzar los intereses y valores de E.U. en el contexto de las relaciones con Cuba".
Más claro, ni el agua. Los revolucionarios cubanos no debemos caer en la tentación de negarse a sí mismos en los nuevos escenarios, más bien reafirmar principios con los cuales sí tenemos que ser intransigentes y firmes en su aplicación, como el antimperialismo, la solidaridad, la soberanía, la justicia y la igualdad.
Aquellos que con inaudita ingenuidad creen que Cuba y Estados Unidos ya no son enemigos ni rivales, sino vecinos, les recuerdo lo planteado por el padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes en 1870:(…)
“Por lo que respecta a Estados Unidos tal vez estaré equivocado; pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y entretanto que no salga del dominio de España. Siquiera sea para constituirse en poder independiente; este es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga y proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces y desinteresados” (1)
Y por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, cuando expresó:
“No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos” (…). (2)
La meta histórica de la izquierda es y será la aniquilación del capitalismo y la construcción de un mundo mejor, no plegado a la hegemonía imperialista. Renegar de ello, o asumirlo a medias, sólo es hacerle el trabajo más facil a quienes no han renunciado, ni renunciarán jamás, a sus pretensiones de dominación.
NOTAS:
(1) Tomado del libro de Abel Enrique González Santamaría: “La gran estrategia”, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2013, p.106.
(2) Fidel Castro: “Para mis compañeros de la Federación Estudiantil Universitaria”. www.cubadebate.cu, 26 de enero de 2015.
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