Foto: Gentileza plazapublica.com.gt
Por Dick Emanuelsson
Marcelo Colussi es Psicólogo y Licenciado en Filosofía e Investigador del IPNUSAC (Instituto de Problemas Nacionales en la Universidad de San Carlos) en Guatemala. ANNCOL conversó con él para entender qué es lo que está pasando en Guatemala. Desde hace meses hay grandes movilizaciones en la capital exigiendo un fin de la corrupción e impunidad.
DE: -Guatemala el 23 de agosto ¿está quedando sin presidente y gobierno dos semanas antes de las elecciones? Cinco ministros, como dice el dicho, “abandonan el barco como ratas”.
MC: -Estamos ante una profunda crisis política. No es una revolución, un verdadero cambio social, pero sí un terremoto en la esfera institucional. En realidad, nada cambia en la base; el país sigue presentando su misma radiografía de siempre: 53% de la población bajo el límite de la pobreza (con un ingreso de 2 dólares diarios), la mitad de la población económicamente activa urbana y 90% en área rural no cobra siquiera el salario mínimo (que, de hecho, si se cobrara completo apenas cubre la mitad de la canasta básica); las grandes mayorías (indígenas en lo fundamental) siguen excluidas y sin acceso a los satisfactores mínimos (salud, educación, vivienda, microcréditos para la producción, infraestructura básica); el 20% de la población es analfabeta; los indígenas siguen siendo la mano de obra barata para el trabajo estacionario en las fincas de azúcar y café o para el servicio doméstico urbano; la violencia y la impunidad dominan la escena (15 homicidios diarios por diversos motivos), reconocido por el propio Ministerio Público que el 90% de los delitos nunca se juzgan.
Las herencias de la guerra interna nunca se atendieron ni parece que se vayan a atender, etc., etc. Es decir: se vive una crisis política pero sin repercusiones reales en la estructura socio-económica. Es algo más coyuntural y superficial. Algunos sectores (clase media urbana en lo fundamental) se han movilizado, pero no se están pidiendo cambios estructurales. Sólo se habla de la corrupción como el gran problema nacional (que, en realidad, es un problema, pero en todo caso funciona como síntoma de una historia y una estructura mucho más profunda y compleja).
En este momento la crisis que trae la detención de la ex vicepresidenta (amante del presidente) y la implicación de éste en los delitos de corrupción, que probablemente terminará con su detención, crea un escenario novedoso que nadie sabe cómo se resolverá. Al día de hoy, tal como están las cosas, las elecciones se hacen el 6 de septiembre, siempre con la antigua Ley Electoral y de Partidos Políticos, por lo que la ciudadanía se muestra muy escéptica, pues siente que será más de lo mismo. Es muy probable que haya una alta abstención así como un fuerte porcentaje de voto nulo. La población está hastiada de la clase política. Los ilícitos de los que se acusa al Poder Ejecutivo son la dominante en toda la clase política, casi sin excepción, por eso hay mucho malestar y asco ante tanta corrupción generalizada.
“INTERESES MUY FUERTES (DE WASHINGTON”
DE: -¿Esto es solo un caso solitario de corrupción donde unas cuantas personas han robado de una institución estatal o es algo generalizado?
MC: -La corrupción, y junto a ella la impunidad, son males endémicos en Guatemala. Todos los poderes del Estado están corrompidos por una generalizada corrupción que lo atraviesa todo. En realidad, esta es una constante histórica, desde la época de la colonia española.
Llegaban los conquistadores, según escribió un cronista del siglo XVI, a “servir a su Majestad, a traer la fe católica y a hacerse ricos”. Los títulos nobiliarios que se compraban por aquel entonces son el antecedente de la corrupción e impunidad que marcan la historia.
Para muestra: la cabeza visible de la época más cruenta de la represión en la guerra interna, el general José Efraín Ríos Montt, en el 2013 fue juzgado y sentenciado a 80 años de prisión inconmutable por delitos de lesa humanidad, y al día de hoy sólo pasó una noche en la cárcel, pues a través de artilugios legales se logró mantenerlo fuera, dando marcha atrás incluso con esa condena. Es decir: impunidad y corrupción son la esencia de esta historia.
Ahora saltó el caso de presidente y ex vicepresidenta, pero eso tiene un valor simbólico, porque hay intereses muy fuertes (de Washington y de la oligarquía local) en que se golpee a las mafias actualmente en el poder. De todos modos, jamás un empresario o un finquero (que nunca pagan impuestos, y mantienen aún un virtual derecho de pernada en muchos casos), es acusado de corrupto. En cierta forma, el Estado es visto como botín de guerra para una casta de políticos profesionales que hacen turno para ver cuándo les toca llegar a la función pública para enriquecerse rápidamente. Eso la población lo sabe y ya se toma como algo “normal”.
DE: -¿Hubiese sido posible destapar este robo y corrupción por parte de la fiscalía sin la participación de CICIG?
MC: -De ninguna manera. El Ministerio Público (con una Fiscal totalmente favorable al presidente hasta hace unos meses, pero también agente de la Embajada de Estados Unidos, por lo que fue forzada a trabajar para el proyecto de Washington dándole la espalda a quien la puso en el cargo) no tiene la capacidad operativa -y mucho menos la voluntad política- para investigar todo lo que está investigando. ¡ Ni tampoco lo tiene la CICIG ! Los datos que permitieron destapar toda esta pudrición los proveyó (en secreto, por supuesto) la Embajada de Estados Unidos a través de la DEA, el verdadero cerebro en la inteligencia que se llevó a cabo.
EL INTERÉS ESTADOUNIDENSE POR SU “PATIO TRASERO”
DE: -¿Cuál es el papel de la embajada estadunidense en este "affaire"? ¿Aprovecha el Departamento de Estado contradicciones de la clase dominante guatemalteca para sus propios intereses?
MC: -Podría decirse que en muy buena medida todo esto que se ha venido dando en estos meses es un plan muy bien orquestado por el imperialismo. Para Estados Unidos es de importancia capital, más aún ante el avance chino y ruso, mantener esta región de Centroamérica y la cuenca del Caribe como absoluto e intocable patio trasero. Su frontera sur pasa ahora por lo que se conoce como Triángulo Norte de América Central: Guatemala, Honduras y El Salvador. (Ver documento) Aquí necesita para su geoestrategia de dominación continental países “tranquilos”, con “democracias” sólidas, que no sean una olla de presión lista para explotar en cualquier momento. Sin dudas la situación de Guatemala es explosiva.
Después de la guerra de 36 años con 245.000 víctimas, nada cambió. Los 30 años de ”democracia” que se llevan vividos, ya con 7 administraciones que han desfilado por la Casa de Gobierno, no cambiaron nada de nada, y la situación social sigue al rojo vivo: hambre, explotación, violencia, desesperación de la gente (300 personas diarias parten como indocumentados hacia Estados Unidos para buscar trabajo allá). La corrupción es histórica, y en todo caso, es producto del sistema imperante (es el país de toda Latinoamérica, después de Haití, con la menor carga fiscal -10% del Producto Bruto Interno-).
Por otro lado, desde la época de la guerra, una casta de militares corruptos viene ganando espacio como actor económico, encargándose de “negocios sucios” (narcoactividad, crimen organizado, tráfico de personas y de armas, contrabando aduanero, deforestación de las selvas de Petén). Se calcula que esas mafias manejan no menos de un 10% del PBI, disputándole protagonismo a la oligarquía tradicional. Esas mafias hace tiempo que ocupan importantes lugares en el Estado, pues se fueron perpetuando allí después de la guerra contrainsurgente.
En este momento, de hecho, un kaibil como Pérez Molina dirige el Ejecutivo, habiendo colocado a su amante como vicepresidenta. Ante este estado de cosas, ante esta explosividad que no se sabe hacia dónde puede ir, vino el destape que hace la CICIG, poniendo contra la pared a esas mafias, en un intento de desestructurarlas. Las declaraciones del Embajador de Estados Unidos, Todd Robinson, castigan fuertemente a esos sectores de “nuevos ricos”, poniendo todo el acento en la corrupción como nueva plaga bíblica. En realidad, lo que tenemos es una sopesada maniobra de Washington al modo de las ”revoluciones democráticas de colores” que se vieron en Europa, o de la Primavera Árabe; es decir: una supuesta movilización ciudadana, pacífica, que saca de en medio a gobernante no convenientes para la geoestrategia estadounidense.
La oligarquía nacional centrada en su “sindicato” llamado CACIF (El Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras) acompaña a la Embajada en esta lucha contra la corrupción. Y eso arrastró a los sectores clase - media urbanos, que son básicamente los que han salido a la calle los días sábados a manifestarse en contra del gobierno. Esto puso en marcha un terremoto político que podría dar para profundizar la protesta política, pero pareciera que la jugada de Washington es manejar la crisis para que no vaya más allá. Y eso es lo que está pasando, aunque hay sectores populares que quieren transformar la crisis institucional en una oportunidad de cambio social. Pero la correlación de fuerzas no favorece la causa popular. De momento todo se centró en la lucha contra la corrupción gubernamental, y de allí no se ha podido avanzar.
¿ELECCIONES EL 6 DE SEPTIEMBRE O UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE?
DE: -Hay sectores de la sociedad guatemalteca que dos semanas antes de las elecciones exigen que no las realicen el 6 de septiembre. ¿Tiene sentido?
MC: -Justamente esos sectores que quieren ir más allá piden, desde hace tiempo, reformas a la actual Ley Electoral, el aplazamiento de las actuales elecciones y la movilización popular masiva para desacreditar totalmente a la actual clase política (ya de por sí totalmente desacreditada), para pedir cambios más profundos. De ahí que se viene pidiendo la renuncia del presidente Pérez Molina desde hace tiempo, el aplazamiento de las elecciones y una Asamblea Constituyente que fije una nueva constitución, pensando en la refundación del Estado sobre nuevas bases.
Hoy, nadie sabe qué pasa en estas próximas dos semanas. Como están las cosas, es muy probable que se llegue a las elecciones, pero la gente está harta de esta clase política. El que puntea la preferencia electoral, Manuel Baldizón (con apenas un 25% de preferencia) es otro exponente más de estas mafias (operador de carteles del narcotráfico, empresario corrupto ávido de poder no querido ni por la Embajada ni por el CACIF).
¿Y LA IZQUIERDA?
DE: -El movimiento popular, indígena, campesina, sindical e izquierda, ¿qué papel han jugado en estos meses de movilizaciones en Guatemala?
MC: -Las reivindicaciones más profundas, que tocan lo sistémico, hace tiempo que estos sectores del campo popular lo vienen pidiendo. De hecho hay una larga tradición de lucha y resistencia contra toda la industria extractiva (minería a cielo abierto, monoproducción agrícola destinada a los biocombustibles en contra de la propia seguridad alimentaria, hidroeléctricas que atentan contra el medio ambiente). Para esta cruzada anti-corrupción que ahora se desató, alentada en muy buena media por la prensa comercial en contubernio con la oligarquía y el proyecto de Washington, el movimiento popular se sumó tibiamente. Más que nada, las movilizaciones ante la Casa de Gobierno la protagonizaron capas medias, y en buena media estudiantes universitarios de la San Carlos, la universidad pública e históricamente combativa.
El campo popular, los movimientos indígenas y campesinos, la clase trabajadora en su conjunto, si bien se sumaron, no fueron más allá. El pedido de una Asamblea Popular Constituyenteación del Estado no avanzó mucho en realidad porque no hay ninguna fuerza popular ni de la izquierda que pueda nuclear y dirigir esas demandas. La izquierda está fragmentada, en cierta forma desprestigiada (pues está dividida, un sector se va a presentar a las elecciones, sabiendo que tendrá una participación mínima, que con buena suerte es del 1 o 2%, y otro sector adversa eso). No hay en este momento alguien que puede conducir esta lucha y llevar el descontento popular a un plano que vaya más allá de la protesta contra la corrupción.
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