Por Raúl Antonio Capote
Aunque generalmente dispongo de muy poco tiempo libre, siempre hago un receso en mis labores y dedico algunos minutos a recorrer las redes sociales, los principales sitios de noticias en Internet, etc. Me llamó poderosamente la atención la frecuencia con que se repite el nombre de un habitante de nuestro archipiélago cubano: Ernesto Pérez Chang. Y no sin razón eludo llamarlo cubano.
Busqué datos sobre él y supe que nació en El Cerro, La Habana, es escritor, Licenciado en Filología y cursó estudios de Lengua y Cultura Gallegas en la Universidad de Santiago de Compostela. Ha publicado novelas y libros de relatos, ha recibido diferentes reconocimientos y premios literarios.
Hasta aquí todo marchaba bien, pero al adentrarme en los contenidos de sus despachos, el sitio donde aparecen y los que lo replican, me doy cuenta que estoy ante una persona que decidió vender su alma al mejor postor, al costo que fuera necesario.
Personas que conozco y que trabajaron con él, lo consideran un arribista prepotente, capaz de aplastar a todo aquel que considere se interpone en su camino, utiliza los medios puestos a su disposición por las personas para las cuales trabaja, para denigrar a los que se le oponen o discrepan de sus opiniones o acciones.
Ernesto, cobra un salario por denigrar a su país, es un asalariado de la mentira, una pluma de alquiler al servicio de intereses espurios. Escribe por encargo y recibe por sus mentiras una buena mesada, que le permite satisfacer gustos que considera refinados. Nada nuevo por estos lares, lástima de escritor.
Anexionista hoy cualquier cosa por la que le paguen mañana, ya ha cambiado antes de casaca, terminará igual que los que le antecedieron, que no se engañe, Roma paga a los traidores pero los desprecia.
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