Por Mec, prisionera política
“Recordando un dia, como tantos otros, uno para hacer memoria y preguntarse (donde está mi vientre leal?)...el vientre leal, la madre, está preparandodesde las 4 de la mañana la comida que piensa llevar ese domingo a la cárcel, se acuerda de lo que más le gusta, el arroz, la carne, los panes....bueno, todo depende de como ese dia este la guardia jodiendo por la comida, y empaca cuidadosamente en bolsitas individuales cada cosa y los junta en un recipiente, que no es el que ella quisiera, si pudiera, llevaria más, es uno que compró afuera del centro de reclusión por que tiene unas medidas especiales.
Luego se alista, y piensa en ponerse hermosa, aunque a veces, la tristeza y el dolor, no de ver a su “bebé” en ese lugar, sino de salir sin su tesoro hacia las 3 y media o 4 de la tarde que a fuerza mayor debe irse, ese recuerdo no la deja preparase como quisiera.
Sale de su casa con tiempo, por que la cita de entrada es hasta cierta hora, y si no logra llegar, no hay ningún chapulin colorado que le ayude, para que ella, nuestra heroina, pueda con sus brazos y amor, abrazar con nosotros nuestras ansias de libertad.
Hay que hacer la fila, soportando el inclemente sol o el paralizante frio, sólo por la cita con lo más importante en su vida, esa criatura que hace ventipico de años ella escuchaba llorar de hambre y ahora escucha gritar por la vida.
Ella en lo más profundo comprende que no visita delincuentes, ni lo que dicen que son, sólo son personas que no se conforman con vivir una vida común, donde no importe más que su propio bienestar, y siempre recuerdan a su madre que “el camino es largo y para vencer hemos nacido”.
Mi madre no lo entiende así, cree que deberia conformarme con tener muchas cosas materiales, no la culpo, ella sólo quiere que yo sea feliz, y seguramente piensa que luego de estar acá, lo que me espera es volver a su nido y no salir nunca de allí.
Asi, pasa cada vez que puede venir a verme en este lugar, mi madre dice que si ella pudiera, viviera conmigo, asi fuera tras estas rejas, que lo unico que detienen es mi cuerpo, pero mi mente, está todos los dias con esos hombres y mujeres, valientes guerrilleros y guerrilleras, insignes, incansables, desprovistos de duda, que de seguro, yo se que si, piensan en mi y tienen confianza en que algun dia, nuevamente, estaremos caminando, ranchando o simplemente contandonos, lo que hicimos durante este tiempo que dejamos de vernos, seguro me preguntarán por mi mamá...”
Aún existe en nuestra historia, la de una mujer que no se ha contado, no porque no tenga nada que decir, por el contrario, tiene mucho que contar, y es la de ellas, nuestras madres, las madres de prisioneros políticos y prisioneras políticas, esa mujer que tras la sombra del dolor y la esperanza, pacientemente espera el dia, con amor, con paciencia y a veces con reproches, que luego de un rato terminan por olvidarse.
A ellas, nuestras madres, insignes y combativas dadoras de vida y esperanza, nuestro más alto respeto y admiración infinita, nuestros abrazos armados de su amor, y en nuestras manos su corazón, que vive con nosotras y nosotros tras las rejas.
¡ Salud !
Nota de Mujer Fariana: Este artículo llegó por nuestro correo electrónico, nos pareció importante publicarlo. Va toda nuestra solidaridad.
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