Por Horacio Duque Giraldo
Natalia Springer, quiere descrestar calentanos con astrofisica, econometria, algoritmos y otras yerbas de la Nueva era, para apalancar la denominada justicia transicional que pretende la cárcel y condenas a perpetuidad de los integrantes de la resistencia campesina revolucionaria. Periodismo y seudo analistas faltos de ética y llenos de ambición para sacar partido de los diálogos de paz embolsillándose miles de millones de pesos del presupuesto publico. Sinvergüenzas, es lo minimo que se les puede decir.
En estos momentos hay una amplia controversia nacional alrededor de los negocios de la periodista, politóloga y teóloga Natalia Springer Von Schwarzenberg, quien ha suscrito unos multimillonarios contratos con la Fiscalía de Montealegre y la Alcaldía / parapolítica de Valledupar de Freddy Socarras. El del Fiscalía es por 4.265 millones de pesos y el de Socarras por 1.400 millones.
El problema consiste en la omisión de los valores éticos y profesionales por parte de las poderosas redes de comunicación y los conocidos analistas políticos frente al delicado proceso que se adelanta en La Habana entre las FARC y el Estado para poner fin, mediante negociaciones dialogadas, al prolongado conflicto social y armado nacional. El manejo periodístico y analítico de la paz se ha convertido en una poderosa crematística (arte de hacerse rico) para amasar fortunas mediante formas fraudulentas de asociación con el gobierno en todos sus niveles y con las redes de las elites que controlan la economía agraria, industrial, militar, petrolera, minera y de las drogas. Estas últimas colocadas en un sabotaje crónico de la Mesa de conversaciones de La Habana.
La más avanzada en estas artes parece ser doña Natalia Springer (https://twitter.com/nataliaspringer), quien se las ha ingeniado para ofertar a Montealegre y sus muchachos, un modelo de indagación que combina la física interplanetaria, la econometría y los algoritmos para, en lo que se conoce estudios de contexto, inferir imputaciones y condenas contra los integrantes de la insurgencia revolucionaria en el marco de la justicia transicional que pretende encarcelar a los rebeldes de la resistencia agraria. Es muy probable que las cláusulas de sus contratos, sometidos a la más absoluta y misteriosa reserva, se incluyan los avances en materia orgásmica (a la manera como los registra Esther, la columnista de El Tiempo), los desarrollos de la New Age y la Cienciología, para determinar con mucha exactitud los patrones y móviles de ejecución de crímenes y la gravedad “no política” de las acciones de la insurgencia para a renglón seguido establecer la fuerza de la implacable acción penal y de los tribunales internacionales contra los integrantes de las guerrillas campesinas colombianas.
El otro capítulo de esta contratitis periodística corresponde a una escuela de paz para formar gestores en la materia en la Alcaldía de Valledupar, en manos de uno de los conocidos parapolíticos del Cesar, F. Socarras. Son 1.440 millones de pesos para escuchar la conocida verborrea de Roy, Simón Gaviria, Borguil y Benedetti. Un platal que se tira a la caneca de la basura, en una región donde muere la mayor cantidad de niños indígenas por hambre o por comidas descompuestas que suministran las empresas de los politiqueros quienes convirtieron esta actividad en otro frente de saqueo y despojo de los presupuestos públicos.
Con este caso queda retratada la podredumbre del periodismo parásito del establecimiento oligárquico. Esto se repite por todo el país. En alcaldías, gobernaciones, ministerios y demás entidades públicas.
Si la señora Springer tiene un mínimo de decoro lo mínimo que debería hacer, según las convicciones religiosas, budistas o cristianas que dice profesar, es pedir la anulación de esos contratos deshonestos y donar los millones que se ha embolsillado en la Fiscalía y en Valledupar a familias desplazadas por la violencia para que atiendan sus necesidades más apremiantes.
Farsa de periodistas estos como doña NSSCH. La gente ya no les come cuento por más astrofísica, aritmética, algoritmos, libido y esoterismo que mezclen y ofrezcan en sus consultorías.
Sólo en Colombia ser consultor del gobierno, la Fiscalía y las alcaldías, se ha vuelto un negocio tan rentable como para dedicarse única y exclusivamente a ello. Y si no pregúnteselo a Natalia.
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