Córdoba: Evo Morales recibió el Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.     Por Sergio Ortiz   Desde la mañana temprano fue llegando la gente que esperaba escuchar al presidente boliviano en la ceremonia donde se...

Córdoba: Evo Morales recibió el Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.

 


 


Por Sergio Ortiz


 


Desde la mañana temprano fue llegando la gente que esperaba escuchar al presidente boliviano en la ceremonia donde se le entregaría el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Córdoba.

Ese público era diverso, porque había numerosos estudiantes y profesores de esa casa de estudios, pero también muchos ciudadanos bolivianos de barrios de la periferia a escuchar “al Evo” y mezclados, militantes sociales y políticos que hacían flamear banderas de Bolivia, Argentina y Cuba, además de la whipala de los pueblos originarios.

Desentonaban varios policías de la seguridad de la Policía Federal y la provincial, que trataban de mandar sin que nadie los tomara muy en serio. Era un acto popular, no algo del ceremonial.

La actividad fue en el Salón de Actos del Pabellón Argentina, decorado con las banderas ya citadas más la propia de esta casa de estudios, fundada en 1613, la más antigua del país.

Había 1.500 personas apretadas allí, más otras tantas en un salón cercano donde se había instalado pantallas grandes de televisión. Las cámaras de Canal 10 de la Universidad y el flamante canal de noticias cba24n, estaban a full, orgullosas.

evo_unc_-_honoris_causaCuando entró Evo acompañado de la embajadora de Bolivia, Leonor Arauco, y su ministro de la Presidencia, Carlos Romero Bonifaz, más la rectora Carolina Scotto y la vice, Hebe Goldenhersch, la tribuna se vino abajo. “Olé, olé, olé, Evo, Evo”, cantaba la concurrencia, dejando de lado el protocolo y el academicismo.

Mario Luna, decano de los profesionales de la locución, había leído hasta allí las innumerables adhesiones y mencionado a las autoridades presentes, el intendente y el viceintendente (Giacomino y Vicente, respectivamente), a la Abuela de Plaza de Mayo, Sonia Torres; al secretario de Derechos Humanos de la Provincia, Raúl Sánchez, etc.





La rectora Scotto leyó un discurso muy avanzado por su contenido político, explicando que el premiado lo era por su defensa de los recursos naturales y el medio ambiente, su lucha contra la pobreza y por la igualdad social, por la ampliación de los derechos de los pueblos originarios, por las conquistas democráticas y por ser el primer presidente constitucional indígena en el Bicentenario de nuestras naciones.


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Ella fue muy aplaudida. A continuación se leyó la resolución Nº 513 del Consejo Superior de la UNC, que estableció el honoris causa, la máxima distinción que puede brindar la universidad. Se le entregó el diploma, una medalla y un cuadro con copia del Manifiesto Limitar de la Reforma Universitaria de 1918. La gente se levantaba de sus butacas para aplaudir y de paso ver mejor, sacar fotos. Era, como se dice, un acontecimiento histórico.

Evo los metió en el bolsillo

A las 11 y 20 horas empezó a hablar Evo, vestido con la clásica casaca que suele usar en estas ocasiones internacionales.

Primero bromeó sobre su doctorado, pidiéndole al ministro de la presidencia, presente, que de aquí en más lo llame “Doctor”.

Se declaró muy sorprendido del premio, de una universidad con hechos tan importantes como la Reforma de 1918 y en una ciudad que tuvo las rebeliones obreras de 1969. Allí empezó a meterse a los oyentes en un bolsillo.

El orador tocó tres temas: su país, su infancia y su gobierno.

- Sobre la Bolivia que peleó por la independencia, reivindicó a los Kataris y los primeros independientistas, que sufrieron descuartizamientos y horcas, destierro de sus familias. Rescató a Juana Azurduy de Padilla, diciendo que era más conocida en Argentina que en Bolivia. Historió esa lucha entre 1810 y 1825, cuando se consigue la independencia de su país, marcando las derrotas y amarguras, que siguieron más tarde en forma de saqueo de recursos naturales, dictaduras militares, compañeros desaparecidos, etc.

- Sobre su vida personal habló de la pobreza en que vivía. Cuando tenía 5 o 6 años su padre llegó desde Bolivia para trabajar en Jujuy en la zafra y él iba a la escuela pero no entendía el español. En esa zafra su familia conoció el primer catre donde dormir. Al final el padre lo sacó de la escuela para trabajar cuidando llamas y buscando producir maíz. En esos tránsitos desde Orinoca a Independencia insumía dos semanas y media a pie, arriando llamas y comiendo las cáscaras de naranja que arrojaban quienes viajaban en bus. “Después marché por esos mismos caminos no detrás de 50 llamas sino delante de mil compañeros, hacia La Paz”, dijo, y fue ovacionado.

Más adelante contó sobre su iniciación sindical en 1980 en el Chapare, de cultivo de coca, a cargo de la secretaría de Deportes. Le gustaba mucho el fútbol. Allí tuvo su primera manifestación popular ante la quema de un hermano por parte de agentes de la dictadura de Luis García Mesa, que ahora está preso.

Evo criticó mucho a Estados Unidos y la DEA. Aseguró que “la DEA controla el narcotráfico para usar con fines políticos y criticar a presidentes antiimperialistas”. En ese tiempo los yanquis construyeron un aeropuerto en el Chapare, en Chimoré, que ahora sirve para que aterricen Chávez y otros presidentes. “Yo digo, gracias EE UU”, ironizó.

- Sobre su gobierno, comentó que al ganar las elecciones de diciembre de 2005 con el 54 por ciento de los votos, la oligarquía boliviana dijo: “a este indiecito lo sacamos en seis meses” pero luego, como vieron que se consolidaba, esa clase privilegiado pasó a afirmar “este indio se quiere quedar mucho tiempo, vamos a tener que hacer algo”.

Ese “algo” fue el golpismo, que generó situaciones muy dramáticas en 2008, donde la Unasur mucho ayudó a la democracia. Allí tuvo un recuerdo para con Néstor Kirchner, quien le dijo que la región “no era una alfombra de EE UU”.

Evo rescató la nacionalización de los hidrocarburos, que decidió en mayo de 2006, invirtiendo la relación de ganancias con las trasnacionales. Hasta ese momento éstas se llevaban el 82 por ciento de aquéllas y el Estado el 18 por ciento restante. Desde allí en adelante, el Estado se quedó con el 82 por ciento y las petroleras extranjeras no se fueron. “Se ve que ganaban bien con el 18”, añadió con una sonrisa pícara.

Contó que el Estado tomó a cargo la construcción del Gasoducto Carrasco Cochabamba, apartando a la privada Transredes, y dijo que no entendía cómo el Estado iba a subvencionar a las multinacionales. Varios argentinos aplaudieron a rabiar, deseando que ese punto de vista gubernamental imperara en el país de Repsol y Petrobras.

A su llegada al Palacio Quemado, Bolivia tenía reservas internacionales por sólo 1.700 millones de dólares. Ahora son 11.000 millones, y eso pese a gastar mucho en el “Bono Juancito Pinto” para los escolares de primaria (ahora no hay deserción ni analfabetismo), la “Renta Dignidad” para los mayores de 60 años, etc. Y sobre todo, invertir más, ya que el Estado está destinando a tal fin 3.000 millones de dólares al año (el 70 por ciento con sus propios recursos, sin préstamos).

Los sindicalistas presentes habrán reflexionado sobre la parte final de la exposición. Juan Leyría (Luz y Fuerza), Irina Santesteban (Judiciales), Juan Monserrat (Docentes) y otros, lo escucharon al presidente decir que para él no hay centroizquierda. “Para mí hay izquierda y derecha, lo demás no existe”, explicó. Los sindicalistas y otros representantes de organizaciones sociales habrán parado la oreja cuando el visitante historió la construcción del partido, el MAS, como el instrumento político imprescindible para superar la mera lucha gremial y social, y disputar el gobierno y el poder. Hay que entrar en la política; hay que tener sindicato y política, recomendó. “La política es servir al pueblo”, sentenció, con claro tono maoísta.

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