Abuela cubana habla de los “horrores del gobierno” (Visión desde Cuba) Por Karolina Alonso Conozco a Luisa hace ya bastante tiempo, es una de esas señoras que han vivido el antes y el durante de la Revolución ...

Abuela cubana habla de los “horrores del gobierno” (Visión desde Cuba)

manos_abuela

Por Karolina Alonso

Conozco a Luisa hace ya bastante tiempo, es una de esas señoras que han vivido el antes y el durante de la Revolución cubana. Tiene tres hijas y cuenta ya con 70 años de vida. -­No hablo de política – dice -no sé de eso, mientras reflexiona con la mirada perdida en el pasado.

No fui a hacerle una entrevista ni nada parecido, ella solo me recibió, como en otras ocasiones, con la misma cordialidad de siempre, y el bichito de la palabra hablada se le despertó cuando le comenté a una de sus hijas sobre algunos videos en la red que desacreditan la salud pública cubana. Sus ojos me indicaron que encendiera la grabadora, algunos personajes de vez en cuando te dicen sin decirte que escucharás una buena historia.

Yo de pequeña -me cuenta- , tenía que comer cocos de las brujerías que tiraba la gente en la línea del tren, no sé si aún lo hacen, pero antes era muy común, y de ellas también tomaba las muñecas sin brazos, sin ojos, sin pelo, para poder jugar.

Mi madre murió cuando yo tenía apenas un año, en el parto de mi hermana menor. Nos tuvimos que ir para la casa de mi tía que también tenía hijos, para ellos eran todos los privilegios, imagínate que a mis hermanos y a mí nos daban la mitad de un pan, mientras que ellos se comían uno entero; entonces, si ya sabes esto, imagina lo demás.

Pero bueno, te cuento esto porque yo veo como hoy todas mis hijas son profesionales, todas estudiaron carreras universitarias, antes eso no se lograba si no tenías dinero, nunca les faltó un plato de comida, y eso que el dinero salía de mi trabajo de lavandera y mi venta de maní.

Yo tengo un montón de enfermedades que ni hablar, soy un libro de medicinas al que nada más le falta el cáncer. Los riñones, los nervios, el corazón me sacan sustos de vez en cuando, y la diabetes tiene a mis hijas sentenciadas a estar constantemente midiendo mi glicemia. Hace poco sufrí un infarto y ya le he dado de lado hasta a la cocina que era lo único que me tenía activa. Te imaginarás cuántos medicamentos tengo que tomar; para que te hagas una idea: tomo fármacos cuatro veces al día y siempre son más de uno; ah, no te olvides de la insulina todos los días por la mañana, y que quede claro, no me acostumbro al pinchazo que vengo recibiendo hace ya más de diez años.

Pequeña, ¿te imaginas si yo tuviera que pagar cada consulta médica a la que tengo que asistir constantemente?, bueno, yo no, mis hijas; si el salario no les alcanza para ellas y sus hijos -y no estoy hablando mal del gobierno, pero de que el salario no alcanza, eso es verdad- te imaginas que tuvieran que pagarle al cardiólogo, al psiquiatra, al clínico…

¿Y las medicinas? Qué sería de mí si no estuvieran al precio en que la venden en las farmacias, tengo hasta tarjetón con los medicamentos y útiles necesarios cómo jeringuillas, algodón, alcohol, en fin chica, si tengo hasta dieta de leche y cárnico. Yo estoy conforme y agradecida, es más, si alguien se queja es o porque no ha sabido defender sus derechos, o porque lo que está hablando es mentira solo para cobrar un poquito de dólares.

Es más, yo no estoy mejor por no escuchar a los médicos, por no asistir al círculo de abuelos donde se hace ejercicios todas las mañanas, por fumar, por robarme un pedacito de dulce cuando las niñas se descuidan, y por no escuchar el consejos de reducir el exceso de azúcar y de sal.

Pero bueno, he hablado mucho, lo que te quiero decir es que si hay algo de lo que no debemos quejarnos los cubanos es de la salud y la educación, y lo digo por mi experiencia de vida. Qué hubiese sido de mí sin Fidel. Si un Batista cualquiera estuviese gobernando esta isla bajo aquellos horrores a lo mejor yo estaría recogiendo los cocos de los basureros para alimentar a mi familia y las muñecas sin brazos, sin pelo y sin ojos para que mis nietas jugaran. Eso si a estas alturas estuviese viva todavía.

Fuente: Yo creo como hablo (Avra Kadavra)

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