Foto: Gentileza escambray.cu
Por Edmundo García
Concluye hoy (ayer) martes 22 de septiembre la visita pastoral del Papa Francisco a Cuba. Creo que ha sido un hecho trascendental y con resultados positivos. He sido testigo de las dos visitas anteriores de Juan Pablo II y Benedicto XVI y he podido ver cómo una marca a la otra y se conectan las tres en un sentido ascendente.
La presencia del Papa Francisco en las ciudades cubanas de La Habana, Holguín y Santiago de Cuba ha sido de interés religioso, político y social; y en esa múltiple dimensión la han captado tanto participantes como observadores.
El Papa Francisco, un jesuita que asumió su nombre en homenaje a los votos de pobreza y humildad de los franciscanos, es una persona de pueblo, conoce la realidad latinoamericana y enfrentó la dictadura en Argentina.
La presencia del Papa en la isla está también relacionada con el rol que en lo personal, y como representante del estado Vaticano, tuvo en el camino de las negociaciones que han llevado al proceso en que se encuentran hoy las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
En la santa misa del Papa Francisco en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana resaltó la vocación de servicio y la necesidad de ser solícitos con los otros a través de lo que llamó “pequeños detalles de la vida”. También hizo un espacio para pedir por la paz en Colombia y, dirigiéndose al presidente cubano Raúl Castro, le dijo “Gracias a usted Señor Presidente, por todo lo que hace en este trabajo de reconciliación”.
A pesar de este y otros reconocimientos, y de las claras muestras de cercanía personal, algunos medios de Miami se atrevieron a afirmar que ambos líderes hicieron gestos de desaprobación y recelo mientras cada uno hacía uso de la palabra. Un comentarista de un canal local interpretó que Francisco “pidió a la dinastía de los Castro que saliera del poder”, por la sencilla razón de que en la frase de Martí citada por el Papa en el Ángelus, que ese sujeto seguramente ni entendió, aparecía la palabra “dinastías” referida a una cuestión histórica.
Por su parte la reportera de Telemundo en La Habana para esta ocasión, María Celeste Arrarás, de la que hay que reconocer que reportó con objetividad la mayor parte del tiempo, por alguna razón escuchó una referencia del Papa a los “exiliados cubanos”, cuando se oyó bien claro que había dicho “cubanos residentes en otras partes del mundo”.
Pero quienes en verdad han delirado son los analistas que se ha gastado Univisión para seguir esta visita del Papa; entre ellos, el conocido y muy poco respetado Lincoln Díaz-Balart, quien como siempre renegó de todo lo que se hace en Cuba, prometiendo que si Jeb Bush o Marco Rubio ganan la presidencia de Estados Unidos en el 2016, él se encargaría de que cosas como la visita del Papa no sucedieran más.
No obstante, merece ser destacado que el reportero de Univisión Galo Arellano hizo un sobrio trabajo desde Santiago de Cuba, donde entrevistó peregrinos de Miami que se reencontraron después de décadas con la Ciudad Héroe, donde crecieron y se enamoraron de jóvenes. Reseñable es también un contacto con los estudios de Univisión realizado por María Antonieta Collins desde Cuba, donde calificó de majestuosa y sacra la ceremonia en Holguín, y refirió como “homilía extraordinaria” el oficio del Papa en Santiago; destacando además el elogio de Francisco, en la tierra de Mariana Grajales, a las madres cubanas como resguardo de la Fe. María Antonieta dijo estar fascinada con la visión de la naturaleza en el amanecer de El Cobre; y confesó que esto le permitió entender la obra pictórica de Tomás Sánchez.
Como siempre el Canal 41 de Miami hizo de las suyas; entre todos los falsos analistas que por sus estudios desfilaron, se destacó un extremista ex profesor de comunismo científico que afirmó que la visita cordial y respetuosa que el Papa hizo al Comandante en Jefe Fidel Castro solo se debió a un supuesto “duendecillo” de atracción hacia las grandes figuras políticas latinoamericanas. Para la historia del papelazo en la televisión de Miami quedará el enloquecido reclamo de María Laria, conductora del programa Arrebatados en el Canal 41, de que Francisco debió subir al papamóvil al peligroso individuo que lo abordó en su trayecto, y exhibirlo por La Habana entera.
Debe ser dicho además que las transmisiones en inglés de Local News (Canal 10), Today in Florida (Canal 7) y NBC Local (Canal 6) enfocaron la visita del Papa a Cuba como un acontecimiento histórico y una fiesta del pueblo cubano. No le dieron importancia, ni siquiera reportaron, algunos pocos incidentes incitados por las mentes calenturientas de los extremistas de la derecha cubanoamericana. Ha sido evidente que esta vez ninguna excentricidad miamense captó la atención de los medios y todos se concentraron absolutamente en lo que sucedía en Cuba. Mal quedaron, y como informadores de segunda mano, aquellos que no tuvieron reporteros acreditados en la isla.
La Habana populosa y agradecida, Holguín engalanada y hoy Santiago bendecida, fueron las escalas cubanas del Papa Francisco, en representación de toda Cuba. En esta última jornada se le veía acompañado del Cardenal Seán Patrick O'Malley, Arzobispo de Boston, el vigía en la continuación de su viaje hacia los Estados Unidos; como lo fue por estos días el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino.
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