Por Alberto Mas
Desde La Habana
Con gran expectativa el pueblo cubano recibe al Papa Francisco, más de cien mil personas se volcaron a las calles al paso del papamóvil dándole una gran recepción.
Las expectativas son generales, las motivaciones diversas. Desde las razones espirituales de quienes asumen la fe católica, los que las mezclan con otras creencias, los ateos que valoran la actitud conciliadora y la nueva postura social de éste Papa, y los que suman otras a todas estas opciones juntas.
En una ceremonia protocolar típica, ambos mandatarios hicieron sus saludos. Raúl Castro dejó en claro, en una rápida contextualización, las condiciones económicas en que vive este mundo, la gran desigualdad imperante en la distribución de las riquezas y como el injusto e inmoral sistema internacional es promovido por las corporaciones transnacionales de la información y los intentos de desestabilizar a los gobiernos de la región que luchan por un futuro mejor.
Recordó las palabras de Fidel del año 1992, dichas en Rio de Janeiro, sobre la necesidad de salvar a la humanidad de la destrucción y buscar el desarrollo sostenible: “Hacer desaparecer el hambre y no el hombre”.
Raúl enunció como se descarga sobre los países del tercer mundo la tremenda crisis de la que tampoco escapan los excluidos del mundo industrializado.
Recordó las palabras del Pontífice en los dos encuentros de los Movimientos Populares donde enunció la necesidad de practicar la solidaridad y luchar unidos contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, por la dignidad del hombre y por el derecho a la tierra, el trabajo y el techo. Derechos éstos por los que se gestó la Revolución Cubana, afirmó, y que fueron el reclamo histórico del alegato de Fidel “La Historia me absolverá”.
También destacó la búsqueda permanente de una sociedad justa y solidaria, mientras eran bloqueados y agredidos, pero que no abandonaron los cubanos, a pesar de todo lo sufrido, la cooperación hacia los pueblos más necesitados a través de la Operación Milagro, el Yo Si Puedo y la formación de profesionales en la Isla.
En el rápido pantallazo, no dejó de mencionar que preservar el socialismo es garantizar la independencia, la soberanía, el desarrollo y el bienestar de la Nación y que la unidad, la identidad y la integración regional deben de ser defendidas en el marco de la Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Destacó también que su Santidad haya abogado por el desarme y principalmente el desarme nuclear, agradeció su apoyo en el diálogo con los EE. UU. y recordó que éste año se cumplen 80 años de relaciones ininterrumpidas con la Santa Sede, para finalizar la bienvenida.
El Papa Francisco, luego de los saludos de rigor, también destacó el tiempo que ambos estados mantienen relaciones diplomáticas, los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI a Cuba y que se renuevan en éste viaje los lazos de cooperación y amistad para seguir acompañando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones.
Sobre su viaje destacó que irá a pedirle a la Virgen del Cobre por todos los cubanos y por ésta querida Nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación. Recordó las palabras de José Martí que soñaba una cuba como punto de encuentro para todos los pueblos “por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares” asimilándolo al llamamiento de Juan Pablo II cuando expresara “que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba” y que éste proceso de normalizaciones de relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento, nos llena de esperanza.
Así se inicia ésta, la tercer visita de un Papa a Cuba, hecho inédito para Nuestra América, en momentos de grandes cambios, no solo en lo económico sino también en lo cultural y en las relaciones internacionales.
Nos encontramos con una Cuba en medio de un proceso de actualización de su economía, empeñada en mantener y renovar su sistema socialista convirtiéndolo en sustentable sin contradecir sus principios, esto implica también una apertura hacia el exterior, con todo lo que ello significa, pero fortalecidos por la formación y educación de su población y el camino hacia la eliminación del genocida bloqueo impuesto por los EE. UU., que ya es un reclamo mundial y que no podrá el imperio sostenerlo por mucho tiempo.
En las calles de esta Habana convulsionada por la visita papal, de distinta manera, adolescentes, jóvenes y generación intermedia; en general, nacidos post - Revolución, expresan su deseo de que este viaje de Francisco redunde en un rápido cambio, finalizando el bloqueo que permita a Cuba recibir esas cosas de difícil obtención hoy, pero claro, sin que ello afecte las conquistas logradas. En definitiva vivir con menos faltantes, con más facilidades cotidianas, pero dentro de este socialismo sustentable que se propone y del que seguro, en poco tiempo, empezaremos a denominar como el “socialismo a la cubana”, al que estas generaciones tendrán la misión de desarrollar y consolidar.
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