Por Alexandra Nariño
Los artículos de opinión y diferentes reportajes sobre el reclutamiento (forzoso) de niños y niñas en las FARC - EP, demuestran un desconocimiento de la realidad de la guerrilla por parte de muchos/as. En otros casos; una clara intencionalidad para desdibujarla. Como en el tema de la violencia sexual, sobre el que escribí en un blog anterior, un debate despojado de prejuicios puede servirnos más, si se quiere llegar a la reconciliación y la construcción de un país mejor.
Es un tema espinoso, claro está. La indignación cuando de menores de edad se trata, es grande, aunque no carente de una cierta dosis de hipocresía, cuando se ve la desproporcionalidad con que se maneja el tema de la niñez en las FARC - EP por un lado y su situación de explotación, pobreza y miseria en Colombia, por el otro.
El escenario de la guerra no es un lugar propicio para construir un proyecto de vida para nadie, menos para los niños y las niñas. Pero su llegada a las filas de las FARC - EP ha sido una consecuencia precisamente de esa situación difícil que atraviesa la niñez en el campo (y también en las ciudades) de Colombia; no su causa.
Sin embargo, entendimos que explicar las causas no es suficiente y que se necesitan acciones concretas para su solución. Una de ellas fue el anuncio, el 12 de febrero del 2015, de no incorporar, en adelante, menores de 17 años a las filas guerrilleras.
Otra medida se tomó el 16 de febrero del 2015, cuando se anunció la desvinculación de un grupo de menores de 15 años de nuestras filas. Para tal fin, la insurgencia ha propuesto un protocolo que contiene un "Programa de vinculación de los menores de 15 años que se encontraban en campamentos de las FARC - EP a nuevas familias y comunidades de acogida".
Este protocolo, que representa nuestra visión de solución, y que fue presentado a la Representante Especial del Secretario General de la ONU, Leila Zerrougui, estipula los principios que desde nuestro punto de vista deben regir la selección de las familias y comunidades de acogida, las condiciones de salud, vivienda, educación, atención sicosocial, recreación y, por supuesto, seguridad, entre muchas otras cosas.
Entre las instituciones que a juicio de las FARC - EP deben vincularse al programa están el CICR, las Naciones Unidas y organizaciones sociales y comunitarias. Se descartó la participación del Instituto de Bienestar Familiar porque ya en reiteradas ocasiones, niños y niñas que habían sido acogidos por este instituto terminaron en bases militares para luego infiltrarse en las filas de la insurgencia.
Tanto el Programa de Acogida como el compromiso de no ingreso de menores de 17 años se someterían a verificación y seguimiento por parte de las mismas organizaciones vinculadas al programa, las FARC - EP y las Naciones Unidas.
Luego el tema, aparentemente, quedó en el olvido. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no se procedió con la entrega de los menores?
En su época, el comandante Iván Márquez anunció que se trataba de un grupo de 13 menores de 15 años. El Ejército, la Fiscalía y por tanto los medios de comunicación, no bajan de 3.000 niños y niñas en las filas de las FARC - EP. Es absurdo pensar que un Ejército popular con tantos niños y niñas haya sido capaz de enfrentar el Plan Patriota y el Plan Espada de Honor, ejecutado por 500.000 hombres bien entrenados y equipados, pero esto entre paréntesis.
Aunque sabemos que estos números vienen de los cerebros de los think - tanks de la guerra contra - insurgente, la realidad es que al preguntar a los Estados Mayores de los Bloques solamente resultaron 13 menores con menos de 15 años en campamentos de las FARC - EP.
Por lo demás, la demora en la entrega se debe, no a una falta de voluntad de la insurgencia, sino a una falta de interés por parte del Gobierno, quien se ha interesado más por concretar otras medidas de desescalamiento, como la descontaminación y limpieza de los territorios de restos explosivos de guerra; a lo cual por supuesto no le restamos importancia alguna.
Y por último, vale la pena mencionar también la reacción de varios de los menores que van a tener que dejar a lo que constituye su nueva familia:
- ¿Por qué, si somos rebeldes, debemos obedecer a unas reglas impuestas por gente que no conoce siquiera nuestra situación?
- ¡ Sepan que yo sencillamente vuelvo a ingresar !
Es el otro lado de la moneda, desconocido por el gran público, pero es también una realidad.
Otra realidad.
Nuestra realidad.
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